El juicio

El timbre sonó, Helene arregló el escote de su blusa, dejando ver las dos prominentes redondeces que se asomaban tímidamente, antes de abrirle la puerta a su invitado.

—Buenas noches señora fiscal. Traje el más exquisito coñac para brindar con usted —dijo mostrando la redondeada y lujosa botella de Coñac “Couvorsier XO”

—Veo que no olvidas mis buenos gustos, Smith. —se hizo a un lado— entra, conoces bien cada uno de los espacios de esta casa.

—Con tu permiso —Smith entró, y ella lo siguió de cerca.— Sigue intacta, veo que no has hecho muchos cambios.

—Hay cosas en la vida que te niegas a cambiar, quizás porque esperas que algún día vuelva a ser verdad. —Smith sonrió brevemente.— Ve y sírveme una copa, quiero disfrutar de ese exquisito coñac.

Smith destapó la botella, tomó del bar las copas y sirvió los dos tragos, regresó sonriente y le entregó la copa de coñac.

—¡Salud! Por esta nueva oportunidad de verte. —brindó él estrellando su copa con la de Helene.

—Ven, siéntate. —dij
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