Capítulo 2

Un dolor sordo en su costado derecho la hizo despertar y gemir al instante.

M****a. ¿Qué tan mal durmió? No recuerda haber ido de fiesta por lo que ese cansancio no está justificado. El dolor de cabeza tampoco es por la resaca. ¿Entonces?

Quiso moverse para levantarse ya que probablemente ya iba llegando tarde a su consultorio veterinario y su secretaria la regañaría por cuarta vez en la semana, cuando el dolor comenzó a hacerse más fuerte.

¿Qué demonios?

Parpadeó mucho para abrir los ojos, solo para encontrarse con un desastre peor que su cuarto los fines de semana.

Jadeó al intentar levantarse por segunda vez y las imágenes, los recuerdos que le llegaron como tropel, amenazaron con volver a tumbar a Kary boca abajo.

¡El viaje! ¡El avión! ¡La moza y el piloto!

Movió la cabeza de un lado a otro buscando a los acompañantes pero el desastre era impresionante. Se tocó el costado y vio que estaba sangrando excesivamente.

Con una rapidez que no sentía, arrugó un pedazo de tela de su pantalón y lo colocó en la herida, haciendo ligera presión que hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas traicioneras.

Por el rabillo del ojo pudo observar sangre seca en su sien, mejilla y parte de la nariz.

Jesús, dueño de todos los pitos coloridos posibles, ojalá y no sea una conmoción cerebral y que despierte de su sueño en pocos minutos.

Sin embargo, cuando más se movía, más se sentía a punto de desmayarse del dolor de cabeza y el costado. Fue ahí cuando tuvo la certeza de que lo que estaba pasando era totalmente real y nada de un sueño.

—¡Capitán R!—prácticamente croó con la garganta más seca y rasposa que una lija en el desierto—. ¿Aeromoza que no tuve oportunidad de preguntarle su nombre?

Poco a poco se fue poniendo de pie, entre lloriqueos, gemidos y apretadas de mandíbula para soportar el dolor. A paso de tortuga fue a revisar lo poco que quedaba del avión, solo quedaba un cuarto de lo que alguna vez fue un elegante transporte aéreo, las alas ninguna existía, la cabina del piloto estaba partida a la mitad sin el capitán R dentro y no había ni rastros de la azafata.

El estómago se le revolvió al pensar en lo peor, en el destino trágico y cruel que tuvieron ambos empleados de la realeza, no pudo soportarlo más, giró la cabeza y vomitó ahí mismo.

Sus rodillas cedieron ante el fuerte espasmo y su visión comenzó a volverse negra de nuevo.

Maldición, no, no puede volver a desmayarse…Sin embargo, mientras repetía esa frase en su cabeza, sus ojos ya estaban completamente cerrados y la consciencia fuera de su cuerpo.

(...)

No sabe cuánto tiempo ha estado entrando y saliendo de la inconsciencia, la garganta le raspa con cada trago de su poca saliva, la cabeza le da vueltas y su cuerpo no parece querer reaccionar a ninguna de sus órdenes.

El sol ya ha salido y entrado según sus cálculos, y si quiere seguir con la poca vida que tiene, de alguna manera debe lograr avanzar. Llegar a algún lado, pedir ayuda o alguna otra cosa para su supervivencia.

Arrastrándose algunos metros dentro del bosque espeso, viendo la entrada del sol, entrecerró los ojos. ¿Dónde estaría? ¿El príncipe ya estaría enterado de su desaparición? ¿La considerarían muerta y conseguirían un reemplazo para el conejito?

Continuó arrastrando penosamente su cuerpo, intentando salir adelante cuando a lo lejos Kary escucha aullidos de lobos.

Joooodeeeeeeer. ¿Hay animales salvajes en el bosque?

Claro que debe haber animales salvajes en un jodido, denso y ridículo bosque en medio de la nada.

¿Cómo había sobrevivido la noche anterior inconsciente? ¿Cómo los animales ya no la devoraron cómo cena o almuerzo?

Automáticamente los pelos de sus brazos y nuca se erizaron, reconociendo absolutamente el peligro en el que se encontraba.

¿Los lobos comen carne humana en la actualidad? Recuerda más o menos haber visto un programa de Discovery Channel que hablaba sobre los lobos domésticos y su alimentación balanceada con proteínas de la carne y vitaminas de los vegetales. Claro, esa dieta aplicaría para lobos domesticados y no para lobos salvajes.

¡Despierta Kary y muévete si no quieres morir siendo un aperitivo de lobo o de algún otro animal salvaje!

Unos minutos más tarde, unos metros más adelante, los aullidos se escucharon más cerca. Sus brazos le dolían como el infierno y su costado ardía, pero no podía parar, no ahora, no mientras debe buscar refugio.

El traicionero sol entró por completo para que luego de unos segundos unos tres lobos enormes, pero enormes bestias con ojos rojos y mandíbulas abiertas aparecieran frente a sus ojos. El terror la llenó de pies a cabeza haciendo que su sangre bombeara deprisa en sus oídos.

Despacio, muy despacio se colocó de pie, escuchando los ligeros gruñidos de los tres.

—Lobitos, muy lindos y preciosos…—Bien, esos animales parecían de todo menos lindos lobitos. Ni todos sus años como veterinaria la prepararon para lidiar con unos animales tan abiertamente salvajes y enormes. Todo de ellos—.perritos…No van a hacerme nada ¿Verdad? Yo…

Nunca, ni en todos sus años de ser doctora de animales la prepararon para ver a animales tan grandes. Esos lobos al parecer consumían algún tipo de esteroides o hacían mucho ejercicio en su gimnasio especial para lobos.

—Está bien, no soy una amenaza real. Pueden estar tranquilos y...

Su pie izquierdo pisó una rama quebrando la armonía pobre que había creado tan solo unos segundos atrás. Casi sucedió a cámara lenta.

Sucumbió finalmente a sus instintos de supervivencia, dio media vuelta intentando correr pero el lobo de en medio, el marrón un poco más grande se abalanzó hacia ella, tirándola unos metros enfrente, haciendo que su torso chocara contra un árbol frondoso y viejo.

No pudo siquiera jadear en busca de aire, ese empuje le había quitado absolutamente todo el oxígeno de sus pulmones.

M****a, ¿Por qué los lobos de ese lugar tenían mutaciones de ese modo? Es imposible que un lobo normal sea tan grande; pero mientras su mente divagaba ya podía ver sus colmillos del tamaño de su dedo medio asomarse a su cuello, listo para cortar su yugular.

Rezó en silencio para que sea una muerte rápida por segunda vez en su vida, escuchó el rugido de los demás animales animándolo, cuando de pronto ese peso aplastante desapareció de su espalda.

Fue recién cuando recuperó la capacidad de respirar y tosió desenfrenadamente buscando con urgencia su tan preciado oxígeno, a duras penas se sentó contra el árbol para ver con los ojos borrosos la cosa más alucinante jamás vista por algún ser humano.

Aparecieron otros tres lobos más, con la diferencia de que todos eran blancos, con ojos de diferentes colores, pero eso no era lo impresionante, sino el hecho de que comenzaron a luchar entre sí y uno de ellos dobló el cuello para fijarse en ella. Jadeó lista para tratar de levantarse pero increíblemente, esos dos orbes brillaron con lo único que Kary podía reconocer: inteligencia.

¿Esos recién llegados tenían inteligencia?

Recordó brevemente su primera vez como residente en un hospital de animales, había recibido a un perro entrenado con una pata muy mala, ella no pudo evitar llorar por el dolor que ese pequeño perro debió haber sufrido por esa patita con larvas, sin embargo, ese animal la había mirado exactamente así, como si entendiera la situación y le dijera que todo estaría bien, pase lo que pase. ¡Ella ni siquiera era la que estaba lastimada! Pero supuso que solo era su imaginación, los animales eran en cierto grado empáticos, inteligentes pero, no saben con exactitud reconocer las emociones, ni la felicidad ni la tristeza.

¿Se golpeó tan fuerte la cabeza que ahora alucinaba colosalmente?

Uno de los recién llegados había podido derribar a un lobo marrón, haciendo que su cuello crujiera horriblemente contra un árbol. Cerró los ojos con un escalofrío.

Al separarlos, abrió la boca hasta el suelo de la incredulidad, el lobo blanco libre se dirigió hacia su dirección a paso lento, como si tuviera miedo de que ella corriera del otro lado o como si Kary fuera el animal salvaje que se asustaría al más mínimo movimiento brusco en vez de él. Bueno, definitivamente eso sería lo que la rubia haría.

Ignorando todo el jaleo a su espalda, todos los gruñidos y gemidos de dolor de los animales salvajes, el lobo blanco la miró directamente a los ojos y como de una película de terror se tratara, su cuerpo comenzó a sacudirse con espasmos, unos "cracks" sonaron desde lo profundo y en solo segundos, en vez de un monstruoso animal blanco, apareció un hombre moreno, musculoso de cabello largo blanco.

Chilló del horror y quiso levantarse, arrastrarse o lo que sea para alejarse del horror frente a sus ojos.

¡Qué carajos! ¡Los hombres lobos no existen!

—Lo siento, lo siento—su voz gruesa y con un acento muy marcado le puso los vellos de punta. Levantó las manos en signo de paz—. Por favor, no te asustes. No te haré daño…

De pronto, giró la cabeza hacia atrás, mirando algo en el horizonte y maldijo. Unos segundos después, más lobos marrones aparecieron de entre los matorrales, en poco tiempo era obvio que los lobos de ojos rojos superan en número a los lobos blancos.

—Dios mío, dios mío— Kary susurró, respirando cada vez más rápido y superficialmente. Estaba entrando en un odioso ataque de pánico.

Uno de los blancos, echó la cabeza hacia atrás y aulló con tanta fuerza que la mujer tuvo que rechinar los dientes y cerrar sus oídos para evitar quedar sorda.

Definitivamente tiene que estar muerta para soñar todo esto.

—Eso significa que verdaderamente estamos en problemas—dijo algo divertido, el hombre de cabello blanco frente a ella, para luego fijarse en sus ojos ahora serios—. Esto…de verdad lo lamento, pero necesito que te atajes lo más fuerte posible.

—¿Qué…?—Kary, muy confundida no pudo terminar la frase porque el hombre ya la estaba cargando sobre su hombro y corriendo a una velocidad vertiginosa.

Chilló del miedo y aulló del dolor de cuerpo. En poco tiempo estaba sumida en la inconsciencia.

Otra vez.

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