Priscila conduce sin rumbo fijo, aturdida por aquella terrible verdad. Descubrir que Gerald le era infiel y con su mejor amiga, Kate, era lo que menos esperaba. Enciende un cigarrillo y abre la ventanilla, mientras piensa en lo que debía hacer.
¿Debía confrontar a Gerald y cederle el puesto a su amiga? ¿O buscar la manera de vengarse y destruirlos a ambos? Una mezcla de ira y dolor envuelven a la mujer. Ahora podía entender el interés de Kate en convencerla de no casarse con su novio de hacía dos años, “Eres muy joven para casarte, disfruta de tu relación”, “quizás no sea el hombre que te conviene” esas y muchas otras frases que Priscila llegó a pensar se trataban de celos de amiga y no de advertencias.—¡Mierda, m****a! —golpea el volante, llena de rabia y desesperación.La pantalla de su móvil parpadeando le indican que tiene una llamada, presiona la pantalla.—Prisci, ¿Dónde andas metida? Me tienes preocupada.—Hola Annette, disculpa. Estaba distraída. No te imaginas cómo me siento.—Por supuesto que lo imagino, Prisci. Aún no entiendo como Kate pudo hacerte esto. Dime dónde nos vemos.—Sigo dando vueltas por la ciudad y no tengo idea de a donde m****a ir.—OK, primero debes calmarte, yo te enviaré la dirección por GPS de un bar que inauguran hoy, será bueno que te distraigas y pienses bien lo que vas a hacer.—Está bien, Annette. Nos vemos en un momento.La chica conduce hasta la dirección que le envió su amiga; veinte minutos después, estaciona su auto y se dirige a la entrada del bar. El night-club estaba ubicado en una de las zonas más pudientes de Hudson Yards. La fachada del lugar era muy llamativa, las luces de neón destellaban en la oscuridad de la noche y el nombre del local abarcaba casi dos metros “Hades, hight club”.—Ingenioso, nombre —murmuró ella, mientras recibía su pase de entrada.Por ser la inauguración del lugar, todos los empleados vestían de color rojo púrpura haciendo homenaje a la temática del infernal lugar. Priscila logró avanzar en medio de la multitud; la música era animada, la gente disfrutaba bailando y bebiendo en el medio de la pista. Las paredes del bar estaban revestidas de paneles de vidrio espejado, lo que convertía aquel lugar en una especie de laberinto.Priscila fue hasta el área de la barra, el lugar estaba lleno y no habían mesas disponibles. Ella no era de estar en un lugar como ese, lleno de personas y en medio del bullicio; mas lo que menos necesitaba era ir hasta su apartamento y dejarse llevar por la frustración y el dolor de aquella traición. Tampoco deseaba recibir la habitual vídeo llamada que Gerald llevaba haciéndole todas las noches mientras estaba en Singapur por viajes de “negocios” y con su estúpida sonrisa de marido fiel diciéndole que la amaba. No creía soportar eso una sola noche más.Trató de distraerse con la euforia de los bailarines en medio de la pista. Miró su móvil por tercera vez, no veía a su amiga Anette, por lo que pensó que lo mejor era salir de aquel sitio y regresar a la casa de sus padres. Se abrió paso entre la gente, tropezando con un apuesto hombre, quien colocó sus manos en su cintura provocando en ella un extraño escalofrío.—¡Disculpe! —dijo sin levantar el rostro y continuó buscando la salida.—¡Priscila! —escuchó que la llamaban y reconoció la voz aguda y chillona de su amiga a un lado de la pista, quien levantaba las manos y daba algunos brincos para ser vista.Priscila, se regresó y como pudo llegó al lugar donde ella estaba.—¿A dónde ibas? ¿No me dirás que pensabas marcharte?—No, no —mintió a Annette— iba justo a ver si habías llegado. Este lugar está repleto y me siento sofocada. Mejor vayamos a otro lugar.—¿Irnos y perdernos el show de stripper? No, señor nada de eso. Así te desquitas por lo menos visualmente del imbécil de Gerald. —ante la insistencia de su amiga, Priscila accedió.La rubia había logrado conseguir una mesa disponible, frente al escenario.—¡Vaya! Por lo visto usaste tus influencias.—La verdad es que tenía pensado que nos reuniéramos hoy, las tres y hacerte una pre fiesta de despedida de soltera. —Priscila sintió un nudo en la garganta— Claro todo eso previo a los sucesos acaecidos esta tarde.—Deja ya de hablar como reportera y pide algo de tomar, antes de que me arrepienta.—Pues entonces a disfrutar de la noche. Será una fiesta de bienvenida a la soltería. —dijo en tono elevado para que Priscila pudiera escucharla.— Olvídate de todo, esta noche es nuestra; y olvídate en especial de tus dobles EX— Priscila la miró confundida.—¿Doble ex?—Sí, Prisci, el EX prometido, y EX amiga. —las dos rieron por el comentario.— Un trago doble por los doble EX. —Annette sirvió el primer shuter de tequila, Priscila bebió de un sólo trago y luego le sirvió el segundo que bebió de igual manera. Era la primera vez que Priscila bebía de aquel modo, quería olvidar, olvidarse de todo.Annette tomó a su amiga de la mano y la llevó hasta la pista. Mientras bailaba, Priscila sentía que volaba, aquella sensación de libertad tras cada uno de sus movimientos le devolvían la alegría y la felicidad. Las dos amigas se dedicaron a celebrar, tomar, bailar y hacer algunas selfies para sus redes, mientras la noche avanzaba y aguardaban por el espectáculo principal de la noche.—Es hora de la presentación —dijo eufórica la rubia— Ya va a comenzar el show.Annette sirvió su trago, cruzó sus piernas y se dedicó a disfrutar, mientras Priscila, se inclinó hacia adelante, posando sus codos sobre sus rodillas y sosteniendo su propio rostro como un gesto de tedio y aburrimiento.El escenario estaría ubicado en un extremo del night-club, elevado para que todos los asistentes pudieran ver claramente el espectáculo. Las luces se centraban en el escenario, creando un foco de atención en el hombre que sensualmente vestido de CEO y con un antifaz que cubría gran parte de su rostro, salió al escenario.Priscila observó sorprendida el porte, altura y sensual apariencia de aquel stripper.—Wow! —murmuró y se reclinó hacia atrás, mientras Annette gritaba desde su asiento frases soeces al apuesto hombre.El stripper, vestido de manera provocativa y sensual, comenzó su actuación, la música de fondo estaba estratégicamente escogida para el show “Where are you” era el tema que daba una connotación erótica al baile de aquel fornido hombre quien con movimientos seductores y sensuales enloquecía a la mujeres que observaban la presentación. Aquel ritmo sensual y la letra sugerente de la canción añadieron un toque de provocación mayor al sinuoso bailarín cuyos movimientos pélvicos hicieron ruborizar a Priscila. Con ondulaciones pélvicas muy sugerentes y expresiones faciales de seducción el hombre cautivó de inmediato a la audiencia.De pronto, y sin que Priscila se percatara, el hombre se aproximó a ella, Annette emocionada buscó tocar los muslos del hombre que acaba de retirar el pantalón de un solo tirón quedando en un diminuto bóxer de tela satinada, luego se despojó del saco, quedando sólo en la elegante camisa blanca, desanudó la corbata y rodeó a la pelicastaña, quien se quedó paralizada al ver el evidente interés del bailarín nocturno por usarla de cómplice. Le tendió la mano y ella lo miró a los ojos, hipnotizada por aquella mirada y los tragos, Priscila subió a la tarima.El stripper bailó frente a ella, mientras acariciaba sus muslos, Priscila comenzó a sentir como su vagina comenzaba a humedecer y contraerse con fuerza, aunque deseaba bajar de la tarima y volver a su asiento, aquel hombre la manejaba a su antojo. La condijo al centro del escenario y la hizo sentarse en la silla. Luego se arrodilló frente a ella, colocó sus manos sobre las rodillas de la pelicastaña quien sintió su cuerpo arder desde adentro, en un movimiento firme y preciso separó las piernas largas y torneadas de Priscila, quien dejó escapar un gemido, un gemido que sólo él logró escuchar, ya que por suerte para ella, la música no permitía que el resto de los espectadores oyera y supiera lo que realmente estaba ocurriendo sobre aquel escenario.Los gritos de las mujeres fue mayor cuando él se sujetó del asiento y colocó su rostro frente a la vagina de Priscila y comenzó a olfatear su sexo como lobo en celo. Ella estaba temblando de deseo y de ganas; como si de pronto todos hubiesen desaparecido de aquel lugar y sólo estuviesen ellos dos, el stripper subió hasta su pecho y sus labios y la besó apasionadamente. La pelicastaña sintió cuando sus labios se apoderaron de los suyos y su lengua como una serpiente se introdujo en sus labios provocando sensaciones incomparables en ella.Cuando más excitada Priscila estaba, el hombre se apartó sorpresivamente de ella; la música de fondo pasó de ser seductora a ser estridente; los aplausos y abucheos aturdían a la chica mientras el sensual hombre se acercaba a las clientas y estas colocaban sus buenas propinas en el interior de su bóxer de látex.Priscila estaba paralizada, el apuesto hombre notó su incomodidad, le ofreció la mano, como pudo se levantó, todo por dentro de ella temblaba de deseo, la ayudó a bajar la escaleras. Annette gritaba desenfrenadamente cosas al oído de su amiga, quien aún permanecía atónita y aturdida con lo que acababa de ocurrir…—Reacciona por Dios, todos te están mirando. ¡Eres la puta reina de la noche! —Priscila sonríe, aún no puede creer que haya sido protagonista de un show como ese. —¡Sí, verdad! —dice sin darle credibilidad a lo que sucedió. —Tienes que llevártelo a la cama, joder.—Fue sólo parte del show, Annette ¿Cómo crees que ese hombre tan in-cre-í-ble iba a querer follar conmigo? —Pues a mí no me pareció, son pocos los stripper que conozco que terminan besando de esa forma a una cliente. —Verás que sólo fue parte del show. Te apuesto a que al salir de allí, ya ni recordará quién soy. —Eso dices, tú pero yo no diría lo mismo —responde Annette viendo por encima del hombro de su amiga al apuesto hombre que se acerca a ellas. —Buenas noches —toma la mano de Priscila y la besa caballerosamente, el roce de aquellos labios eriza a la pelicastaña por tercera vez. Si Priscila tuviese un vaginómetro mediría cuantas pulsaciones tuvo durante esos minutos y la cantidad de fluidos que se despre
Durante toda la noche Priscila y el caballero del antifaz hicieron el amor un par de veces más. Aquel hombre era insaciable, ella nunca tuvo tanta actividad sexual con Gerald a pesar de que un par de meses después de conocerse, decidieron vivir como pareja. Nunca sintió tanto placer y deseo por estar con su futuro ex prometido como lo sintió por el stripper. Hicieron el amor en el baño, en la cocina, recorrieron toda el apartamento ansiosos y deseosos de sentirse, de estar atados el uno al otro.Ella no supo cuando se quedó dormida, sólo reaccionó cuando sintió su móvil vibrando. Abrió los ojos algo aturdida por el alcohol y las horas de intenso placer que vivió esa noche, mito a todos lados de la habitación y notó que el stripper no estaba, escuchó la regadera por lo que supuso debía estar duchándose. Atendió la llamada, era Annette quien preocupada le había enviado mensajes, audios y sticker ansiosa de saber donde estaba.En tono bajo, conversó con su amiga quien quedó de pasarl
—¿No me digas que…? —Priscila mordió su labio inferior y apenas asintió.Aquella era la peor noticia que podía recibir. Estaba embarazada, y sea cual fuera el padre del bebé que llevaba dentro, ninguno de los dos merecía estar en su vida. Gerald la había engañado durante dos años con su propia amiga, y aquel amante de una noche, había desaparecido sin dejar rastro. —¿Es de él? —se atrevió a preguntar, Annette.—No lo sé —respondió Priscila parcamente. —Vayamos a otro lugar, todos nos están mirando. Priscila salió de aquel lugar con lágrimas en los ojos, con cientos de preguntas en su cabeza y con una sensación inexplicable de tristeza. Durante los últimos meses, tanto ella como Gerald se habían cuidado de no tener hijos; él con la excusa de que debía tener primero estabilidad económica y ella, con el deseo de complacerlo en todo. Subieron al auto, y Annette condujo. Priscila no hablaba, sólo el silencio y las lágrimas rodando por sus mejillas decían lo que estaba sintiendo.
Esa noche, Priscila no pudo dormir, durante toda la noche dio vueltas de un lado a otro no sabía que le preocupaba más en ese momento, haber mentido o el silencio sepulcral de Gerald. Por primera vez se sentía como una villana de las novelas que siempre leía en su app de novelas favoritas. Había mentido con su embarazo, tal y como lo hizo Larissa una de las villanos que más le impactó de la novela que recién acababa de terminar de leer la noche anterior.Siempre creyó que aquello era parte de una historia inventada por el escritor pero ahora podía entender que a veces lo que parece ficción es la pura realidad. Tampoco lograba sacarse de la cabeza a aquel stripper misterioso, era como si él la conociera de antes, ella también sintió lo mismo cuando le hizo el amor la primera vez. El ronquido fe Gerald era insoportable, tampoco contribuía para que ella pudiese dormir un poco. Se levantó y fue por un vaso de agua. —¿Pensarás en mí, aunque sea un poco? —se preguntó Priscila.— ¿Dónde te
Gerald no podía creer que todos sus planes de un futuro junto a Kate, se esfumaran en cuestiones de segundos. Tomó su móvil por quinta vez y llamó a su amante, pero ella no contestó ninguna de sus llamadas. Desesperado por la situación, salió de su oficina para verla. Necesitaba convencerla de no abandonarlo, lo que había vivido con ella por dieciséis meses era suficiente para no echar por la borda su relación. Minutos después llegó a su casa, vio que el coche Aston Martin V6 color plomo que le había obsequiado cuando cumplieron su primer año de relación, no estaba aparcado frente a su casa. ¡Kate no estaba! ¿A dónde se había metido? Se preguntó y las dudas lo invadieron de inmediato. Un mes atrás, antes del viaje a Singapur, ella estaba decidida a romper con él, “Estoy cansada de ser sólo la amante” fueron sus palabras.—Es mejor dejar todo esto de una vez, Gerald. Me hierve la sangre cuando tenemos que salir a divertirnos junto a Priscila. —Sabes que no es a ella a quién amo, s
Durante los días previos a la boda, Priscila se reunía constantemente con Annette y Kate, bastaba apenas mirarla para saber que estaba furiosa con la boda de su “amiga” y su jefe. Debía aparentar emoción y alegría cuando lo único que la pelirroja deseaba era gritar a los cuatro vientos “ese hombre es mío” nada le daría más satisfacción que hacerlo y ver el rostro de triunfo de Priscila desvanecerse. Al igual que ella, Priscila también debía fingir que todo estaba bien dentro de ella, a pesar del tsunami de emociones que se aproximaban para destruirla cuando estaba a solas en su habitación. —Veamos querida, gira un poco —le ordenó el diseñador del elegante vestido de novia que usaría en su boda— Creo que habrá que ajustar un poco aquí y listo. Por suerte aún no se nota mucho tu embarazo.—Es lo que menos me importa —aclaró ella y François elevó su ceja izquierda. —No sabes la suerte que tienes de tener un marido como Gerald, todas mueren por él, incluyéndome —bromeó.—Pues no t
Priscila no pudo dormir durante toda la noche. Dio vueltas de un lado a otro pensando en que aquel hombre apareciera el día de la boda y dijera toda la verdad de lo que ocurrió entre ellos esa noche, una noche que ella no lograba olvidar, una noche llena de sensaciones y emociones nuevas. Nunca como en ese instante, se sintió tan deseada, tan amada. Gerald y ella llevaban algún tiempo sin hacer el amor, tenían sexo, sí pero no hacían el amor. Esa fue una de las razones por las que ella comenzó a dudar de él, a sospechar que debía tener una amante y lo comprobó cuando contrató al detective privado para seguirlo, luego de que Annette le insistiera que era mejor descubrir la verdad a tiempo que vivir engañada el resto de su vida.Al despertar, Gerald ya se había ido a trabajar. Se sentó en la cama, se estiró y frotó sus ojos, aún tenía sueño, pero esa tarde debía ir con su futuro esposo a escoger los bocadillos y pasapalos que darían en la recepción, luego de la boda. Estaba tan atu
—¿Qué significa esto, Gerald? —su padre preguntó visiblemente enojado, al ver aquella escena tan sórdida.—¡Papá! —dijo con asombro, intentando arreglarse el pantalón y cubrir con su camisa su falo erecto, mientras Kate, se bajaba del escritorio apresuradamente y cerraba con torpeza su blusa.—¿Cómo puedes hacer esto? ¿No estás a punto de casarte? —espetó. Kate salió rápidamente de la oficina, mientras Gerald secaba el sudor de su rostro y frotaba con su antebrazo su boca. —¿Por qué entras sin tocar? —le preguntó a su padre.—Soy el dueño aún de esta empresa, no tengo porque anunciarme para entrar y salir de ella. ¿Qué mierda estás pensando, eh? ¿Te imaginas que en vez de ser yo, hubiese sido tu prometida? Gerald guardó silencio, su padre tenía toda la razón como siempre. —Disculpa padre, me dejé llevar por la emoción. Kate, es mi amante —No te juzgo por tu acto machista, carajos. Yo también soy hombre y sé lo que es tener no una, ni dos amantes, sino hasta tres. Pero tu