El timbre sonó, Helene arregló el escote de su blusa, dejando ver las dos prominentes redondeces que se asomaban tímidamente, antes de abrirle la puerta a su invitado.—Buenas noches señora fiscal. Traje el más exquisito coñac para brindar con usted —dijo mostrando la redondeada y lujosa botella de Coñac “Couvorsier XO”—Veo que no olvidas mis buenos gustos, Smith. —se hizo a un lado— entra, conoces bien cada uno de los espacios de esta casa. —Con tu permiso —Smith entró, y ella lo siguió de cerca.— Sigue intacta, veo que no has hecho muchos cambios.—Hay cosas en la vida que te niegas a cambiar, quizás porque esperas que algún día vuelva a ser verdad. —Smith sonrió brevemente.— Ve y sírveme una copa, quiero disfrutar de ese exquisito coñac. Smith destapó la botella, tomó del bar las copas y sirvió los dos tragos, regresó sonriente y le entregó la copa de coñac.—¡Salud! Por esta nueva oportunidad de verte. —brindó él estrellando su copa con la de Helene.—Ven, siéntate. —dij
Smith quedó sin palabras al escuchar la declaración de Gabriela. Todo su esfuerzo por meter a la cárcel a quien creía culpable, se desvanecía ante sus ojos. Aquella jugada de Roberto había sido un golpe bajo para él y la fiscal. Aún así, en un acto de desesperación, ambos quisieron rebatir aquella confesión.—¡Objeción, señoría! La testigo está mintiendo, las pruebas son claras, la señorita sólo busca desviar nuestra atención en el caso.—¡Aceptada! —contestó el juez golpeando con el mazo la madera. Gabriela lo miró con asombro, ella estaba diciendo la verdad y aquel hombre se atrevía a desmentirla. Roberto intervino en ese momento.—Su señoría, la testigo está bajo juramento, y si miente ante la corte puede también ser acusada de falso testimonio. Mi testigo no necesita mentir de forma innecesaria. Solicito permiso para solicitar la prueba n° 38 que es justo la llamada que ella realizó a mi cliente minutos antes de llegar a la escena del crimen, en la cual le informaba a mi cl
Guy desanudó y quitó la corbata, antes de bajar al coche estacionado frente un local algo particular, tomó la corbata usándola como venda para cubrirle los ojos a Samantha.—¿Qué haces Guy? —preguntó ella, confundida.—¡Sorprenderte! —Le contestó a secas. Luego la tomó de la cintura y la condujo hasta dentro del lugar. Aquella sensación de incertidumbre y dudas provocaba mayor expectación en Samantha.—¿Qué es este lugar? ¿A dónde me llevas? —preguntó sorprendida, mientras subía las escaleras sujetando la mano de su amante.—Tranquila, sólo déjate llevar ¿no dices que soy aburrido? pues entonces déjame demostrarte lo contrario. Al llegar al piso siguiente caminó por el largo y estrecho corredor. Todas las paredes estaban pintadas de negro y una hilera de puertas rojas a cada lado del pasillo le daban cierto aire de misterio y suspenso a aquel momento. Guy estaba tramando algo, eso era innegable; mas, ella estoy nunca imaginó lo que estaba por venir.Para hacerle comprender de q
Los pensamientos van y vienen en la mente de Simons. Su matrimonio de tantos años estaba por finalizar, su hija ya no era aquella chica impetuosa que lo apoyaba, había cambiado de tal manera que no podía creer que hubiera en ella tanta maldad. April no estaba a su lado para escucharlo o simplemente para platicar. Tenía dos opciones, dejarse abatir por ello o tratar de revertir aquella situación que lo perturbaba sin darle tregua a su ya cansada mente. No era el joven de antes, los años habían pasado indetenibles, dejando huellas en su rostro cansado y en su corazón. Aún así, no quería desistir de todo. Pero necesitaba encontrar algo que le diera ese deseo de continuar adelante. En tanto, Susane quien estaba dispuesta a reiniciar su vida, salió de la mansión esa mañana, en compañía de su chofer. —Lléveme al atelier de belleza, Henry.—Sí, señora, como usted ordene. Minutos después, ella bajó del coche. Entró al lujoso atelier donde normalmente iba sólo a arreglarse el corte de
Susane salió del atelier y llamó a Brenda, una antigua amiga a quien llevaba años sin ver, acordaron salir de compras para luego reunirse en uno de los prestigiosos bares de New York y conversar. Luego de cambiar todo su guardarropas, la mujer regresó a casa. Fue hasta su habitación y no encontró a Simons, era mucho mejor así, no tenía el menor interés en discutir, sólo quería disfrutar de su libertad y volver a ser la mujer independiente que había sido hasta que de casarse con él. En tanto, en la otra habitación, Samantha terminaba de arreglarse para verse con su amante. Le envió un mensaje a Gari donde le decía que iría a reunirse con una de sus antiguas modelos, con quien trabajó tres años atrás. “Me reuniré con Christa, no sé a qué hora regrese” Gari sintió alivio al leer aquel mensaje, por lo menos no tendría que lidiar con ella y podría incluso ir a ver a su hijo y a Priscila, el encuentro que tuvieron en el auto de ella, lo tenía con ganas de más. El viernes prometía, para
—¡Susane! —la mujer se separó abruptamente de Theodore al reconocer la voz de su hija. Al ver a su madre, bajando de aquel auto y vestida de esa manera, la caprichosa joven quiso avergonzarla. —¿Qué ridiculez es esta, mamá? —¡Sam! No me hables así —dijo llena de vergüenza.—¿Samantha? —Theodore pronunció su nombre y ella volteó a ver al extraño que acompañaba a su madre.—¿Theo? ¿Qué haces aquí? —cambió su tono de voz. —Vine a traer a tu madre. ¿Simons, cómo está? —preguntó intentando desviar la atención de la mujer. —Mi padre está bien. —Me ofrecí a traer a tu madre, después que terminó la exposición en la galería —Susane levantó la mirada, ¿de que estaba hablando? Fue segundos después que entendió lo que ocurría, aquel caballeroso y gentil hombre quería distraer a su hija para evitar que la abochornase aún más. —¡Gracias, Sr Van Dijk! —dijo ella siguiéndole la corriente a su acompañante. —Ve a casa de una vez mamá y quítate ese disfraz de mujer liberal. No voy a pe
Mientras uno de los oficiales colocaba las esposas a Guy, el otro verificó el pulso de Gari.—No está muerto, sólo se desmayó. —dijo e intentó levantarlo. Gari abrió los ojos y miró a su hermano con repulsión. —¿Estás bien, Gari? —preguntó Susane, mientras buscaba una toalla para dársela, Gari asintió y con la ayuda del oficial se puso de pie. —¿Qué fue lo que ocurrió? —preguntó el oficial. Samantha quién estaba atónita al ver que Gari no reaccionaba, sólo respondió:—Fue sólo un mal entendido. —ella también estaba totalmente desnuda.—¿Un trío que salió mal? —Bromeó el segundo oficial. Susane se cubrió la boca con ambas manos para no reírse delante de los oficiales. —Dije que sólo fue un malentendido. El señor es mi esposo —dijo señalando a Gari. —Ah y supongo que este es su amante, señora —respondió el oficial en tono sarcástico, mientras apuntaba en su libreta de novedades.—Suéltelo oficial, es mi hermano, no es lo que usted piensa. —contestó Gari, mientras pasaba la m
Gari se vistió rápidamente para ir hasta el hospital, cuando salió al pasillo para bajar las escaleras, se encontró con Susane, quien no lograba conciliar el sueño. Estaba muy nerviosa e intranquila, además de todo lo que había pasado horas atrás, era la primera vez que Simons no estaba a su lado y en medio de su deseo de libertad, no se había ocupado en saber de él.—¿A dónde vas, Gari? ¿Qué ocurre? ¿Es Simons? —preguntó ansiosa.—Es Guy, está en el hospital, debo ir a verlo —Susane se llevó las manos a la cabeza. —¿Pero que le ocurrió? —preguntó y Gari bajó las escaleras precipitadamente, apenas respondiendo:—No lo sé, debo ir a verlo. Disculpa, Susane.El pelirrubio salió de la mansión, subió a su coche y condujo hasta el hospital. Minutos después ya estaba llegando, aparcó el auto y bajó de su coche. Entró al hospital yendo directamente al área de emergencia. Al ver a Alice fue hacia donde estaba la chica, acompañada de su madre, hecha un mar de llanto.—¡Alice! ¿Dónde est