Un beso, sólo un beso

Gari se ocupó de llamar a uno de los abogados de los Cliffort. Kate era su asistente, era una empleada de la empresa de transporte aéreo; queriendo o no, todo lo que le sucediera a ella afectaría la imagen que hasta ahora tenía la empresa. Un tipo de publicidad como aquella no era la ideal.

Priscila esa noche estuvo cuidando a Gerald, quien aún seguía aletargado con la cantidad de analgésicos que le habían colocado desde que salió de quirófano. Le extrañó no volver a saber de Kate ¿Qué había pasado con ella? Quizás el amor abnegado que decía sentir por Gerald había mermado rápidamente.

La pelicastaña no tenía idea de que estaba ocurriendo afuera de la clínica. La presencia de Aaron en la habitación era un poco incomoda para ella, nunca le pareció un buen hombre. Siempre se jactaba de decir que era el mejor y en cualquier situación dejaba mal parado a su propio hijo.

—¡Es inconcebible que Gerald haya seguido con esa ramera! Es por su culpa que mi hijo está en esa cama al borde de
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