—¿Quién es ella? —preguntó la mujer mostrando una sonrisa breve. —Es la esposa de Gerald, Sam. —¡Pudiste presentármela! ¿No crees? —No la había visto, no notaste que fue ella quien se me acercó. No vas a comenzar con esto, por favor —dijo mientras la colocaba en el asiento trasero del uber. —Nunca puedo —espetó. Para Gari la situación con Samantha era cada vez más difícil, no sólo debía lidiar con sus malestares físicos, con tener que verla gritar de dolor desesperada sino que los cambios de humor de ella iban de la irascibilidad a la depresión. —¡No hables de esa manera! Sabes que estoy a tu lado, que me importas y que siempre cuidaré de ti. —besó su frente. —Hablas de siempre, como si mi final no estuviese cerca, Gari. —ñas palabras de Samantha autoflagelaban su propio ser.Gari prefirió no responder a su comentario. Necesitaba paz, esa paz que desde hace un año no sentía. Mientras ella se quejaba de su incomodidad, él se abstrajo en sus recuerdos.Tres años atrás…
—Me sentí tan emocionada cuando tú y tu madre, se despidieron que la verdad no pude evitar llorar.—Sí, realmente en estos últimos días sentí una conexión entre mi madre y yo, muy especial. Me atrevería a decir que como nunca antes.—¿Qué ha pasado con respecto al niño y Gerald? Me quedé helada cuando tu mamá te preguntó por la marca del bebé. Nada más de imaginar que le hubiese hecho el comentario a él, casi me infarto. —Imagina cómo me sentía yo, incluso fui algo brusca con ella en ese momento por eso te escribí de inmediato. Primero deseaba que volviera a Londres lo antes posible y luego cuando la vi en el aeropuerto quería pedirle que se quedara. —¿Crees que si le dijeras la verdad de lo que ocurrió, te entendería? —¡No lo sé! Quisiera creer que le ha servido estar lejos de mí para darse cuenta de muchas cosas. Antes de venirme a estudiar a New York, no hubo un día en que no tuviese un inconveniente por sus ideas rígidas y anticuadas. Sin embargo, en estos días noté que ha
Desde que Gari ocupó su cargo como vicepresidente de la empresa, la relación entre él y Gerald se hizo difícil y las fricciones comenzaron a ser cada vez más fuerte. Kate era su asistente y también una de esas razones para que ambos hombres tuvieran algunos percances. —Srta Rules, por favor lleve estos documentos al Sr Fitzgerald para que los revise —dijo, mientras estampada su firma en una de las hojas.—En seguida Sr Gootemberg. —Kate tomó la carpeta y se dirigió a la oficina de su ex jefe y amante. La asistente entró a la oficina donde estaba Gerald, este al verla, tuvo intenciones de seducirla y terminar como otras veces follando sobre su escritorio. —No, Gerald. No podemos hacer esto —dijo retirando la mano de él, que comenzaba a acariciar su entrepierna.—¿Qué te ocurre, eh? Se supone que estamos juntos.—Sí, lo estamos. Pero ahora todo es diferente. No puedo poner en riesgo mi futuro en la empresa. —¿Gari te amenazó con despedirte? —preguntó con enojo.—No exactamen
Gerald entró a la habitación donde Priscila se ocupaba de cuidar de su bebé y al ver el rostro enrojecido de su marido, se sorprendió.—¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo eso? —colocó al pequeño Gael en su cuna, mientras se acercaba a Gerald.—No es nada, Priscila —dijo mientras se desvestía para ducharse. —¿Cómo que nada? ¿Con quien te peleaste? —Gerald no podía contarle que discutió con Gari Gootemberg por su amante, por lo que dijo sólo la parte de la verdad en la que él quedaba mejor parado. —Gari, el muy imbécil fue nombrado como vicepresidente de la empresa y piensa que puede venir a darme órdenes. —Priscila se sorprendió de aquella respuesta. Para ella Gari era todo un caballero, aún así no podía dejar de apoyar a su marido.—¿Qué demonios se cree? —Es exactamente lo que me pregunto. —¿Pero, cómo llegó a ese cargo? ¿Tu padre no es el dueño de la empresa? —Mi padre vendió unas acciones a Cliffort —Ella frunció el entrecejo. —¿Quién es Cliffort? —preguntó confundida, era
Esa noche Gerald llegó un poco tarde, nuevamente las dudas se hicieron presentes en Priscila. —¿Dónde andabas? —preguntó mientras él se acostaba y le daba la espalda.—Con mi padre. —contestó parcamente. —¿Con Aaron? —preguntó sorprendida, sabía que él y su padre mo se la llevaban del todo bien.—Sí, Priscila —dijo en tono hostil. —No tienes porque enojarte, sólo me preocupó ver la hora y que no hubieses llegado Gerald. —él se volteó hacia ella.—Disculpa, estoy tenso, la relación en la oficina es bastante fuerte.—Estuve con Gael en su consulta pediátrica. —¿Cómo está? ¿Pasó algo? —preguntó mostrando interés.—¡No! No pasó nada, él está perfectamente bien. Sólo pensé que debía informarte. —Claro, es mi hijo y todo lo que tenga que ver con él es importante para mí. Ahora descansa, mañana tengo que viajar a Miami.—¿Viajar? —Es mi trabajo, viajo para supervisar como están las agencias, como están los aviones. —se encogió de hombros.Priscila se giró de espaldas a él,
Priscila regresó a la mansión algo perturbada aún, no lograba concentrarse ni pensar en lo que debía hacer ahora que finalmente sabía que Gerald y Kate continuaban juntos. Era el momento preciso para usar aquella información y zafarse de esa mentira de matrimonio que tenía. Necesitaba llorar, desahogarse, hablar con Annette. Pero su amiga también tenía sus propios problemas que resolver y sería injusto de su parte pedirle atención y apoyo.Todo el resto de la tarde aguardó la llamada de Gerald para decirle que estaba en Miami; por lo menos así podría decirle que lo sabía todo y que quería el divorcio. Pero, eso no ocurrió, Gerald nunca la llamó, Kate ya lo había puesto sobre aviso esa misma mañana, luego del altercado entre ellas.Gerald también estaba agotado con aquella situación. Tener que enfrentar a Kate exigiéndole vivir con ella, y a Priscila pidiéndole dejar a su amante. Quizás era el momento de tomar una decisión, había estado dilatando por mucho tiempo sobre cual era el cami
El móvil sonó un par de veces y la rubia cortó la llamada, era la décima vez que Michael la llamaba. Mas, Annette estaba decidida a no dejarse convencer esta vez. La realidad había superado todas sus expectativas, él nunca iba a estar con ella, mucho menos ahora que su mujer estaba embarazada. Llevaba dos días encerradas, sin hablar con nadie, ni siquiera con Priscila, era como si todo hubiese dejado de tener sentido para ella en ese tiempo. Lloró hasta no poder más, su tristeza se convirtió en rabia y ahora pasaba al último paso del proceso de luto emocional, la resignación. Estaba aceptando lo que más le había costado aprender que ella y Michael ni tenían futuro, no juntos. Se metió a la ducha por varios minutos, entre las lágrimas y el agua limpió su cuerpo y su alma. Después de ducharse, se vistió para salir a vivir la vida que era lo único que le pertenecía en verdad. Subió a su auto y condujo al bar donde había estado con sus amigas meses atrás. Se sentó en la barra y pi
Kate se levantó de la cama con dificultad, todo el cuerpo le dolía, Gerald ya estaba despierto y preparaba el desayuno. El día parecía comenzar con un poco de tranquilidad, luego de aquella noche tan horrenda para ella.Se aproximó a él, y lo rodeó con sus brazos desde atrás. —Buen día, que bien huele… —Pues estoy consintiendo un poco a mi bella durmiente. Se pegaron las sábanas —comentó él. —No pude dormir bien, anoche. Di vueltas como un pollo al horno. —Gerald sonrió, mientras apagaba la hornilla y se viraba de frente a ella para besarla. —Tranquila, yo me encargo de todo hoy —besó sus labios y comenzó a servir los huesos revueltos que acababa de preparar para el desayuno. El timbre sonó en ese preciso instante, ella amagó a ponerse de pie, pero él le hizo un gesto con la mano para que se sentará.—Yo atiendo, tú sirve el jugo. —Gerald se dirigió silbando hasta la puerta, abrió sonriente y su rostro cambió de isofacto. —Buenos días, Fitzgerald —dijo en tono burlón el