CAPÍTULO 408

La princesa Carmina gritó furiosa y estrelló la copa contra una pared con el deseo de descargar su enojo y frustración. El vino terminó manchando la alfombra cómo si fuese sangre.

―Su alteza, debe permanecer quieta para poder curar sus heridas ―le comentó el enfermero. Acomodó sus gafas con nerviosismo, no quería hacer enfurecer a su jefa.

Carmina tenía una pequeña quemadura en un costado y algunos cortes en un brazo. La explosión la había alcanzando lo suficiente cómo para rosarla antes de que lograse escapar de L’guevete. Ahogó un grito en el momento que sintió el alcohol ingresar en la herida, pero cuando no pudo soportar más lo golpeó con la bandeja.

―¡Eso duele, grandísimo inútil! ―rugió.

―Lo siento, su alteza… ―dijo en hilo de voz. La princesa realmente había sido dura al darle en el mentón―. Intentaré hacerlo mejor.

―¡No!

―¡Carmina, deja que te cure y para con tu rabieta! ―le regañó su hermana que también estaba siendo atendida. En su caso había recibido un fuerte golpe en la c
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