A veces nos acostumbramos tanto a la vida que olvidamos que es pasajera, que en un momento estamos y al siguiente nos hemos marchado. Que nuestros familiares y amigos quedarán marcados ante nuestra perdida, que nadie volverá a ver el mundo de la misma forma y que el dolor se convertirá en una constante en su día a día.Realmente nadie está preparado para vivir una situación cómo esa, sin embargo, diariamente y en todas partes del mundo alguien moría. Era inevitable por mucho que la humanidad trabajase en crear maneras para contrarrestarla, jamás podrían deshacerse de ella. Se trataba de una fuerza misteriosa y natural, algo parte del balance cósmico en el que estamos incluidos todos.El miedo a la muerte sólo evitaría que no fueran capaces de vivir cómo era debía, siempre mirando sobre sus hombros en caso de que algo llegase por detrás sin avisar.Y Serena estaba totalmente familiarizada con la gélida sensación que la muerte dejaba en cualquier lugar en el que su familia llegaba. Algu
―Muy bien, cielo. Con eso estaría todo terminado.El joven sonrió orgulloso al escuchar las palabras de su madre.―¡¿De verdad?!―Claro, por lo visto no queda nada más en tu lista de tareas pendientes ―su hijo la miró con grandes ojos llenos de una brillante ilusión―. De acuerdo, dame el permiso y lo firmaré.―¡Gracias! ―le dio un fuerte abrazo y luego le entregó la hoja de color lila y después de que su madre firmó, volvió a abrazarla―. ¡Eres la mejor, mamá!―Ay, por favor. Eso ya lo sé, mejor ve a adular a tu padre para que venga a cenar.―¿A quién van a adular? ―canturreó el padre de familia. Al pasar junto a su hijo le revolvió todo el cabello―. Huele delicioso, ¿qué hay para cenar?―El pollo que pedí a domicilio.―Vaya, la especialidad de la casa ―su esposa le arrojó un pañuelo a la cara mientras reía por la broma―. Tu madre nos sorprende una vez más con uno de sus platillos más elaborados, hijo. ¡Pollo frito de la tienda!―¡Ey, lo dices cómo si no supiera cocinar!―¿Y ella sabe
Glen se quedó de pie, tratando de asimilarlo todo. Clarisse, su hija, estaba siendo protegida por el FBI, pero ¿cómo había llegado su vida a tal extremo? Apretó la mano de Rose con más fuerza, sintiendo su temblor.―¿Y qué se supone que hagamos? ―preguntó con un dejo de desesperación―. ¿Nos van a poner bajo protección? ¿Cómo podemos proteger a Brennan?La agente asintió, comprensiva del pánico que comenzaba a manifestarse en los ojos de los O’Nelly.―Tenemos un plan para su protección inmediata. Se les llevará a una ubicación segura, fuera del alcance de la organización, hasta que podamos neutralizar la amenaza. Brennan también será puesto a salvo con ustedes. Todo ya ha sido coordinado con las autoridades canadienses.Rose, aún con el corazón en la garganta, tomó una decisión en medio de su caos mental.―Está bien, haremos lo que sea necesario. Pero quiero ver a mi hija, quiero que Clarisse esté con nosotros. No podemos estar separados en un momento como este.El agente hizo una paus
De pronto el estruendo de los disparos llenó el aire mientras el vehículo blindado tomaba curvas cerradas, el motor rugiendo con esfuerzo. Brennan se encogió en su asiento, cubriéndose los oídos, y Glen, con el corazón latiendo a mil por hora, estiró una mano hacia su hijo, intentando darle un poco de consuelo en medio del caos. Pero sabía que no había palabras suficientes para calmar el terror que los envolvía a todos.Saenz, en la cabina delantera, mantenía su atención dividida entre los monitores y el paisaje borroso que pasaba a gran velocidad. El equipo estaba bien entrenado para este tipo de situaciones, pero el enemigo, la organización Garra Violeta, era peligrosa y cada vez más audaz. El hecho de que hubieran llegado tan cerca significaba que sabían exactamente lo que buscaban.―Nos siguen pisando los talones ―gruñó Holland, su compañera―. Necesitamos perderlos antes de llegar al punto de extracción o tendremos una emboscada en nuestras manos.Saenz maldijo por lo bajo.La car
El vehículo blindado luchaba por mantenerse en marcha mientras el agua lamía sus costados, pero lentamente iba ganando terreno. Las luces de los vehículos enemigos se detuvieron en la orilla del río, dudando sobre si seguir o no. Era su oportunidad de ganar algo de ventaja, aunque sabían que los Garra Violeta no se rendirían tan fácilmente.―¿Cuánto más? ―preguntó Glen, su voz ronca por el nerviosismo.Saenz consultó rápidamente su mapa en la tableta antes de responder:―Menos de cinco kilómetros. Pero estamos expuestos si se arriesgan a cruzar el río también. No podemos bajar la guardia.El auto salió del agua con un chirrido metálico y empapado, pero aún en funcionamiento. El terreno al otro lado del río era más denso, con árboles altos que ofrecían una ligera protección, aunque también reducían la visibilidad. La persecución no se había detenido; las luces enemigas titilaban, señalando que los Garra Violeta no se habían dado por vencidos.―Daniels, mantente en el sendero, pero prep
Mientras tanto, en la sala de control, Jax miraba con incredulidad cómo el vehículo anónimo se abría paso. Su corazón latía rápido, no sólo por la sorpresa, sino por la creciente sospecha de que Brion no le había contado todo.―¿Qué es esa cosa monstruosa? ―volvió a preguntar Jax, esta vez con una mezcla de preocupación y enfado. Había sido excluido de decisiones vitales, y eso podría costarles caro―. ¿De donde salió ese vehículo tan grande?Brion lo miró con calma, aunque sus ojos ocres seguían cargados de una furia apenas contenida, sin embargo, no respondió. A pesar de sus dudas, Jax tuvo que admitir que el misterioso tanque todoterreno estaba haciéndoles un favor, pero no podía quitarse de la cabeza que todo esto estaba demasiado calculado, como si Brion hubiera estado planeando más de lo que él mismo sabía.El radar de Rubén emitió un pitido más fuerte, indicando que algo más grande se aproximaba desde el este.―¡Helicópteros enemigos, diez kilómetros y acercándose rápido! ―gritó
Brion cerró los ojos por un segundo, su respiración se mantuvo controlada, pero la tensión en su mandíbula lo delataba. Clarisse se quedó mirándolo, furiosa, con los ojos llenos de preguntas que no tenían lugar en ese caos. Sabía que estaba poniendo en peligro más de lo que podía comprender, pero su necesidad de respuestas era más fuerte que el miedo.―No me voy a ir hasta que me digas qué está pasando ―insistió Clarisse, esta vez sin alzar la voz, pero con una firmeza que Brion reconocía bien. Era la misma mujer que había amado, pero ahora sus caminos estaban distantes, enredados por una serie de malas decisiones y circunstancias.«Mierda, ahora entiendo porqué Brion nos pidió que la cuidáramos», pensó Jeremy y dio un paso hacia ellos.―Clarisse, creo que lo mejor es que dejen esa conversación para después ―la tomó del brazo, pero ella lo sacudió para liberarse. Sus ojos nunca se apartaron del hombre frente a ella.―Tú lo prometiste ―musitó con firmeza―. Dijiste que no habría más sec
La comunicación se cortó abruptamente con una estática ensordecedora, lo que hizo que todos en la sala contuvieran el aliento. Clarisse sintió cómo su cuerpo temblaba aún más, y aunque Brion seguía sosteniéndola, la sensación de impotencia crecía. El peso de la situación caía sobre ella como una perdida: su familia estaba en medio de un fuego cruzado, y las palabras de Brion, aunque llenas de convicción, no lograban disipar el miedo.—Necesitamos tener fe en Owen —dijo Elian, tratando de mantener el control de la situación, aunque la tensión era palpable—. Su alteza lo envió allá por una buena razón. Sí lo va a lograr, todos lo harán, y el Buster está diseñado para soportar casi todo.—Pero eso no significa que sea invulnerable —interrumpió Rubén, su nerviosismo comenzando a ganar terreno. Se pasó una mano por el cabello, claramente agobiado por la situación.Patrice se posicionó junto a su amigo, sus ojos fijos en la pantalla.―Brión, esto es una locura ―apenas pudo pronunciar.—No t