Gerald entró a la habitación donde Priscila se ocupaba de cuidar de su bebé y al ver el rostro enrojecido de su marido, se sorprendió.—¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo eso? —colocó al pequeño Gael en su cuna, mientras se acercaba a Gerald.—No es nada, Priscila —dijo mientras se desvestía para ducharse. —¿Cómo que nada? ¿Con quien te peleaste? —Gerald no podía contarle que discutió con Gari Gootemberg por su amante, por lo que dijo sólo la parte de la verdad en la que él quedaba mejor parado. —Gari, el muy imbécil fue nombrado como vicepresidente de la empresa y piensa que puede venir a darme órdenes. —Priscila se sorprendió de aquella respuesta. Para ella Gari era todo un caballero, aún así no podía dejar de apoyar a su marido.—¿Qué demonios se cree? —Es exactamente lo que me pregunto. —¿Pero, cómo llegó a ese cargo? ¿Tu padre no es el dueño de la empresa? —Mi padre vendió unas acciones a Cliffort —Ella frunció el entrecejo. —¿Quién es Cliffort? —preguntó confundida, era
Esa noche Gerald llegó un poco tarde, nuevamente las dudas se hicieron presentes en Priscila. —¿Dónde andabas? —preguntó mientras él se acostaba y le daba la espalda.—Con mi padre. —contestó parcamente. —¿Con Aaron? —preguntó sorprendida, sabía que él y su padre mo se la llevaban del todo bien.—Sí, Priscila —dijo en tono hostil. —No tienes porque enojarte, sólo me preocupó ver la hora y que no hubieses llegado Gerald. —él se volteó hacia ella.—Disculpa, estoy tenso, la relación en la oficina es bastante fuerte.—Estuve con Gael en su consulta pediátrica. —¿Cómo está? ¿Pasó algo? —preguntó mostrando interés.—¡No! No pasó nada, él está perfectamente bien. Sólo pensé que debía informarte. —Claro, es mi hijo y todo lo que tenga que ver con él es importante para mí. Ahora descansa, mañana tengo que viajar a Miami.—¿Viajar? —Es mi trabajo, viajo para supervisar como están las agencias, como están los aviones. —se encogió de hombros.Priscila se giró de espaldas a él,
Priscila regresó a la mansión algo perturbada aún, no lograba concentrarse ni pensar en lo que debía hacer ahora que finalmente sabía que Gerald y Kate continuaban juntos. Era el momento preciso para usar aquella información y zafarse de esa mentira de matrimonio que tenía. Necesitaba llorar, desahogarse, hablar con Annette. Pero su amiga también tenía sus propios problemas que resolver y sería injusto de su parte pedirle atención y apoyo.Todo el resto de la tarde aguardó la llamada de Gerald para decirle que estaba en Miami; por lo menos así podría decirle que lo sabía todo y que quería el divorcio. Pero, eso no ocurrió, Gerald nunca la llamó, Kate ya lo había puesto sobre aviso esa misma mañana, luego del altercado entre ellas.Gerald también estaba agotado con aquella situación. Tener que enfrentar a Kate exigiéndole vivir con ella, y a Priscila pidiéndole dejar a su amante. Quizás era el momento de tomar una decisión, había estado dilatando por mucho tiempo sobre cual era el cami
El móvil sonó un par de veces y la rubia cortó la llamada, era la décima vez que Michael la llamaba. Mas, Annette estaba decidida a no dejarse convencer esta vez. La realidad había superado todas sus expectativas, él nunca iba a estar con ella, mucho menos ahora que su mujer estaba embarazada. Llevaba dos días encerradas, sin hablar con nadie, ni siquiera con Priscila, era como si todo hubiese dejado de tener sentido para ella en ese tiempo. Lloró hasta no poder más, su tristeza se convirtió en rabia y ahora pasaba al último paso del proceso de luto emocional, la resignación. Estaba aceptando lo que más le había costado aprender que ella y Michael ni tenían futuro, no juntos. Se metió a la ducha por varios minutos, entre las lágrimas y el agua limpió su cuerpo y su alma. Después de ducharse, se vistió para salir a vivir la vida que era lo único que le pertenecía en verdad. Subió a su auto y condujo al bar donde había estado con sus amigas meses atrás. Se sentó en la barra y pi
Kate se levantó de la cama con dificultad, todo el cuerpo le dolía, Gerald ya estaba despierto y preparaba el desayuno. El día parecía comenzar con un poco de tranquilidad, luego de aquella noche tan horrenda para ella.Se aproximó a él, y lo rodeó con sus brazos desde atrás. —Buen día, que bien huele… —Pues estoy consintiendo un poco a mi bella durmiente. Se pegaron las sábanas —comentó él. —No pude dormir bien, anoche. Di vueltas como un pollo al horno. —Gerald sonrió, mientras apagaba la hornilla y se viraba de frente a ella para besarla. —Tranquila, yo me encargo de todo hoy —besó sus labios y comenzó a servir los huesos revueltos que acababa de preparar para el desayuno. El timbre sonó en ese preciso instante, ella amagó a ponerse de pie, pero él le hizo un gesto con la mano para que se sentará.—Yo atiendo, tú sirve el jugo. —Gerald se dirigió silbando hasta la puerta, abrió sonriente y su rostro cambió de isofacto. —Buenos días, Fitzgerald —dijo en tono burlón el
En el quirófano, la situación también es un poco difícil para los médicos que tratan de detener la hemorragia y extraer el proyectil. El médico realizó la incisión cerca de la zona donde se encontraba la herida del proyectil. Luego, cuidadosamente, abrió el tejido para acceder al área donde estaba alojada la bala. La situación era bastante tensa, ya que el sangrado era difícil de detener, Gerald había perdido mucha sangre durante el traslado. Con meticulosidad el médico logró dar con el pedazo de plomo incrustado. Una vez que extrajo el proyectil, el médico percibió que había una pequeña complicación, debían no sólo sacarle el proyectil sino reparar una de las arterias que iban directamente al corazón. —Tenemos un problema, el paciente presenta perforación en una de las arterias, hay que proceder de inmediato. Mientras la vida de Gerald está en manos de los médicos, Kate recibe la llamada de su jefe, atiende entre nerviosa y sorprendida por la llamada de Gari. —Dígame Sr Gootember
—La operación fue bastante complicada, pero logramos sacar la bala y reparar la arteria. Sin embargo —hizo una pausa— debemos esperar. Kate se aferró al brazo de Gari, mientras Priscila respiró un tanto aliviada. El simple hecho de haber soportado aquella difícil operación, demostraba lo fuerte que era Gerald. —Por ahora no es necesario que se queden —miró a ambas mujeres.— el paciente permanecerá en observación y mañana dependiendo de como haya reaccionado al tratamiento, será llevado a una habitación. —No quiero dejarlo solo —dijo con voz trémula Kate.—No servirá de nada que permanezcan aquí, no podrán verlo hasta tanto no pase a una habitación, la situación de su esposo, es delicada aún. El médico se retiró y Gari quedó a cargo de ambas mujeres. Priscila notó el gesto de amabilidad del socio de su marido para con la asistente y sintió celos de verlo junto a ella.—¡Bueno, ya oyeron lo que dijo el médico! Será mejor que ambas descansen, no tiene sentido que sigan aquí. Cr
Gari se ocupó de llamar a uno de los abogados de los Cliffort. Kate era su asistente, era una empleada de la empresa de transporte aéreo; queriendo o no, todo lo que le sucediera a ella afectaría la imagen que hasta ahora tenía la empresa. Un tipo de publicidad como aquella no era la ideal. Priscila esa noche estuvo cuidando a Gerald, quien aún seguía aletargado con la cantidad de analgésicos que le habían colocado desde que salió de quirófano. Le extrañó no volver a saber de Kate ¿Qué había pasado con ella? Quizás el amor abnegado que decía sentir por Gerald había mermado rápidamente. La pelicastaña no tenía idea de que estaba ocurriendo afuera de la clínica. La presencia de Aaron en la habitación era un poco incomoda para ella, nunca le pareció un buen hombre. Siempre se jactaba de decir que era el mejor y en cualquier situación dejaba mal parado a su propio hijo. —¡Es inconcebible que Gerald haya seguido con esa ramera! Es por su culpa que mi hijo está en esa cama al borde de