Esa noche, Priscila no pudo dormir, durante toda la noche dio vueltas de un lado a otro no sabía que le preocupaba más en ese momento, haber mentido o el silencio sepulcral de Gerald. Por primera vez se sentía como una villana de las novelas que siempre leía en su app de novelas favoritas. Había mentido con su embarazo, tal y como lo hizo Larissa una de las villanos que más le impactó de la novela que recién acababa de terminar de leer la noche anterior.
Siempre creyó que aquello era parte de una historia inventada por el escritor pero ahora podía entender que a veces lo que parece ficción es la pura realidad. Tampoco lograba sacarse de la cabeza a aquel stripper misterioso, era como si él la conociera de antes, ella también sintió lo mismo cuando le hizo el amor la primera vez. El ronquido fe Gerald era insoportable, tampoco contribuía para que ella pudiese dormir un poco. Se levantó y fue por un vaso de agua.—¿Pensarás en mí, aunque sea un poco? —se preguntó Priscila.— ¿Dónde te metiste?Tomó el vaso de agua y se recostó en el sofá, allí estaría más cómoda que al lado de Gerald, su sola presencia la incomodaba. Decidió enviarle un mensaje a Annette y ponerla al tanto de la situación.Prisci “Annette, necesito que nos veamos mañana, Gerald regresó y está aquí”Annette tampoco se había dormido aún, llevaba horas enteras revisando las redes, riendo a solas, viendo memes. Ella era una mujer solitaria, sabía lo que era la soledad y se arrepentía de haberse separado de Michael, el único hombre que la hizo sentir mujer, pero un hombre que jamás le pertenecería porque era casado. Abrió el chat y vio el mensaje de su amiga, sobresaltada se incorporó y le respondió rápidamente:Annette: “¿Le dirás que es el padre de tu hijo?”Priscila le respondió de inmediato:Prisci: “Ya lo hice”Annette: “Oh por Dios, no te lo creo. ¿Y te creyó?”Prisci: “Eso creo. Mejor lo hablamos personalmente”Annette: “Tienes razón, borra la conversación, así no quedará pruebas”Prisci: “Paranoica, hablamos”.Priscila exhaló un suspiro profundo. Su vida había cambiado de rumbo en un dos por tres. Llevaba en su vientre el fruto de una noche intensa y de pasión, el hijo de un hombre que conoció y con quien folló toda una noche, alguien misterioso que apareció y desapareció de su vida de la misma forma, como una especie de aurora boreal que te deslumbra y luego desaparece como si nunca hubiese ocurrido.Después de conversar con Annette, Priscila se quedó profundamente dormida. Gerald despertó y al no verla, se levantó para ver hacia donde había ido. Se asomó en el baño, luego fue hasta la sala, la vio dormida en el sofá, se regresó a la habitación y llamó a Kate, quien aguardaba ansiosa por saber de él. Se suponía que Gerald le había prometido que al llegar al apartamento rompería su compromiso con su amiga y se iría a vivir con ella.—No puedo hablar muy duro, tengo un inconveniente con Priscila, no se siente bien —dijo en voz baja.—OK —respondió Kate, ilusionada, imaginando que todo había acabado entre Ellis y que tal vez por eso, su amiga estaba devastada. A pesar de todo, nunca quiso hacerle daño. Pero la vida la había puesto en una encrucijada, entre ser leal a Priscila o ser feliz con Gerald.El plan improvisado y desesperado de Priscila había salido perfecto, no sólo se estaba vengando de Gerald, sino también de su “amiga”.La mañana siguiente, luego de que Gerald saliera rumbo a la oficina, la pelicastaña se levantó, fue hasta su habitación, se dio una ducha y se alistó para encontrarse con Annette. Estacionó el auto frente a la casa de su amiga y sonó la corneta. La rubia afrancesada se asomó a la ventana y le pidió que aguardara. Priscila esperó unos minutos y comenzó a impacientarse.Cuando se dispuso a bajarse, vio saliendo por la puerta de atrás de la cocina al amante de su amiga.—No aprendes, Annette. —dijo moviendo la cabeza de lado a lado en negación a la falta de amor propio de su amiga.El hombre pasó al lado de su auto y no tuvo otro remedio que saludarla.—¡Buen día, Prisci! —ella aplanó los labios y agitó su mano.—Buenos días, Michael —dijo apretando los dientes con enojo.Finalmente Annette salió a su encuentro, subió al auto y antes de que Priscila dijera una palabra, se anticipó a decir:—¡Sí! Ya sé, ya sé. No debí llamarlo —bajó la mirada— No sé estar sola, Priscila, aunque trate de alejarme de él, siempre termino regresando a su lado.—No te preocupes Annette, no soy yo la más apta para decirte que está bien y que ni, cuando…—No puedo creer que te atreviste a decirle a Gerald que vas a tener un hijo suyo. —Priscila niega con su cabeza.—Ni yo misma, sé como lo hice. Simplemente llegué al apartamento, fui a la habitación y allí estaba él, tarareando mientras se bañaba.—¿Pero qué te dijo? ¿Cómo reaccionó? ¿Te creyó? —Annette dispara pregunta tras pregunta como una metralleta, sin parar.—Se quedó mudo, no me dijo nada. —dijo y luego se contradijo a sí misma— bueno si dijo, pero por supuesto al comienzo estaba incrédulo hasta que le mostré el sobre. Aunque no haya pronunciado ni una sílaba, sé que no está muy contento con la noticia de mi embarazo.—¿Qué piensas hacer entonces?—Por ahora esperar a ver que sucede. Y por el otro, celebrar que tanto él como Kate deben estar enojados con la noticia.Tal como lo pensó Priscila, así estaba pasando. Cuando Gerald llegó a su oficina, fue recibido cariñosamente como de costumbre por Kate.—¡Hola, mi amor! —Kate rodeó su cuello con sus brazos y estampó un beso en sus labios.—¡Hola, mi reina! —respondió con cierto desánimo que no paso desapercibido por la pelirroja.—¿Ocurre algo? Deberías estar feliz, por fin podremos estar juntos ¿no me dirás que estás arrepentido o que estas enamorado de la insípida de Priscila?—No pude…—¿No pudiste qué, Gerald? ¿Qué es lo que está pasando? —preguntó apartándose de él, visiblemente enojada.—No pude decirle sobre lo nuestro. —hizo una pausa breve y luego soltó la verdad— Está embarazada.—¿Qué? —el tono de voz de Kate era bastante elevado.—Baja la voz por favor, no quiero que sigan rumoreando sobre lo nuestro.—¿Desde cuando te importa lo que tus empleados piensen? Todos saben que tú y yo somos amantes, la única en no saberlo es la tonta de tu prometida. —espetó.—¿Puedes calmarte, por favor? —dijo en tono amable, pero Kate estaba exhausta de vivir su amor a escondidas por no lastimar a su “amiga”.—¿Sabes qué, Gerald? Vete a la m****a con tu mujercita y tu futuro hijo. —la asistente abrió la puerta y salió echando espuma bufando como un toro.—¡Maldición! —golpeó con el puño su escritorio.— ¡Tenías que joderme la vida, Priscila! Y todo por una m*****a apuesta.Gerald salió de su oficina, detrás de su amante, quería detenerla y pedirle tiempo, mas cuando salió al pasillo Kate parecía haber desaparecido por arte de magia. El CEO regresó a su oficina, se sirvió un trago de licor, se sentó en el sofá y recordó aquel momento de su vida…***—Mira esa preciosidad que está en aquella mesa —comentó Gerald a su amigo Gari— ¿No me vas a decir que no es hermosa, eh?—Sí, claro que lo es. —respondió el apuesto hombre, mientras observaba a la pelicastaña.—¡Te apuesto a él 5% de mis acciones a que esta noche me la llevo a la cama!—¡Vamos, Gerald! No quieres perder o sí. —replicó Gari.—¿Perder, yo? Eso es imposible, mira como ve hacia acá, se nota que le gusto.—Está bien, pero si gano no pienso devolverte el 5% de las acciones de la empresa.—No ganarás, Gari. Nunca has podido vencerme —el tono de voz de Gerald era arrogante y lleno de vanidad.El hombre de cabello oscuro sólo desea que su socio en algún momento de su vida pierda una apuesta. No sólo porque está harto de su egocentrismo y narcisismo sino porque por alguna extraña razón, aquella hermosa chica le transmite ternura y no merece caer en sus redes…***En tanto, mientras Priscila y Annette toman un café, ella obliga a la rubia afrancesada a hacer un pacto de silencio.—¡Nunca, Gerald puede saber que este bebé no es suyo, Annette! ¿Me lo prometes?—Así será, Prisci. Sólo tú y yo sabemos lo que pasó esa noche. Claro el stripper misterioso también —acotó—, pero ya no está en la ciudad y tampoco sabe que vas a tener un hijo suyo. Así que no hay forma de que esto se sepa.—¡Será nuestro secreto! —exclamó Priscila.Ambas amigas hicieron un pacto de silencio, un pacto que quedaría entre ellas dos y nadie más.Gerald no podía creer que todos sus planes de un futuro junto a Kate, se esfumaran en cuestiones de segundos. Tomó su móvil por quinta vez y llamó a su amante, pero ella no contestó ninguna de sus llamadas. Desesperado por la situación, salió de su oficina para verla. Necesitaba convencerla de no abandonarlo, lo que había vivido con ella por dieciséis meses era suficiente para no echar por la borda su relación. Minutos después llegó a su casa, vio que el coche Aston Martin V6 color plomo que le había obsequiado cuando cumplieron su primer año de relación, no estaba aparcado frente a su casa. ¡Kate no estaba! ¿A dónde se había metido? Se preguntó y las dudas lo invadieron de inmediato. Un mes atrás, antes del viaje a Singapur, ella estaba decidida a romper con él, “Estoy cansada de ser sólo la amante” fueron sus palabras.—Es mejor dejar todo esto de una vez, Gerald. Me hierve la sangre cuando tenemos que salir a divertirnos junto a Priscila. —Sabes que no es a ella a quién amo, s
Durante los días previos a la boda, Priscila se reunía constantemente con Annette y Kate, bastaba apenas mirarla para saber que estaba furiosa con la boda de su “amiga” y su jefe. Debía aparentar emoción y alegría cuando lo único que la pelirroja deseaba era gritar a los cuatro vientos “ese hombre es mío” nada le daría más satisfacción que hacerlo y ver el rostro de triunfo de Priscila desvanecerse. Al igual que ella, Priscila también debía fingir que todo estaba bien dentro de ella, a pesar del tsunami de emociones que se aproximaban para destruirla cuando estaba a solas en su habitación. —Veamos querida, gira un poco —le ordenó el diseñador del elegante vestido de novia que usaría en su boda— Creo que habrá que ajustar un poco aquí y listo. Por suerte aún no se nota mucho tu embarazo.—Es lo que menos me importa —aclaró ella y François elevó su ceja izquierda. —No sabes la suerte que tienes de tener un marido como Gerald, todas mueren por él, incluyéndome —bromeó.—Pues no t
Priscila no pudo dormir durante toda la noche. Dio vueltas de un lado a otro pensando en que aquel hombre apareciera el día de la boda y dijera toda la verdad de lo que ocurrió entre ellos esa noche, una noche que ella no lograba olvidar, una noche llena de sensaciones y emociones nuevas. Nunca como en ese instante, se sintió tan deseada, tan amada. Gerald y ella llevaban algún tiempo sin hacer el amor, tenían sexo, sí pero no hacían el amor. Esa fue una de las razones por las que ella comenzó a dudar de él, a sospechar que debía tener una amante y lo comprobó cuando contrató al detective privado para seguirlo, luego de que Annette le insistiera que era mejor descubrir la verdad a tiempo que vivir engañada el resto de su vida.Al despertar, Gerald ya se había ido a trabajar. Se sentó en la cama, se estiró y frotó sus ojos, aún tenía sueño, pero esa tarde debía ir con su futuro esposo a escoger los bocadillos y pasapalos que darían en la recepción, luego de la boda. Estaba tan atu
—¿Qué significa esto, Gerald? —su padre preguntó visiblemente enojado, al ver aquella escena tan sórdida.—¡Papá! —dijo con asombro, intentando arreglarse el pantalón y cubrir con su camisa su falo erecto, mientras Kate, se bajaba del escritorio apresuradamente y cerraba con torpeza su blusa.—¿Cómo puedes hacer esto? ¿No estás a punto de casarte? —espetó. Kate salió rápidamente de la oficina, mientras Gerald secaba el sudor de su rostro y frotaba con su antebrazo su boca. —¿Por qué entras sin tocar? —le preguntó a su padre.—Soy el dueño aún de esta empresa, no tengo porque anunciarme para entrar y salir de ella. ¿Qué mierda estás pensando, eh? ¿Te imaginas que en vez de ser yo, hubiese sido tu prometida? Gerald guardó silencio, su padre tenía toda la razón como siempre. —Disculpa padre, me dejé llevar por la emoción. Kate, es mi amante —No te juzgo por tu acto machista, carajos. Yo también soy hombre y sé lo que es tener no una, ni dos amantes, sino hasta tres. Pero tu
El musculoso y seductor bailarín, comenzó a hacer su espectáculo en el centro del escenario, las mujeres gritaban con algarabía al verlo mover sus caderas de forma exquisita. Tanto Priscila como Annette se miraron nuevamente, pensando que podía tratarse del mismo hombre. Priscila lo observó fijamente, mientras analizaba su fisionomía y sus movimientos, nadie más que ella podía saber como se contoneaba dentro de ella. La pelicastaña dedujo que por más que hubiese estado con él durante toda la noche, ya habían pasado varias semanas y lo más seguro era que tanto ella como su cómplice amiga estaban equivocadas. Su opinión cambió de forma sorpresiva, cuando minutos después de iniciar su sensual baile, el stripper tomó la cuerda que llevaba en su mano, se aproximó a la mesa donde estaban sentadas el trío de amigas y comenzó a rodear a Priscila con la soga roja. Annette se quedó paralizada al ver como su amiga era seducida por aquel hombre. Debía ser él, no había duda de ello.Priscila
La celebración estaba en pleno fulgor, todos reían y se divertían. Los paparazzis no dejaban retratar y fotografiar a la pareja, buscaban quizás ese punto de inflexión que corroborara la hipótesis de que aquel matrimonio era forzado y no del todo, feliz. Annette logró rescatarla del asedio de los reporteros y llevarla habrá dentro de la mansión. Priscila estaba exhausta y un poco mareada, tenía los labios y el rostro pálido.—¿Estás bien? —preguntó la rubia. —Gracias, por rescatarme. No, no estoy bien, me siento mareada —Annette la ayudó a sentarse en el sofá.—Debes descansar un poco, Prisci. Recuerda que estás embarazada.—Lo sé, pero Gerald por poco no invita al presidente del país a la boda. Le dije que quería algo sencillo y parece que le hubiese pedido invitar a la monarquía. Nunca en mi vida vi tanta gente en una celebración.—Es parte de lo que significa estar casada con un Fitzgerald. —No me recuerdes eso, su familia me mira como si fuese la mujer ideal para Gerald.
Priscila se siente sola en aquella enorme habitación, necesita respirar un poco de aire fresco. Se desviste para colocarse algo más cómodo y dar un paseo por el hotel. Sale de la habitación y se dirige al ascensor, presiona el botón, las puertas metálicas se abren frente a ella. Entra al elevador, segundos después llega al lobby del hotel, conversa con la recepcionista, la chica le indica hacia donde está el área de la piscina. La pelicastaña se dirige hacia el jardín que bordea la piscina, puede sentir el aire fresco en su rostro y las lágrimas secas tensando su piel. Aquella noche era un completo y absoluto caos. Caminó alrededor de la piscina. Se miró en el reflejo del agua, estaba agotada emocionalmente y eso era sólo el inicio de lo que pensaba sería el fin de sus angustias.La brisa fría la hizo estremecer, se abrazó a sí misma, buscando darse calor y protegerse de todo lo que la rodeaba. “Que triste parece aquel ostentoso lugar cuando se está triste” pensó. De pronto vio un
Finalmente abordaron el avión en la sección de primera clase. Priscila se sentó del lado de la ventanilla, Gerald prefirió el del pasillo; de esa manera podía estar pendiente de su amante, quien estaba ubicada en el sector de segunda clase. Aquel juego era bastante peligroso, pero Gerald y Kate parecían disfrutarlo plenamente. La idea de estar juntos y retar su buena suerte, los excitaba a ambos. Priscila se quedó dormida durante el vuelo, luego de las horas de trasnocho necesitaba descansar, el embarazo le provocaba mucho sueño. Gerald aprovechó para chatear con su amante, rever y oír las imágenes y videos de su encuentro anterior. Sonreía a solas ansioso de llegar a Santorini y disfrutar de las escapadas con su amante.Luego de ocho horas de vuelo, finalmente el avión aterrizó en el aeropuerto de Santorini. Gerald le pidió a Priscila que aguardara en alguno de las tiendas para tomar un café antes de salir del aeropuerto rumbo al hotel y mientras él retiraba el equipaje de ambos.