No todo lo que queremos, podemos tenerlo...

A la hora del almuerzo, Gari salió apresurado de su oficina, necesitaba hablar con su madre y saber a que se debía esa repentina decisión de regresar al pueblo. Condujo hasta la mansión Cliffort y minutos después, estacionó su auto y bajo del coche.

Ya la mes estaba servida la mesa cuando entró, por lo que tuvo que dirigirse directamente hasta el salón comedor.

—Buenas tardes —saludó y se sentó al lado de la silla donde estaba su madre.

—Pensé que mi hija vendría contigo. —comentó Simons.

—Pensé que ya estaría en casa —contestó con cierto tono irónico. Hacía más de dos horas que Samantha había salido de su oficina echa una furia ¿Dónde se habría metido? ¿Qué estaría haciendo? Por primera vez, Gari sintió un escalofrío al recordar sus palabras de amenaza “ ten cuidado, Gari Gootemberg, no sabes de lo que soy capaz”.— Estuvo en la empresa temprano, y no supe más de ella.

—¿Y lo dices así tan tranquilo? —espetó Simons, a pesar de su conflicto con su hija, no dejaba de preocuparse
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