L’guevett o la casa del lago cómo era llamada vulgarmente, era una propiedad deslumbrante, una de las muchas que pertenecía a la familia real. El rey Lacus cómo un regalo de matrimonio para su esposa, la reina Belén en 1807, y desde entonces no sólo ha sido un destino vacacional para la realeza, sino también un sitio histórico.Pero esa noche era el lugar en donde estaban presentes los altos mandos de las agrupaciones criminales más peligrosas del mundo. Algunas podrían ser un mito y otras tan viejas que hasta era parte de la historia del mundo. Sin embargo, a pesar de que eran poderosas, ninguna podía hacer nada sin autorización de los peores de todos.La Gran Hidra tenía sus múltiples ojos sobre todos y cada uno de ellos, no había escapatoria del aterrador poder que tenía la familia real. Es por eso que, si ellos llamaban, todos respondían.El lugar estaba lleno, hombres y mujeres de diversas edades y etnias convivían en una zona neutral, pues no todos se llevaban bien. Pero si alg
«Traidores entre nosotros», la frase se repitió en la cabeza de las tres princesas.Serena de inmediato concluyó que ellos lo sabían.Sabían del trato que hizo con Brion y ahora la matarían frente a todo el público. Y no sería una muerte rápida e indolora, encontraría la perversa manera de extender su sufrimiento el mayor tiempo posible para utilizarlo cómo entretenimiento.Quería salir corriendo, pero su cuerpo se congeló en el lugar donde estaba. El corazón le latía desbocadamente, sentía que sufriría un paro cardíaco, aunque considerando la situación en la que se encontraba, sería lo mejor. Al menos de esa manera no les daría la satisfacción de que la puedan matar con sus propias manos.No obstante, un nuevo pensamiento surgió para activar su instinto de supervivencia, pues sus hijos salieron a flote en su mente.Gideon y Zola quedarían bajo la absoluta tutela de su psicótica madre, pues sabía que ni ella ni Otto serían perdonados. El horror que fluyó por su cuerpo al momento que i
¿Traidores?¿Ellos?¿Cómo?¿Por qué arruinarían su vida así?―¡Esto no tiene sentido! ¡Mi esposa no es una traidora! ―gritó un hombre de rasgos asiáticos.―¿Estás diciendo que nos hemos equivocado, Yuno? ―siseó Verona, apareciendo por detrás de él―. Mira a tu alrededor. De todas las personas que están acá esta noche sólo unos cuantos fueron manchados por la traición y deben pagar por ello. ¿Crees que fue un error? Nosotros no cometemos errores, pero es un gusto que tú estés fuera de esto. De ese modo alguien podrá no sólo cuidar de tu familia, sino también ocuparse de las labores de tu difunta esposa.―¿Difunta? ―la sangre se le congeló ante esa palabra―. No, no, no. ¡Por favor, sus altezas! ¡Debe haber una manera de solucionar esto! ¡Teresa, defiéndete!―De nada sirve que lo haga ―prosiguió la princesa Carmina―. Al igual que Teresa, todos estos imitadores de Judas decidieron aliarse con Brion. Tal parece que mi sobrino consiguió darles de alguna forma una oferta mejor que la vida lle
Los autos se detuvieron cerca del camino que daba a la entrada de los terrenos de L’guevet. Con un derrape que causó un levantamiento de tierra. Inmediatamente los equipos descendieron, y entre ellos se encontraba su alteza real siendo escoltado por sus guardias personales.―Si algo ocurre ya sabe lo que debe hacer, señor. No se arriesgue demasiado y no los provoque más de lo debido ―le recomendó Jax, quien usaba una mascarilla para ocultar su identidad al igual que los demás agentes federales―. Tal vez tengamos suerte de para dar un fuerte golpe esta noche y terminar absolutamente todo este lío.―L’guevet es una fortaleza. Deben asegurarse de que nadie entre ni salga cuando lleguemos ―Brion ignoró a su asociado mientras hablaba con Peter―. Conoces este lugar mejor que nadie, así que muéstrales las salidas ocultas que tiene directo al pantano.―Joven Brion, realmente pienso que lo mejor sería si me quedo a su lado ―opinó el hombre.―Te necesito cubriéndome en caso de que deba escapar
Nadie se podía creer lo que veían.El príncipe Brion actuaba como si ninguno de sus aliados le importase. Movió las entrañas esparcidas de aquel hombre con la punta del zapato y una expresión de asco se dibujó en su rostro. Incluso el resto de las personas que fueron capturadas lucían perturbadas por el actuar de su jefe. Esperaban que él fuese diferente, que él no se atreviera a tratarlos cómo meras herramientas desechables y que les regresara su libertad, pero no pasaría eso.―Esto será difícil de limpiar… Tal vez quede una mancha ―murmuró Brion―. Deberían colocar una alfombra acá para cubrirla.―¡¿Por qué todos se le quedan viendo?! ―exclamó un sujeto que desenfundó su arma―. ¡Es el maldito traidor que…!Su cuerpo cayó inerte tras recibir terminar con una cuchilla enterrada en la garganta. Brion ni siquiera tuvo que girarse completamente, sólo arrojó el arma usando su visión periférica y demostrando que el príncipe sigue teniendo esa puntería mortal.―No recuerdo haberle dado permi
―¡Espero que disfruten este regalo! ―musitó Brion.Tras sus palabras las ventanas estallaron cuando el grupo de asalto las atravesó y de inmediato una gruesa cortina de humo se encargó de cubrirlo todo. En un segundo la guardia real rodeó a la familia real, evitando algún hueco que pudiese ser usado para dañarlos y se prepararon para lo que le fuese.Mientras que el equipo de Brion hizo exactamente lo mismo, sólo que este no se quedó solamente atrás, sacó un arma y preparó su cuchillo.―¡Vamos, vamos, vamos! ―gritó Jax a sus hombres.Se movieron a través de la cortina de humo, pero los disparos empezaron a volar de un segundo para el otro. Sin embargo, el equipo del FBI estaba preparado para ese ambiente con lentes especiales para ver a sus objetivos cómo era debido.―¡Esto es una locura! ―gritó Owen para hacerse escuchar sobre los disparos―. ¡No puedo ver nada!―Debemos permitir que Jax se encargue de la situación, así que no te desesperes ―le dijo su jefe―. Pero no bajes la guardia,
El humo seguía envolviendo la sala, mezclándose con el resplandor de las llamas que devoraban los tapices y las obras de arte. Brion mantuvo la vista fija en su tío, los ojos llenos de determinación. Hasta que Zadriel fue el primero en moverse al disparar contra él y correr lejos de la lucha. Sin embargo, Brion no se quedó atrás y le siguió hasta un corredor en el que apenas había humo.Zadriel se lanzó hacia Brion con una velocidad sorprendente para alguien de su edad, su cuchillo destellando bajo la luz intermitente del fuego. Brion se preparó, bloqueando el primer ataque con su propia arma y contrarrestando con un golpe al abdomen que hizo retroceder a su tío.―Oh, vamos, duque. No me digas que ya estás demasiado viejo y cansado para esto ―se burló Brion, avanzando con pasos calculados―. ¿Pasarás toda la noche escapando?Zadriel soltó una carcajada maniaca, sus ojos brillando con una mezcla de furia y diversión. A pesar de su actuar, realmente esta furioso y todo era por ese título
La princesa Carmina gritó furiosa y estrelló la copa contra una pared con el deseo de descargar su enojo y frustración. El vino terminó manchando la alfombra cómo si fuese sangre.―Su alteza, debe permanecer quieta para poder curar sus heridas ―le comentó el enfermero. Acomodó sus gafas con nerviosismo, no quería hacer enfurecer a su jefa.Carmina tenía una pequeña quemadura en un costado y algunos cortes en un brazo. La explosión la había alcanzando lo suficiente cómo para rosarla antes de que lograse escapar de L’guevete. Ahogó un grito en el momento que sintió el alcohol ingresar en la herida, pero cuando no pudo soportar más lo golpeó con la bandeja.―¡Eso duele, grandísimo inútil! ―rugió.―Lo siento, su alteza… ―dijo en hilo de voz. La princesa realmente había sido dura al darle en el mentón―. Intentaré hacerlo mejor.―¡No!―¡Carmina, deja que te cure y para con tu rabieta! ―le regañó su hermana que también estaba siendo atendida. En su caso había recibido un fuerte golpe en la c