Tres días habían transcurrido desde la noche que escaparon de una mansión que voló en pedazos. Las cosas claramente no salieron cómo Soren las había planeado y eso era algo que realmente le molestaba. Tendía ser controlador y meticuloso, especialmente con estas situaciones y ahora de seguro los estaban buscando por toda Malacia.Ahora se encontraban al otro extremo de la capital, escondidos en un viejo almacén oscuro y húmedo. Liza limpiaba en silencio la herida que el pelinegro tenía en un costado, desde que llegaron Soren a penas y había dicho algo y eso no le agradaba a la morena.Sabía que Soren estaba enojado, probablemente estudiaba sus errores una y otra vez en su cabeza mientras se corregía así mismo. No era alguien a quien le gustase equivocarse, especialmente cuando se le reprendía cada vez que lo hacía.El chico siseó al sentir molestia en la herida.—Oh, así que puede hacer sonidos. Creí que la explosión le arrebató la capacidad para hablar —dijo la morena. Dejó el algodón
La presencia de Soren realmente lo había intimidado, no es que no supiera cómo defenderse, pero ese sujeto tenía un aura verdaderamente oscura. Esos ojos de tono extraño contenían el infierno en ellos y con sólo una mirada logró que Owen se sintiera pequeño.Sin embargo, ahora tenía la libertad de moverse libremente por el almacén, aunque podía sentir la mirada de Liza y Soren sobre él. Era entendible que no confiaran, él no confiaba para nada en ellos y ahora tendrían de alguna forma que coexistir mientras Sergei Lugo estuviera con vida.—¿Qué haremos con él? —preguntó Owen, señalando el hombre dormido en una vieja silla.Sergei estaba encadenado al asiento, vistiendo nada más que esa bata y los calzoncillos con los que lo sacaron aquella noche. Las heridas que tenía habían sido tratadas por la ama de llaves, la cual disfrutó no ser para nada delicada al tratarlo.Soren caminó hacia la mesa y abrió un forro de lona negra y los ojos de Owen se abrieron aún más por la sorpresa al ver l
—¿Qué opinas? —preguntó Lorna, quien apareció por detrás sorprendiendo a la pelinegra.—¿De qué hablas? —inquirió Clarisse con una expresión de confusión en el rostro.—De la escena que llevas rato viendo, ¿de qué más podría hablar? —cuestionó extrañada por el actuar de su amiga. Clarisse se fijó en la escena de la que hablaba la pelirroja y entendió a lo que se refería—. ¿Sucede algo? Pareces perdida.—Sí, todo bien. Es que en realidad no estaba prestando atención, me perdí en mis pensamientos —aclaró con una pequeña sonrisa—. Se ven bastante lindos juntos…—Me pidió unos consejos para lograr que Galen se fijara en ella —comentó Lorna—. Le dije que lo golpeara con una sartén y le gritara en el oído: “¡Me gustas, imbécil! ¿Qué debo hacer para que lo veas?”Clarisse se carcajeó por lo que había dicho su amiga pelirroja, le pareció una táctica bastante directa y si no resultaba efectiva entonces había algo realmente mal con Galen.—¿Y crees que lo haga?—A este paso si no lo hace ella,
—Señor, ¿qué se supone que haremos ahora? —preguntó Liza, transpirando preocupación—. ¿Qué interés tendrían los Velghary en rastrar a Brion? Ellos ya hicieron creer a la prensa que desapareció luego de una crisis por la muerte de sus padres y que no tenían idea de donde estaba.—Tal vez era una mentira. Pudieron saber donde estaba todo este tiempo y sólo estaba haciendo tiempo —opinó Soren, pensativo y con la mirada perdida a través de la ventana.—¿Por qué? Tienen todo, no lo necesitan para nada más —alegó la morena con seguridad.—No tengo idea. Ahora debemos averiguar lo que podamos de Sergei y luego deshacernos de él.—Creo que deberíamos comunicarnos con Peter o con el agente Fell.—¿Por qué el agente Fell, Liza? —dudo Soren.—Bueno, el hombre podría ir investigando por su cuenta mientras nosotros estamos aquí —explicó—. Después de todo, gracias a él sabemos que la princesa Annabeth ha estado saliendo de Velghary.—No fue gracias a él, fue gracias a Seniah que me conto sobre su r
Lo último que Owen supo fue que sintió un pinchazo en el cuello y luego todo su entorno fue consumido por la oscuridad.Soren lo dejó recargado contra un muro y volvió a esposarlo, había escuchado demasiado y no podía permitirse que él anduviese libre o podría salir corriendo en cualquier segundo.Volvió con el viejo gordinflón que parecía disfrutar de la escena, pues ante él estaba la persona que llevaba buscando desde hace bastante tiempo y por quien le pagarían una gran suma de dinero.—Muy bien, estamos solos. Habla —demandó Soren, inexpresivamente.—Uh, el tiempo no ha disipado el don de mando y la autoridad, príncipe —musitó Sergei—. Disculpe mis modales. Haría una reverencia, pero cómo puede ver… Me encuentro en una posición que me impide moverme.—Ya no soy el príncipe Brion —declaró el pelinegro—. Él ya no existe, murió. Yo lo maté.—¿Y a quién tengo frente a mi en este momento? —indagó, encarnando una ceja y una sonrisa de burla.Soren se acercó y se inclinó sobre él mientra
Para cuando Liza volvió al almacén le pareció raro que no hubiese alguna luz encendida en el interior de este. Estacionó el auto y bajo sin perder de vista el edificio, incluso miró los alrededores, pero nada parecía estar fuera de lugar. El silencio que había la estaba incomodando y lo único que se escuchaba eran sus pasos de camino a la entrada.—¿Soren? —llamó una vez dentro, pero nadie respondió. Así que siguió caminando mientras sujetaba un arma escondida debajo de su chaqueta—. ¿Señor? ¿Soren, dónde está? ¿Owen? ¿Algún asesino escondido en las sombras tal vez?Era imposible que la hubiesen dejado, así que obviamente algo había ocurrido en ese lugar. Tenía una vibra extra recorriendo su cuerpo, un presentimiento que le indicaba que algo no andaba bien y debía encontrar a Soren pronto.Llegó hasta el interruptor de la luz y cuando el almacén se iluminó contuvo un grito de horror al ver a Sergei Lugo bañado en su propia sangre y degollado. Viró el rostro a un lado para encontrar a
Casi se cumplía una semana desde que Clarisse perdió todo contacto con Soren. No obstante, se había comunicado con Peter y por lo que sabía, venía de regreso a la ciudad. La pelinegra no sabía cómo sentirse, una parte de ella estaba emocionada porque probablemente lo volvería a ver, pero otra quería estrangularlo por no enviar ni un misero correo electrónico.No es cómo si en Malacia no existiese el internet.Pero Lorna tenía razón, debía pensar con claridad lo que haría. Bien podría dejarse llevar por el enojo o hablar moderadamente, pero tenía tantas ganas de golpearlo que le era imposible pensar en qué decir.—Oye, mira eso —indicó Lorna, llamando su atención y apuntando con la el mentó al frente.Camino hacia el balcón se encontraban Galen y Tessa.No sabía en qué momento llegó la morena, pero tenía una vaga idea de la razón por la que ella estaba ahí. Sonrió al ver cómo su amigo hacía movimientos torpes y actuaba nervioso, el rubio parecía un novato en todo sentido. Pero ya era h
—¿Tienes todo para quedarte esta noche en casa de la tía Clarisse? —Galen le preguntó a su hijo.—¡Sí! Y el Sr. Saltos también está listo —expresó, sujetando a un sapo de peluche entre sus brazos.—¡Excelente! Quiero que los dos se comporten hoy. Sean buenos en casa de Clarisse, nada de golosinas después de la cena y a dormir temprano para que vayan a clases mañana. ¿Les ha quedado claro, jovencitos? —musitó el rubio.—¡Sí, papi! —dijo, felizmente el niño—. Seremos buenos, ¿verdad, Sr. Saltos? Sí, muy bueno, papá —fingió una voz más gruesa que hizo reír a Galen.—Bien, trae tu mochila que la tía Clarisse te está esperando —señaló y el niño cogió sus cosas para luego ir corriendo hacia la sala—. ¡Espera, no corras, Canguro!—¡Tía Clarisse! —gritó y saltó a sus brazos con una enorme sonrisa.—¿Emocionado por quedarte esta noche conmigo?—Ajá, porque papi saldrá con su novia.—¡No es mi novia, Pat! —se quejó Galen entre risas.—Eso cree él —el niño le susurró a la pelinegra.—Estoy de ac