Al regresar de la entrevista y durante la cena, Priscila tuvo que informarle a Gerald sobre su nuevo empleo, era obvio que al tener que contratar de nuevo a la niñera, tuviera que justificar su presencia en la mansión. De la nada se le ocurrió decirle que sólo era una suplencia por un mes, a fin de cuentas sería el mes de prueba y aunque sabía que era buena aprendiendo, era mejor ser realista y no hacerse falsas esperanzas.—Estaré haciendo una suplencia en Empowerad durante un mes a mi amiga Jessi. —Gerald abrió los ojos como si los fuese a disparar. —¿En Empowerad? La empresa de administración de…—Sí, allí mismo. —¿Quién es Jessi? —siguió preguntando.—Es una antigua compañera de la facultad —respondió parcamente sin dar muchos detalles de su supuesta amiga.—Es una excelente oportunidad para ti. —Sí, así es. Quizás en algún momento pueda trabajar allí, es lo que todos deseamos. —Gerald sonrió de modo sarcástico.— ¿De qué te ríes? —preguntó un tanto desconcertada.—No me
La mañana siguiente, Priscila despertó muy temprano. A pesar de ser fin de semana, se sentía animada y con ganas de disfrutar del día. Aprovechando que su pequeño aún dormía, salió a trotar un poco. —Sandy, regresaré en unos minutos. —dijo mientras se colocaba el reloj para medir las pulsaciones y calorías. —Sí, señora. No sé preocupe, yo me encargaré de ver al niño. —¿El Sr Gerald, está en su habitación? —preguntó con curiosidad.—No, señora Priscila, aún no ha llegado —Priscila aplanó los labios y encogió ambos hombros antes de salir de la mansión.Ver que Gerald estaba siguiendo con su vida, le hacía sentir un poco más tranquila, ya no le debía nada, pensó. Salió de la mansión, se puso los audífonos y comenzó a trotar. De pronto, sintió que alguien venía detrás de ella, por lo que aceleró el paso. No dejaba de sentirse vigilada. Con el rabillo del ojo pudo ver que debía ser un hombre por la estatura, mientras ella más rápido corría, aquel hombre parecía alcanzarla.Su cora
Gari salió de la biblioteca y subió hasta la habitación. Abrió la puerta abruptamente, encontrándose con Samantha, quien se estaba terminando de arreglar para ir hasta el jardín.—¡Gari! —dijo al reconocer sus pasos— ¿Ocurre algo? —preguntó. Él exhaló un suspiro; ni siquiera podía desahogarse en aquel lugar, no podía mostrar su enojo, ni siquiera gritar de ira.—¡No, nada Sam! Problemas en el trabajo. —¿No me digas que mi padre se reunió contigo sólo para importunarte? —No, realmente Simons no tiene la culpa de lo que pasa en la empresa. —masculló. —No me gusta escucharte hablar así, mi amor —extendió su mano, y él la sujetó. Ella se puso de pie y buscó su rostro y sus labios. Lo que menos deseaba Gari era besarla, pero estaba que estallaba de ira y de celos. La sola idea de pensar que Priscila estaba saliendo con alguien más, le hizo arder la sangre. Mas, Samantha sabía como calmar a su hombre, por lo que con su mano, comenzó a frotar su virilidad. El pelirrubio tomó a Sama
Luego de aquel terrible momento, Priscila estuvo llorando por lo que le acababa de suceder. Tenía en ese momento pocas personas a quien recurrir. Si tan sólo sus padres ni estuviesen tan lejos de ella, podría irse de aquel lugar. Tanto ella como Annette habían puesto una especie de stop en su amistad. A pesar de que la pelicastaña no tenía idea de las razones por las cuales su única amiga ahora de distanciada de ella. Pensó en qué debía hacer y no hallaba una respuesta, pero un mensaje en su móvil parecía ser la señal que ella necesitaba en ese momento.Theodore Van Dijk: “Buenas días, Priscila. Espero que hayas llegado bien a tu casa”Aunque no tenía mucha confianza con aquel hombre, él parecía ser su única salvación. Priscila Higgins: “¿Podría ayudarme? necesito su ayuda”Priscila envió el mensaje y en segundos tenía una llamada de si jefe. Inmediatamente atendió y entré sollozos y voz trémula alcanzó a decirle sin entrar en detalles sobre lo que había ocurrido minutos atrás.
“Kate, te he estado llamando durante todo el día. Estaré en el night club por si se te antoja” Annette dejó el mensaje en el correo de su amiga. Era obvio que Kate había regresado con Gerald aunque intentara ocultárselo. Nuevamente se veía sola un sábado por la noche. Terminó de colocarse el perfume y salió de su casa, subió a su auto y condujo hasta el night club. Al llegar al club, fue directo hasta la barra, pidió un drink. Mientras tomaba su gintonic un hombre muy apuesto se sentó a su lado. Era de cabello castaño, ojos gatunos y mirada picara. Quizás ese podía ser un buen partido para esa noche. Aunque para ella, últimamente cualquiera podía serlo. Desde que se alejó de Michael, nada parecía llenarla de emoción. Volteó hacia el hombre, quien sonrió al verla y le dio un guiño.—¿Eres nuevo por aquí? —preguntó. No recordaba haberlo visto antes.—No, sólo vengo de vez en cuando. —¿Y dónde te habías metido? Soy asidua a este local y no había visto un hombre tan guapo como tú
Priscila despertó muy temprano, estar en aquella casa extraña, era para ella un tanto incómodo. Luego de atender al pequeño Gael, se sentó a revisar sus mensajes, tenía algunas llamadas perdidas de Annette. Algo que le pareció un tanto raro. Escuchó uno de los audios en su correo de voz “Prisci, necesito verte. Por favor, llámame”, justo cuando se disponía a responderle a su amiga, tocaron a su puerta y ella se levantó a abrirle.—Buenos días, Sra Priscila, el señor aguarda por usted. —¡Gracias, Teresa! En un minuto bajo.—Si desea yo me encargo de Gael. Me fascinan los bebés. —Priscila sonrió. Besó la frente del niño y bajó al comedor.Theodore la recibió con una sonrisa, ver a Priscila allí, le generaba ilusiones que habían quedado atrás, en el pasado. Una esposa, el hijo que nunca tuvo, eso sería maravilloso para él.—Buen día, Priscila. —Buenos días, Theodore. —saludó con amabilidad y se sentó. Mientras desayunaban, Theodore conversó con ella sobre algunas nuevas propues
Después de desayunar en compañía de Theodore, Priscila subió hasta la habitación, tomó su móvil y llamó a su amiga. —Annette, ¿Cómo estás? Dime qué es eso que tienes que decirme.—Hola, Prisci. Es algo muy personal, no puedo decírtelo por teléfono. ¿Puedes venir a casa o nos vemos en algún café?—¿De qué se trata? —insistió Priscila.—Sólo te diré que tiene que ver con el pacto que hicimos.Priscila acordó verse en casa de su amiga, aquello ya no era un secreto, Gerald sabía que Gael no era su hijo. Sin embargo, no dejaba de resultarle curioso lo que Annette tenía que decirle. La pelicastaña se arregló para el encuentro con Annette. Minutos después estaba parada frente a la casa de su amiga, a pesar de que estaban un poco distanciadas al momento de verse, se abrazaron como las buenas amigas que habían sido durante cinco años. —¿Vino? —le ofreció Annette a la pelicastaña.—No puedo, estoy amantando a Gael. —contestó escogiendo sus hombros.—Lo olvidaba. ¿Y cómo está él? Deb
Gerald jamás imaginó que aquella conversación en la que él y Annette discutieron, estuviese Kate presente. Miró la hora por enésima vez en su reloj, y decidió ir a ver a su amante, a liberar su frustración y pérdida de control sobre Priscila, sometiendo a la única mujer que siempre estaba para él, Kate. Salió de la mansión, subió a su lujoso auto deportivo y condujo hasta el edificio. Él tenia llaves del lugar, por lo que entró al edificio sin inconveniente. Abrió la puerta del apartamento y encontró frente a él, una escena desastrosa. ¿Qué había pasado? Por un momento pensó que podía tratarse de George Ford. —¡Kate! ¿Estás bien? —entró sigilosamente abriéndose paso en medio de los restos de vidrios y el caos. Kate no contestaba y aquello lo puso mucho más nervioso, fue hasta la habitación y escuchó la regadera abierta. Se acercó a la puerta, no quería pensar en lo peor. Se asomó y vio a la hermosa pelirroja debajo de la regadera en un mar de lágrimas.—¿Kate, mi amor qué tien