Cinco minutos antes de que Gari llegara, Guy se presentó en la oficina de la nueva CEO. El atractivo, pero a la vez arrogante chico, quería ponerse a la orden de Priscila.¿Qué realmente estaba buscando allí? ¿Cuáles eran las intenciones de Guy? Su deseo de vengarse de su hermano parecía incontenible e indetenible, por ello, cuando entró a la oficina de Priscila no tuvo ningún tipo de remilgos en provocar una incómoda situación entre ellos.—Buen día, mi querida jefa. —Priscila lo miró sorprendida al verlo entrar a su oficina sin ser anunciado por su asistente.—Buen día, ¿Quién le permitió la entrada a mi oficina? —Ah, disculpa. —giró la cabeza hacia la puerta.— Tu asistente no estaba y por eso me permití entrar, considerando que además de ser mi nueva jefe, eres la madre de mi sobrino, no vi necesario anunciarme.—Creo que de igual manera, debe recordar que estamos en una empresa y que debe cumplir las normas, Sr Gootemberg. —respondió en tono hostil.— Espero que esto no se
A la hora del almuerzo, Gari salió apresurado de su oficina, necesitaba hablar con su madre y saber a que se debía esa repentina decisión de regresar al pueblo. Condujo hasta la mansión Cliffort y minutos después, estacionó su auto y bajo del coche. Ya la mes estaba servida la mesa cuando entró, por lo que tuvo que dirigirse directamente hasta el salón comedor. —Buenas tardes —saludó y se sentó al lado de la silla donde estaba su madre. —Pensé que mi hija vendría contigo. —comentó Simons.—Pensé que ya estaría en casa —contestó con cierto tono irónico. Hacía más de dos horas que Samantha había salido de su oficina echa una furia ¿Dónde se habría metido? ¿Qué estaría haciendo? Por primera vez, Gari sintió un escalofrío al recordar sus palabras de amenaza “ ten cuidado, Gari Gootemberg, no sabes de lo que soy capaz”.— Estuvo en la empresa temprano, y no supe más de ella.—¿Y lo dices así tan tranquilo? —espetó Simons, a pesar de su conflicto con su hija, no dejaba de preocuparse
La mujer se giró, encontrándose con Susane. Se aproximó a ella y extendió su mano; April la miró sin entender el propósito de detenerla, aún así estrechó la mano de Susane con firmeza. —Quiero que sepas que no era mi intención echarte de esta casa. Esta casa en la que llevo más de veintiséis años de mi vida sintiéndome como un objeto más en ella, pero hay cosas que no puedo permitir y es ver que Simons sonríe y le brillan los ojos cuando te ve. —April intentó excusarse, pero Susane le pidió hacer silencio— ¡Sshhh! No digas nada. No es tu culpa. Sólo deseo agradecerte por haberme hecho abrir los ojos y darme cuenta de todo el tiempo que he sido la sombra de un hombre que nunca me amó.—¡Susane! Yo… —April dejó la maleta a un lado y ambas se abrazaron fraternalmente, como dos hermanas que se reconcilian después de haber discutido.Para Susane, aquel momento de su vida era crucial, el punto de inflexión donde te detienes y dices, ¡ya no más! Era el momento de darle un sentido a su vi
Finalmente llegó el día esperado, Gerald se despidió de Priscila. —Te deseo mucha suerte, Gerald. Quisiera poder acompañarte, pero tengo que ir a la empresa. —No te preocupes, estaré bien. Gracias por todo, Priscila. Si no vuelvo a verte, quiero que sepas que agradezco todo lo que me diste y no supe valorar. —Priscila sintió un nudo en la garganta e inmensas ganas de llorar, lo abrazó y él trató de no quebrarse.— ¿Puedo pedirte algo? —ella asintió— Cuida de mi madre, por favor —Priscila lo abrazó con mayor fuerza. Gerald salió de la mansión y subió al taxi que aguardaba por él. Minutos más tarde, llegó al juzgado. Roberto fue a su encuentro y ambos entraron al imponente lugar. —¿Estás listo? —preguntó, el abogado. —¡Sí! —contestó sin dudarlo. La sala estaba dispuesta para dar inicio a la Audiencia Preliminar. Gerald y su abogado caminaron entre las dos columnas laterales de asientos ubicados a cada lado de la sala para los testigos y el público. A pesar de tratarse de un caso alg
El timbre sonó, Helene arregló el escote de su blusa, dejando ver las dos prominentes redondeces que se asomaban tímidamente, antes de abrirle la puerta a su invitado.—Buenas noches señora fiscal. Traje el más exquisito coñac para brindar con usted —dijo mostrando la redondeada y lujosa botella de Coñac “Couvorsier XO”—Veo que no olvidas mis buenos gustos, Smith. —se hizo a un lado— entra, conoces bien cada uno de los espacios de esta casa. —Con tu permiso —Smith entró, y ella lo siguió de cerca.— Sigue intacta, veo que no has hecho muchos cambios.—Hay cosas en la vida que te niegas a cambiar, quizás porque esperas que algún día vuelva a ser verdad. —Smith sonrió brevemente.— Ve y sírveme una copa, quiero disfrutar de ese exquisito coñac. Smith destapó la botella, tomó del bar las copas y sirvió los dos tragos, regresó sonriente y le entregó la copa de coñac.—¡Salud! Por esta nueva oportunidad de verte. —brindó él estrellando su copa con la de Helene.—Ven, siéntate. —dij
Smith quedó sin palabras al escuchar la declaración de Gabriela. Todo su esfuerzo por meter a la cárcel a quien creía culpable, se desvanecía ante sus ojos. Aquella jugada de Roberto había sido un golpe bajo para él y la fiscal. Aún así, en un acto de desesperación, ambos quisieron rebatir aquella confesión.—¡Objeción, señoría! La testigo está mintiendo, las pruebas son claras, la señorita sólo busca desviar nuestra atención en el caso.—¡Aceptada! —contestó el juez golpeando con el mazo la madera. Gabriela lo miró con asombro, ella estaba diciendo la verdad y aquel hombre se atrevía a desmentirla. Roberto intervino en ese momento.—Su señoría, la testigo está bajo juramento, y si miente ante la corte puede también ser acusada de falso testimonio. Mi testigo no necesita mentir de forma innecesaria. Solicito permiso para solicitar la prueba n° 38 que es justo la llamada que ella realizó a mi cliente minutos antes de llegar a la escena del crimen, en la cual le informaba a mi cl
Guy desanudó y quitó la corbata, antes de bajar al coche estacionado frente un local algo particular, tomó la corbata usándola como venda para cubrirle los ojos a Samantha.—¿Qué haces Guy? —preguntó ella, confundida.—¡Sorprenderte! —Le contestó a secas. Luego la tomó de la cintura y la condujo hasta dentro del lugar. Aquella sensación de incertidumbre y dudas provocaba mayor expectación en Samantha.—¿Qué es este lugar? ¿A dónde me llevas? —preguntó sorprendida, mientras subía las escaleras sujetando la mano de su amante.—Tranquila, sólo déjate llevar ¿no dices que soy aburrido? pues entonces déjame demostrarte lo contrario. Al llegar al piso siguiente caminó por el largo y estrecho corredor. Todas las paredes estaban pintadas de negro y una hilera de puertas rojas a cada lado del pasillo le daban cierto aire de misterio y suspenso a aquel momento. Guy estaba tramando algo, eso era innegable; mas, ella estoy nunca imaginó lo que estaba por venir.Para hacerle comprender de q
Los pensamientos van y vienen en la mente de Simons. Su matrimonio de tantos años estaba por finalizar, su hija ya no era aquella chica impetuosa que lo apoyaba, había cambiado de tal manera que no podía creer que hubiera en ella tanta maldad. April no estaba a su lado para escucharlo o simplemente para platicar. Tenía dos opciones, dejarse abatir por ello o tratar de revertir aquella situación que lo perturbaba sin darle tregua a su ya cansada mente. No era el joven de antes, los años habían pasado indetenibles, dejando huellas en su rostro cansado y en su corazón. Aún así, no quería desistir de todo. Pero necesitaba encontrar algo que le diera ese deseo de continuar adelante. En tanto, Susane quien estaba dispuesta a reiniciar su vida, salió de la mansión esa mañana, en compañía de su chofer. —Lléveme al atelier de belleza, Henry.—Sí, señora, como usted ordene. Minutos después, ella bajó del coche. Entró al lujoso atelier donde normalmente iba sólo a arreglarse el corte de