Llevaban unas dos horas desde que llegaron a la clina veterinaria, Soren dio la orden de que le dieran al perro la mejor atención sin importar el costo. Y en un parpadeo un grupo de veterinarios estaba rodeando al animal herido mientras lo llevaban a una sala.Desde entonces ninguno había hablado, de hecho, él mantuvo distancia con ella. No hacía más que ver por la ventana y Clarisse se preguntaba qué estaría pasando por su cabeza. Se notaba perdido en sus pensamientos, los cuales parecían ser bastante abrumadores porque ni siquiera se movía.Clarisse tomó una gran bocana de aire y se levantó de la silla en la que estuvo desde hace rato.—¿Estás bien? —preguntó, suavemente, pero él ni se inmutó—. Soren, habla conmigo. ¿Qué pasó allá? Estabas tan…—Perdí el control.Su voz sonó seca y amarga, estaba disgustado consigo mismo luego de perderse en su ira de esa manera frente a ella.—Sí, eso fue bastante claro —comentó Clarisse—. ¿Por qué?—Yo… —no supo qué decir.No podría hablarle de su
—¡SANTO DIOS! ¡PETER! —gritó Liza en cuanto vio a Soren llegar cubierto de sangre. Corrió hacia él para auxiliarlo, pero él la tomó de los brazos—. ¿Qué pasó? ¿Quién le hizo esto?—No, tranquila. No es mía —dijo el joven rápidamente.El jardinero llegó de inmediato y en su mano traía un arma que ocultó tras su espalda cuando vio a Clarisse.—Señor, ¿está bien? ¿Por qué hay tanta sangre? —preguntó el mayor, preocupado porque lo hayan herido.—Por favor, guarden la calma los dos —pidió el pelinegro quitándose el abrigo—. Estoy bien. Hubo un inconveniente, pero nada de qué preocuparse —sus ojos les transmitió el mensaje y el personal intercambió miradas.—¿Y de donde es toda esa sangre? —indagó Liza con el ceño fruncido.—Soren se peleó con unos tipos que estaban maltratando a un pobre perro en la calle —explicó Clarisse para que ambos adultos se tranquilizaran—. Ambos estamos bien. Debieron ver cómo quedaron los otros.—Me lo puedo imaginar… —murmuró Peter, ya con tranquilidad.—Ve por
La alarma hizo acto de presencia, Clarisse arrastró una mano fuera del confort de las sábanas y apagó el despertador cuando alcanzó la pantalla de su teléfono. Observó el brazo que estaba alrededor de su cintura y le pareció bastante raro.En el pasado no disfrutaba para nada que alguien la abrazara al dormir, le parecía muy incómodo y hasta sofocante. Sin embargo, ahí estaba con un hombre dormido junto a ella que la abrazaba y no le disgustaba. De hecho, el contraste entre la piel fría de Soren y la cálida suya le parecía bastante agradable.Alzó la mirada hacia su rostro, tenía un parche en el lado izquierdo de la frente y una cortada en una esquina del labio inferior. Al igual que un moretón en el pómulo derecho, producto de la pelea que tuvo la noche anterior. Pero a pesar de eso se mostraba en total relajación, como si fuera lo más normal para él dormir con ella. Se preguntó si él acostumbraba a dormir así con otras chicas o si era de los que prefería estar de su lado. Daba igua
—Uh, alguien vuelve con la misma ropa del día anterior. ¿Algo que quieras contarnos? —bromeó Galen, alzando las cejas repetidas veces.—Me quedé anoche, pero no por lo que piensan —reveló Clarisse—. Vino por mi e íbamos en camino cuando vimos que unos tipos estaban golpeando a un perrito en la calle. Soren peleó con ellos, bueno, en realidad les dio una terrible paliza.—¿Y él está bien? Dime que no le pasó nada a su linda carita —habló Lorna, haciendo reír a sus amigos.—Sólo unas pequeñas heridas, pero está bien.—¡No su cara! —exclamó Lorna.—Cálmate, no es para tanto —alegó Galen.—¿Bromeas? Es un papucho, su cara parece tallada por los mismos ángeles —dijo con una voz más gruesa y pronto los tres estuvieron riendo.—De acuerdo, eso fue aterrador —dijo el rubio.—¿luego que pasó? —preguntó Lorna.—Llevamos al animalito a una clínica veterinaria donde nos dijeron que estaría bien y se ofreció a pagar todo sin importar el precio —contó la chica.—Sólo los ricos pueden decir esas pal
La oficina de Soren Oversax era un lugar amplio con un juego de sofás en el centro junto con una mesa ratonera. De un lado estaba una mesa con varias botellas con licores y del otro lado una repisa con algunos accesorios.Todas las paredes eran de vidrio inteligente, así que cuando llegó al escritorio presionó un botón y el cristal se volvió opacó por completo. Y ya que el cristal era a prueba de sonido, obtenía total privacidad sin preocupaciones.Tomó asiento y se quitó la pulsera metálica que siempre llevaba puesta. Retiró una sección, revelando un conector de memoria USB y lo puso en la entrada de la computadora. La pantalla se tornó verde militar y un círculo se formó en el centro.—Bienvenido. Permítame el código de acceso, por favor —dijo una voz femenina, proveniente del equipo.—C4L018G3N —pronunció con claridad.—Acceso concedido.En pantalla apareció un escritorio con una serie de carpetas ordenadas adecuadamente con nombres en clave. Entró en una de ella y se mostraron var
—Bienvenido, ¿qué tal su día? —preguntó Liza, amablemente al ver llegar al pelinegro.—Estuve ocupado con el papeleo para la nueva sucursal —contestó, frotándose el rostro con las manos—. ¿Dónde está Peter? Necesito hablar con ambos.—Me parece que está en el estudio. ¿Por qué? ¿Ocurrió algo? —indagó con una ceja arqueada.—Se trata de un nuevo objetivo de la lista —mencionó Soren y se dirigió al lugar que le mencionó con ella siguiéndole—. Requeriré una táctica diferente para este trabajo.—¿A qué se debe ese cambio?—Acá estás, Peter —dijo al entrar y él los vio con confusión.—Señor, bienvenido. ¿Qué necesita?—El FBI ubicó a Sergei Lugo, así que tendré que volar a Malacia para encargarme de ello —explicó Soren.—¿Irá solo? —preguntaron Peter y Liza en sincronía.—No, de hecho, voy a requerir de tu compañía, Liza —la morena se sorprendió ante esas palabras, ya que no solía participar en sus misiones.—¿Debería preguntar por qué yo? —cuestionó la chica.—Sergei tiene una serie de pr
El resto del camino fue tranquilo mientras platicaban y eso logró hacer el viaje más corto. El auto se detuvo frente al edificio departamental y Clarisse miró la estructura.—¿Quieres entrar? —le ofreció, apuntando con el pulgar al edificio.—Sí, gracias —respondió el pelinegro de manera educada.Bajaron y caminaron uno junto al otro hasta el elevador.Clarisse se sentía nerviosa, no obstante, no sabía realmente la razón. Soren no sería el primer chico que ella llevaba a su departamento, aunque no significa que hayan sido muchos. La verdad es que al llegar a Seattle tuvo algo con un chico, el cual no era nada estable.Tenía la costumbre de desaparecer y aparecer de la nada, y a Clarisse no le gustó tener una relación con una presencia intermitente.Luego salió un tiempo con Galen, se conocieron en el trabajo y creyeron gustarse, sin embargo, su relación nunca se estableció. Así que tomaron la decisión de finalizarla para quedar sólo cómo amigos y la verdad, es lo que siempre debieron
Su mañana había iniciado como de costumbre, con un mensaje de oren deseándole un buen día y era algo que le agradaba. El hecho de que él pensara en ella le parecía adorable, especialmente porque sabía que Soren difícilmente se levantaba temprano. No obstante, ese día fue diferente por que pelinegro ya se encontraba camino al aeropuerto o eso informó en uno de sus mensajes.Clarisse le deseó un buen viaje y le pidió que le avisara una vez llegase a su destino, Kuala Lumpur, la capital de Malasia.Por el tipo de trabajo del pelinegro era claro que solía tener esos viajes de negocios, eso impresionó a la ojiazul, ya que ella sólo viajó una vez fuera del país. Es decir, aquella vez que escapó de su boda fallida y tomó un vuelo directo de Vancouver a Seattle.Desde entonces no había vuelto a viajar de un país a otro.Así que sentía algo de envidia de Soren porque era capaz de poder tener esa clase de aventuras cada vez que quisiese.Especialmente porque tenía un jet privado.La pelinegra f