Se acarició el vientre mientras esperaba, quería que él dijera algo, sin embargo, parecía que estaba congelado por completo. Le habló varias veces, lo movió y hasta se paró frente a él, pero nada. ¿Qué más le quedaba hacer? ¿Darle una bofetada para que reaccionara?No.Eso sería demasiado.La verdad no era tan necesario llegar hasta ese punto a pesar de que una parte de ella tenía el deseo de querer hacerlo. Una vez lo intentó y él le detuvo la mano antes de que pudiera tocarlo, y le advirtió que nunca más lo volviera a hacer. Así que lo mejor sería borrar eso de su mente, en especial sabiendo que podía volver a explotar.No consideraba que él fuese capaz de agredirla, pero cuando se está furioso no hay ningún tipo de control, por lo que mejor sería irse. No obstante, cuando se dispuso a hacerlo, él la sujetó de la mano de manera sorpresiva. No fue brusco ni nada, pero no esperaba que se moviera y menos que la tocase.―Por favor… ―sus ojos color ocre estaban apagados, tristes y crista
No tenía mucho tiempo, debía ser rápida si quería volver antes de que alguien la fuese a buscar. Y es que desde que llegó Otto no se le a despegado en ningún momento, lo cual obviamente es sumamente asfixiante. Era claro que su madre no estaba dispuesta a perderla de vista, pero la duda era: ¿por qué razón?Hasta el momento había cumplido con todo, justo cómo Brion le indicó para que no levantara sospechas. Era necesario que todos pensaran que su madre y tíos siguieran creyendo que nada cambió y que seguían estando del mismo lado. Especialmente con ella que tenía dos niños a los que debía salvaguardar hasta que terminara esa guerra silenciosa.Serena no era alguien que se metía mucho en el negocio familia, asistía a las reuniones cuando era necesario y podía tomar decisiones en nombre de la familia, siempre y cuando para eso fuese enviada, pero normalmente no se inmiscuía. Por ello resultaba muy raro que su madre la mandase solamente a ella a cumplir con la captura de tres objetivos,
El hombre de cuna noble dejó un beso en la frente de su hijo, le acomodó el cabello y sonrió. Luego imitó la misma acción con su hija menor y dejó que se los llevaran a dar un baño a manos de las nanas reales. Se dio la vuelta y abrió la puerta para salir y se encontró de cara a cara con su suegra, la princesa Verona.―Ottis, ¿saldrás a algún lado? ―inclinó la cabeza a un lado y alzó una ceja mientras sonreía.Nadie creería que esa mujer podía asesinar a alguien a sangre fría o que estrangulaba a sus propios hijos cómo medio de educación.El hombre de piel bronceada respondió la sonrisa y se mostró calmado, cómo si no tuviese que salir corriendo a la mansión secreta de Brion a las afueras de Balar. Su respuesta podría se utilizada ahora y después de ser necesario a favor de ella.―Debo ocuparme de algunos asuntos en la refinería. Rugero necesita mi firma para algunos papeles importantes.―¿Y por qué no los envía? Supongo que no quieres dejar solos a los niños por mucho tiempo ―mencion
Ivany Wallhet estaba de pie frente aquel edificio minetras lo observaba boquiabierta. Pues, recibir una llamada para una entrevista laboral en la Clínica Gerdiene era dar un gran paso en el área médica, muchos querían trabajar ahí, pero sólo los mejores lograban ser admitidos.Y ese pensamiento la llevó a otro.¿Cómo supieron de ella?Es decir, se sentía halagada de que la consideraran para una entrevista, pero ella nunca solicitó una plaza en esa clínica privada. Y no es que no quisiera, por supuesto que sí, pero no se sentía tan calificada cómo para ocupar un puesto en un centro médico privado de ese renombre.Estaba muy nerviosa y eso que ni siquiera había entrado, pero no podía quedarse ahí parada todo el día. El cielo amenazaba con llover o tal vez con dejar caer una suave nevada, era difícil decirlo con absoluta seguridad porque no vio el reporte del clima antes de salir de casa.A pesar del frío que hacía, sus manos sudaban dentro de los guantes de lana. Respiró profundo, inten
Una vez terminada la entrevista el príncipe Brion le pidió a la doctora Wallhet que la acompañara. Bajaron al estacionamiento en donde un par de vehículos esperaban por ellos.Por supuesto que Ivany tenía muchas dudas, jamás había estado en esa situación y los nervios obviamente no ayudaban en nada. Lo que quería era romper el silencio y saber a donde iban, pero su alteza real se mantuvo centrado en lo que fuese que estuviese haciendo en el teléfono. Así que no le quedó más opción que mantenerse en silencio y viendo por la ventana.Luego de un buen rato de camino llegaron a lo que le pareció a ella una versión moderna de la Casa Blanca. Los jardines que rodeaban la casa eran preciosos, dignos de la monarquía, pero la estructura de la mansión era simplemente preciosa.Fueron a la oficina de Brion, donde Rubén permaneció junto a la puerta.―Este lugar es hermoso ―alabó boquiabierta y después se dio cuenta que el príncipe la observaba―. Lo siento.Brion sonrió amablemente y meneó la cabe
Ottis dejó el deportivo cerca de la entrada y cuando se acercó a la entrada de la mansión los guardias de Brion lo recibieron con una reverencia. Esa acción al inicio le tomaba un poco fuera de lugar, pues a pesar de haber nacido en una familia noble, en realidad no era suficiente para ser tratado de esa manera. No obstante, era el consorte de la princesa Serena y debía ser tratado cómo cualquier otro miembro de la realeza.Pasó hasta la sala de estar principal y al no encontrar a nadie siguió buscando hasta que dio con Owen. El cual de inmediato también inclinó la cabeza.―¿Dónde está Brion?―En su despacho. Tiene una reunión importante, se…No lo dejó terminar de hablar, pasó a su lado sin decir nada más para ir a la oficina privada del primo de su esposa. De ahí estaba saliendo el pelinegro junto con la madre del nuevo príncipe heredero y una mujer a la cuál desconocía por completo.―Brion, necesito hablar contigo inmediatamente.El pelinegro mantuvo una expresión neutral y después
El joven no dejaba de ver a su prometida. Es hermosa desde cualquier ángulo y haciendo cualquier cosa, y ahora mismo estaba jugando con sus pequeños primos. Gideon jugaba con una rana de felpa frente a ella, mientras que ella cargaba a la pequeña Zola y esta trataba insistentemente de atrapar ese mechón de cabello sobre ella.Aquella vista se había convertido en algo hipnótico en ese momento para él, pues hace un rato que estaba en la misma posición y con la misma expresión.Luego de haber terminado la sesión de fotos para la campaña infantil ellos se ocuparon de cuidar de ambos niños, lo cual fue una suerte porque Verona insistía en ser ella la que los vigilara. No obstante, jamás dejarían que esa mujer se quedase sola con ellos sabiendo que estaba interesada en tenerlos para ella.Al final ella desistió y dijo que volvería en otro momento para compartir algo de tiempo con sus nietos. Por supuesto que nadie se lo oba a permitir, si ellos llegasen a quedarse con los bebés y eliminar a
Daliah sintió el calor de los brazos de Oliver rodeándola, ofreciéndole un consuelo que por un instante pareció aliviar el peso que llevaba sobre sus hombros. Sin embargo, la realidad seguía presente, implacable, como un espectro que acechaba cada uno de sus pensamientos La situación era más complicada de lo que había imaginado. No era solo el miedo a ser madre, sino el miedo a lo que significaría traer un hijo al mundo bajo el yugo de la familia, en un reino que parecía desmoronarse por la ambición desmedida de sus miembros.Finalmente, después de un largo silencio, Daliah habló, su voz apenas un susurro.—Oliver, no puedo dejar de pensar en lo que va a pasar —dijo, su tono lleno de desesperación—. En lo que podría pasar si Brion no logra convertirse en rey. No veo un futuro para nosotros…, para nuestros hijos…, si es que llegamos a tenerlos.Oliver se giró hacia ella, con el corazón pesado al ver el dolor reflejado en su rostro. Sabía que Daliah estaba sufriendo, pero se sentía inca