Maldición, maldición.—¿Tiene que ser ahora mismo?Kary mientras hablaba ya se estaba poniendo unos pantalones limpios, justo acababa de llegar del trabajo, exhausta solo pensaba en darse una ducha rápida y dormir, sin embargo esa llamada que recibió al salir del baño, la puso en alerta, olvidando momentáneamente su cansancio.—El príncipe está muy preocupado por su mascota y no confía en los veterinarios del país, por lo que su presencia es solicitada con urgencia…Maldijo por cuarta vez al no encontrar sus zapatos.—Lo entiendo, lo entiendo y es totalmente razonable—murmuró distraída mirando por todos lados su zapato izquierdo perdido—. Sin embargo es de noche, nadie trabaja a esta hora y acabo de llegar…—Créame señorita Kary, el príncipe heredero está muy consciente sobre ese hecho y dijo que planea recompensar su buena voluntad de manera generosa.Se masticó la mejilla interna poniendo algunas prendas al azar dentro de la primera maleta que encontró. Aunque esté haciendo esas pre
Un dolor sordo en su costado derecho la hizo despertar y gemir al instante.Mierda. ¿Qué tan mal durmió? No recuerda haber ido de fiesta por lo que ese cansancio no está justificado. El dolor de cabeza tampoco es por la resaca. ¿Entonces?Quiso moverse para levantarse ya que probablemente ya iba llegando tarde a su consultorio veterinario y su secretaria la regañaría por cuarta vez en la semana, cuando el dolor comenzó a hacerse más fuerte.¿Qué demonios?Parpadeó mucho para abrir los ojos, solo para encontrarse con un desastre peor que su cuarto los fines de semana.Jadeó al intentar levantarse por segunda vez y las imágenes, los recuerdos que le llegaron como tropel, amenazaron con volver a tumbar a Kary boca abajo.¡El viaje! ¡El avión! ¡La moza y el piloto!Movió la cabeza de un lado a otro buscando a los acompañantes pero el desastre era impresionante. Se tocó el costado y vio que estaba sangrando excesivamente. Con una rapidez que no sentía, arrugó un pedazo de tela de su panta
El lobo blanco, transformado ahora en humano, corría a toda velocidad por el denso bosque, se lo conocía como la palma de su mano, por ende, aunque llevaba a una mujer inconsciente en sus brazos, aún así podía esquivar con soltura cualquier obstáculo sin siquiera perder el ritmo.Apuró el paso cuando escuchó el aullido de dolor de unos de sus hermanos de manada.A pocos minutos, llegó al castillo de su jefe, de su alfa, pasó la valla y las seguridades que él mismo había puesto días atrás por la invasión de esos imbéciles lobos de ojos rojos, enloquecidos por algún tipo de tóxico que no logran descifrar.—¿Alfa?—se maldijo. Seguramente su alfa estaba en la frontera, custodiando el límite de su territorio, impidiendo que más lobos crucen hacia su terreno.~Alfa, por favor, estamos en problemas, hay demasiados "enloquecidos" cerca del castillo—Habló mentalmente mientras dejaba a la mujer en el pasillo principal y se apuraba en regresar junto a sus amigos licántropos.Su jefe contestó al
Kary se llevó las manos a la boca, arrepintiéndose al instante de sus acciones.¡No era su intención actuar así! ¡Era una doctora amante de todos los animales, por el amor de todo lo santo!Simplemente despertó desorientada, sin saber qué hacía en el suelo, cuando de repente observó a un lobo feroz, macizo y enorme merodeando por encima de su rostro. Su primer instinto fue golpear y después correr, pero dado que el enorme lobo negro se echó al piso a chillar como si de verdad le hubiese dolido, supo de forma tardía, que ese animal aunque grande, estaba herido.—¡Dios mío! ¡Discúlpame lobito!—subió las manos con las palmas hacia afuera, intentando consolar al lobo que seguía llorando en el piso—. Lo lamento tanto, en serio. Me asustaste y mi instinto de supervivencia…Quiso acercarse para poder examinar la herida, como veterinaria no podía ver a ningún animal herido o desatendido frente a sus narices, pero el lobo inmediatamente retrocedió, mostrándole los dientes en señal de advertenc
Abrió los ojos para encontrarse con un techo de granito o mármol, decoración ostentosa y pintada como si estuviese aún en la época renacentista.Se sentó de golpe al recordar toda la locura, las náuseas no tardaron en llegar, el hombre llamado Jarek apareció desde una esquina y la acercó un vaso de agua sin decir ninguna palabra pero con los ojos rebosantes de amabilidad.Fue lo único que le impidió gritar como posesa al encontrarse en un lugar desconocido y con un desconocido. Su garganta ya seca como lija, agradeció el buen gesto.—Gracias—escaneó la habitación. Muy minimalista y nada decorado como para que le perteneciera a alguien—. ¿Dónde estoy?—Habitación de huéspedes. Por cierto—extendió una mano hacia la rubia, como había visto hacer a los humanos que él espiaba secretamente de su alfa—. Soy Jarek, beta, mano derecha del alfa de nuestra manada. Un gusto conocer a una humana frente a frente.Kary evitó entrar en pánico. No estaba hablando mamadas, de verdad ese hombre tan pare
—¡Señor, el pueblo está siendo atacado! Un hombre totalmente desnudo con un aspecto magullado y con sangre por todos lados, apareció frente al despacho. Jadeaba como si el oxígeno no le llegara correctamente a los pulmones.El alfa ya estaba a medio camino de recibirlo.—¿Dónde?—Enviamos a todos los del pueblo a la plazoleta principal, los demás de la manada están tratando de contenerlos pero nos están sobrepasando en número…—En camino. ¿Por qué no me lo dijeron por la conexión?El hombre inhaló y la doctora arrugó el entrecejo. Esos pulmones no sonaban bien.—Hay algún tipo de interferencia…—Esos malditos hijos de perra…—Cruzó la distancia y puso una mano en su hombro—Descansa, puedo ver que ya no te puedes convertir por el cansancio.—Alfa…—sonó desanimado.—Es una orden. Llévala a su dormitorio y te quedarás a cuidarla para que no se meta en problemas—Ya estaba saliendo por la puerta cuando regresó, la miró con el fuego ardiendo en esos orbes de distintos colores—. No salgas de
La veterinaria no sabe cuánto tiempo estuvo arrodillada ahí, curando, atando, tapando, cosiendo y lavando, solo que cuando sus sumistros terminaron, un hombre, vestido con un tipo de mono de jardinería, llegó a ella corriendo.—¡Gracias por ayudarme con mi trabajo!Kary asintió mientras trataba de ponerse en pie.—No es nada, también tengo algunos conocimientos en medicina y no me podía quedar de brazos cruzados ante semejante barbarie.El hombre la ayudó a ponerse en pie.—Soy el hermano mayor de Joss, me llamo Msrih, un gusto.Kary pensó que le pasaría la mano para el famoso apretón de manos, pero recordó tardíamente que ellos no lo eran. El hombre joven se quedó mirando su mano como si tratara de averiguar qué hacer con ella.La veterinaria rápidamente bajó la mano, avergonzada.—Soy Kary. Conocí a Joss, le receté hojas de albahaca y unos analgésicos para que pueda estar mejor de ese sonido en los pulmones…El joven doctor la miró de arriba a abajo, pero sin ninguna acusación en lo
—¿Por qué tienes contacto con el príncipe?La rubia lo miró como si hubiera hecho la pregunta más tonta de todo el curso.—¿Tú por qué respiras?El lycan volteó los ojos.—Muy madura, humana.—No hablemos de madurez—se burló mientras se sentaba—. Lo dice quien fingió ser animal solo para su propia diversión a costa de otra persona—se acomodó en el sofá de enfrente—. La corona conoce a todos, no puedes simplemente desaparecer de su radar.—¿Querías irte a ese lugar?—el lobo arrugó el ceño—. No es un lugar en el que alguien quisiera estar.—Bueno, no tanto, no es como que me invitaran a vacacionar…—¿Entonces por qué no te negaste?—¿Quién se atreve a decirle que no a la corona?Apretó los dientes con la repugnancia recorriendo su boca. Él lo haría. No les tiene miedo a esas malditas sanguijuelas, aprovechadores del dinero de los pobres, haciéndose cada vez más ricos y sin quitarle dinero a los millonarios. Dejando a la sociedad tan mal como está actualmente.—Mandaron un avión privado