Finalmente abordaron el avión en la sección de primera clase. Priscila se sentó del lado de la ventanilla, Gerald prefirió el del pasillo; de esa manera podía estar pendiente de su amante, quien estaba ubicada en el sector de segunda clase. Aquel juego era bastante peligroso, pero Gerald y Kate parecían disfrutarlo plenamente. La idea de estar juntos y retar su buena suerte, los excitaba a ambos. Priscila se quedó dormida durante el vuelo, luego de las horas de trasnocho necesitaba descansar, el embarazo le provocaba mucho sueño. Gerald aprovechó para chatear con su amante, rever y oír las imágenes y videos de su encuentro anterior. Sonreía a solas ansioso de llegar a Santorini y disfrutar de las escapadas con su amante.Luego de ocho horas de vuelo, finalmente el avión aterrizó en el aeropuerto de Santorini. Gerald le pidió a Priscila que aguardara en alguno de las tiendas para tomar un café antes de salir del aeropuerto rumbo al hotel y mientras él retiraba el equipaje de ambos.
Esa sería la fractura que daría comienzo al caos de aquel segundo intento. Priscila se sentía culpable por lo ocurrido aquella noche entre ella y Gerald. Cuando finalmente estaba dispuesta a intentar llevar la fiesta en paz, aquel extraño sentimiento la obligaba a rechazar a su esposo.“Es tu marido” se repetía una y otra vez intentando convencerse a sí misma de ello, lo había echado todo a perder. Durante los días siguientes, Gerald y ella salían de paseo a conocer los sitios turísticos y cercanos a Santorini. Esa mañana y un día antes de su regreso a New York, dieron un paseo por varias islas de Grecia, entre ellas Chipre en la que se encontraba el famoso templo de Afrodita. Priscila siempre escuchó hablar de aquel lugar y desde allí podía sentir el embrujo que envolvía a aquel lugar. Bajaron del yate e hicieron el recorrido por el místico lugar. La historia de Afrodita contada por el guía turístico envolvió a la pelicastaña, sobre todo cuando el relator contó que en el alta
Durante el vuelo de regreso, Priscila no le dirigió la palabra a Gerald. Cada vez que esté pretendía aproximarse a ella, la pelicastaña lo evadía sin dudarlo. El avión aterrizó en el aeropuerto JFK, ambos descendieron del aeroplano. Detrás de ellos, luego salió Kate. La tensión era absoluta, el silencio sepulcral. Así se mantuvo el ambiente en todo lo que quedó de la tarde y la noche. Gerald tuvo que ir hasta la empresa ese viernes ya que Gari había tenido que volver a Londres de emergencia, debido a la delicada situación de Samantha.Esa noche Priscila y Gerald permanecieron en el mismo apartamento donde vivieron durante dos años; el día siguiente se suponía debían ir a la mansión que gentilmente Aaron Fitzgerald le dio de obsequio a la pareja. —No quiero que duermas a mi lado, Gerald. O te vas a la otra habitación o me voy yo.—No te preocupes, Priscila ya entendí claramente que no deseas perdonarme ni estar conmigo. Y te propongo una tregua, una especie de trato. —ella lo mir
Annette tuvo que guardar aquel secreto en su contra, no quería causarle inconvenientes a su amiga, sabía todo lo que ocurría entre Gerald y Kate desde que Priscila se lo contó, también conocía la parte difícil de la posición de su otra amiga, ser la otra. Cuando comenzó con Michael creyó que estaba disponible, eso fue al inicio de la relación. Pero luego cuando descubrió que tenía una esposa e hijos, era demasiado tarde, ya se había enamorado de él. Por eso entendía a sus dos amigas, enamorarse de alguien prohibido, y sufrir porque su traición. Mas, todo lo que Gerald había hecho, excedía los límites del descaro y la traición. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Gerald, le informó que Priscila deseaba verla.—Priscila necesita hablar contigo, Annette. Por favor no me cuentes nada de lo que pasó. —ella asintió— Yo voy a ver al bebé. —¡Gael! Se llama Gael, Gerald. Por lo menos cumple con lo que debes cumplir primero. No puedo creer que sigas jugando con mi amiga.—No
Priscila abrió los ojos con aspaviento al escuchar aquella pregunta, su mente tomó un par de atajos ante aquella situación y de forma instantánea respondió:—D-de la m-marca de nacimiento que tenía mi abuelo, Gael. —tartamudeó— Es una marca familiar que tiene mi familia. —¿Y mi hijo, la tiene? —preguntó con suspicacia.—¡N-no lo sé! Imagino que sí. —Bien, iré a casa a ducharme y regreso a verte. —No es necesario, Gerald. Yo puedo quedarme esta noche con Priscila tal vez Kate pueda hacerlo mañana, ¿no crees? —La pregunta final de Annette estaba impregnada de absoluto sarcasmo. Con ello logró descolocar a Gerald por completo.—C-claro —Ahora fue él quien tartamudeó. Gerald de despidió con un beso en la frente de Priscila y aplanando los labios le sonrió a Annette. —Hasta mañana, Gerald. —movió sus dedos índice y medio. Cuando Gerald salió de la habitación ambas mujeres exhalación un suspiro. Annette aguardó un par de minutos antes de decir algo.—¡Mierda, Prisci! Debes
—¿Quién es ella? —preguntó la mujer mostrando una sonrisa breve. —Es la esposa de Gerald, Sam. —¡Pudiste presentármela! ¿No crees? —No la había visto, no notaste que fue ella quien se me acercó. No vas a comenzar con esto, por favor —dijo mientras la colocaba en el asiento trasero del uber. —Nunca puedo —espetó. Para Gari la situación con Samantha era cada vez más difícil, no sólo debía lidiar con sus malestares físicos, con tener que verla gritar de dolor desesperada sino que los cambios de humor de ella iban de la irascibilidad a la depresión. —¡No hables de esa manera! Sabes que estoy a tu lado, que me importas y que siempre cuidaré de ti. —besó su frente. —Hablas de siempre, como si mi final no estuviese cerca, Gari. —ñas palabras de Samantha autoflagelaban su propio ser.Gari prefirió no responder a su comentario. Necesitaba paz, esa paz que desde hace un año no sentía. Mientras ella se quejaba de su incomodidad, él se abstrajo en sus recuerdos.Tres años atrás…
—Me sentí tan emocionada cuando tú y tu madre, se despidieron que la verdad no pude evitar llorar.—Sí, realmente en estos últimos días sentí una conexión entre mi madre y yo, muy especial. Me atrevería a decir que como nunca antes.—¿Qué ha pasado con respecto al niño y Gerald? Me quedé helada cuando tu mamá te preguntó por la marca del bebé. Nada más de imaginar que le hubiese hecho el comentario a él, casi me infarto. —Imagina cómo me sentía yo, incluso fui algo brusca con ella en ese momento por eso te escribí de inmediato. Primero deseaba que volviera a Londres lo antes posible y luego cuando la vi en el aeropuerto quería pedirle que se quedara. —¿Crees que si le dijeras la verdad de lo que ocurrió, te entendería? —¡No lo sé! Quisiera creer que le ha servido estar lejos de mí para darse cuenta de muchas cosas. Antes de venirme a estudiar a New York, no hubo un día en que no tuviese un inconveniente por sus ideas rígidas y anticuadas. Sin embargo, en estos días noté que ha
Desde que Gari ocupó su cargo como vicepresidente de la empresa, la relación entre él y Gerald se hizo difícil y las fricciones comenzaron a ser cada vez más fuerte. Kate era su asistente y también una de esas razones para que ambos hombres tuvieran algunos percances. —Srta Rules, por favor lleve estos documentos al Sr Fitzgerald para que los revise —dijo, mientras estampada su firma en una de las hojas.—En seguida Sr Gootemberg. —Kate tomó la carpeta y se dirigió a la oficina de su ex jefe y amante. La asistente entró a la oficina donde estaba Gerald, este al verla, tuvo intenciones de seducirla y terminar como otras veces follando sobre su escritorio. —No, Gerald. No podemos hacer esto —dijo retirando la mano de él, que comenzaba a acariciar su entrepierna.—¿Qué te ocurre, eh? Se supone que estamos juntos.—Sí, lo estamos. Pero ahora todo es diferente. No puedo poner en riesgo mi futuro en la empresa. —¿Gari te amenazó con despedirte? —preguntó con enojo.—No exactamen