Hoy es un espectacular día para sorprender al señor Bristol llegando temprano, llevándole un café de su Starbucks favorito y un maravilloso trozo de tarta de fresa e incluso me he colocado una ropa refinada y de oficina, ya quiero ver su rostro cuando me vea. Es un mando de primera, sino fuera tan gruñón tuviera mini orgasmo cada vez que lo tengo cerca pero lástima que desde que abre su boca salgo de mis calenturas mentales.
—Buenos días Sam, —le doy una pequeña sonrisa al chico que abre las puertas del elevador.
—Dayana ¿Cuándo aceptaras mi invitación para salir? —«Maldición, esto me pasa por estar de coqueta»
—Ya sabes cómo son las políticas de la empresa —como siempre toca optar por la ley que siempre salva a uno de desgracia.
—Pero ya hasta…
—Cariño, disfrutamos y ya está, —murmuro. —La cuestión es que no se volverá a repetir, —con mi codo pulso el piso que me corresponde y le doy mi más hipócrita sonrisa la cual elimino cuando la puerta se cierra.
No entiendo a los hombres.
Muchos se sienten satisfechos de que este clara de que solo es una noche, pero hay otros que son insoportables. No me interesa tener una pareja que me ande poniendo los cuernos o que ande de manera obsesiva detrás de mí.
El timbre del elevador me anuncia la llega al piso donde trabajo, suspiro para mentalizarme para otro día al lado del sexi gruñón de mi jefe, analizo rápidamente mi rostro y cabello en el espejo del cajón metálico y todo está perfecto. Como mencione soy la primera en llegar, ya que el señor Bristol llega a las ocho, creo porque siempre llego a las nueve y lo encuentro aquí, camino hacia la puerta de su oficina y me detengo al escuchar un gemido masculino.
«Señor Bristol, nunca pensé que fuera tan promiscuo» pienso.
Me alejo varios pasos para colocar lo que traje en mi escritorio y luego me acerco a la puerta nuevamente, muerta de la curiosidad abro despacio la puerta para echar una pequeña mirada hasta el escritorio donde sentado arriba de este está nada más y nada menos que el señor Bristol con su cabeza tirada hacia atrás mientras se masturba.
«Doble mierda»
No me lo puedo creer, Dios es tremendamente caliente, siento calor por todo mi cuerpo y me es inevitable no cruzar mis piernas ante semejante semental que es querido jefe gruñón.
—Joder, —como la muñeca del exorcista su mirada llega hasta la puerta haciendo contacto visual con mis ojos. Se muestra sorprendido y rápidamente baja del escritorio para subir su ropa interior y luego sus pantalones, me mira enfadado y camina hasta donde estoy.
—¿Qué carajo haces aquí? —Cuestiona enfurecido mientras me mira con su ceño fruncido «Oh no señor Bristol a mí no me hablara de esa manera»
—Primero que nada, espero no vuelva usted a dirigirse de esa manera hacia mí, —lo señalo mientras lo miro con mis ojos entrecerrado mientras que me mira sorprendido por mi insolencia al responderle. —Segundo este es mi lugar de trabajo…
—Pero usted se ha puesto a espiarme.
—Señor Bristol, le aseguro que su secreto no será revelado, no soy una cotilla si eso es lo que piensa, —comento cruzándome de brazos.
Curva sus cejas.
—Sino fuera cotilla, no me hubiera espiado, —enmudezco.
—¿Qué hará despedirme? —Frunce sus labios.
—Vuelva a su trabajo y olvide lo que sucedió, si lo comenta con alguien créame que jamás volverá a laborar en otro lado, —se gira y se va a su escritorio, ruedo mis ojos para irme a mi puesto de trabajo con las imágenes de mi jefe desnudo en mi cabeza.
«Su desnudez provocó que mis bragas se humedecieran»
Donovan Bristol—¿Puedes dejar de tocar mis libros? —Tamboreo con mis dedos ansioso mi escritorio mientras que Alexandro toca mis cosas dejándolas desordenadas, no sé en qué momento acepte que este sujeto venga a mi apartamento.—Relájate, —ruedo mis ojos y me pongo de pie para quitarle el libro el cual coloco de nuevo en su lugar. —Me aburro cuando estoy aquí, —se tira al sofá y sube los pies sobre la mesa de cristal.Un tic de nervio llega a mi ojo izquierdo.—Alexandro ¿Qué haces en mi apartamento? —Picoteo con mi pie derecho el suelo alfombrado tratando de mantener la compostura.—Solo quiero salir con mi mejor amigo a un bar, sacarlo a disfrutar una maravillosa noche con una chica… ¿Te van los hombres?—No, no me van los hombres y tampoco quiero salir a un bar, —tomó asien
Dayana BerlusconiAbro mis ojos cuando siento a alguien en medio de mis piernas, gimo y enseguida llevo mi mano hasta su cabello para que siga con lo que hace. En cuestión de segundo llego a mi orgasmo, suspiro y observo al chico de tez morena colocarse el condón pero en ese momento recuerdo que tengo una cita de trabajo.—No, —lo empujo mientras que este frunce su ceño mirándome con interrogación de por qué lo freno, —Debo irme, —salgo de la cama para buscar mi ropa y ver mi braga rota tirada en un lado «Suerte siempre traigo una en mi bolso»—¿En serio piensas dejarme de esta manera? —Cuestiona señalando su erección, suspiro.—La entrevista es más importante que un orgasmo, —nunca dejaría perder esta cita que me costó tanto conseguir por un polvo, me cambio rápido de ropa y observo al chi
Donovan Bristol —Señor Bristol que bueno que ha llegado a su consulta, —la médica me da la mano en forma de saludo y la tomó para luego tomar asiento.—Últimamente tengo mi agenda llena, —anuncio a lo que ella asiente.—Pero igual debe poner como prioridad su condición, —hago una mueca pero sé que ella tiene razón. —Lo cite porque le estaré cambiando su medicamento, —anuncia.—¿Por qué motivo?—Como le comente estos medicamentos suelen tener efectos secundarios, —asiento recordando cuando lo dijo. —El que lleva ha disminuido su conteo de esperma según el análisis que le hicieron, —alzo mis cejas.—¿Entonces quedare estéril? —Niega.—Su producción disminuyo, pero eso no implica que quedara estéril pero si sigue co
Dayana BerlusconiObservo a mi madre salir de su cuarta quimio, me acerco a ella y la ayudo a llegar a la silla más cercana para que descanse un poco. Hace cuatro meses le diagnosticaron leucemia mieloides aguda, fue algo muy chocante para nosotras dos y desde entonces utilizo ahorros que teníamos y la pensión de mi padre para su tratamiento, pero como todo recurso este siempre se termina acabando.—¿Está bien? —Cuestiono preocupada.—Nauseas como siempre, —hago una mueca, —No me has contado sobre tu cita de trabajo, —suspiro.—Seguiré buscando en otro lado, —murmuro.—Dayana es hora de que vengas conmigo a la casa, —pide, niego.—Sabes que no quiero estar allí, —mascullo, —Son demasiados recuerdos de mi papá, lo extraño, —amaba mucho a mi padre y lo peor es que su muerte es mi cu
Donovan Bristol —¿En serio tu madre te ha dicho eso? —Alexandro no puede creer lo que me está pasando.Paso una mano por mi cabello ya que es una manera de aligerar la inquietud que corre por mi cuerpo.—Yo tampoco puedo creer que sea capaz de entregarle la empresa en la cual mi padre dio su vida a ese zángano, —tamboreo con mis dedos el escritorio mientras observo la mueca que hace mi mejor amigo.—No puedo creer que diré esto, pero cásate, —lo miro como si tuviera una cabeza nueva, —Sé que odio el compromiso más que nada en este mundo pero necesitas casarte para que no pierdas la empresa.«Claro porque deseas llevar una vida libertina» pienso.—¿Eres loco o qué? —Cuestiono. —Nunca me has visto ligando o teniendo una pareja para yo casarme, —le recuerdo lo obvio. Solo pensar en eso me
Dayana Berlusconi No entiendo nada de este contrato con el señor Bristol, me trata como una empleada más y me asigna trabajos pero igual está cumpliendo su parte de mandar a mi madre al mejor oncólogo del país no me puedo quejar, ya tengo dos semanas en la empresa y sin duda es increíble trabajar aquí es siempre lo que quise pero también tengo esa inquietud de saber ¿Cuándo será que el jefe querrá cobrar lo acordado?Lo único malo entre el señor Bristol y yo es que a pesar de que me ha comprado un closet nuevo con todo tipo de ropa empresarial y de gala es que sigo llegando tarde y vistiendo como me gusta, por ejemplo hoy voy tarde y me imagino lo enojado que estará. Entro rápido al ascensor para subir al piso donde encontrare a mi jefe gruñón, cuando llego dejo mi bolso en el escritorio y toco la puerta de su oficina sin recib
Donovan Bristol¿Cómo pude ser tan idiota y dejar mi puerta de oficina sin seguro? Me cuestiono caminando como león enjaulado en mi propio lugar de trabajo, no sé cómo voy a mirar a la señorita Berlusconi a la cara después de semejante espectáculo que le he brindado y aparte de que me pase al ser grosero con ella quien no tiene la culpa de que mis medicamentos me hagan excitarme.Suspiro y paso una mano por mi cabello provocando que este se desordene totalmente.El sonido de mi teléfono provoca que lleve mi mirada hasta este, camino a mi escritorio y lo tomó para descolgar la llamada sin mirar de quien se trata.—Hijo mío, — «Justo ahora tenías que llamarme, madre»—¿Qué pasa? Estoy muy ocupado en la oficina, se breve, —pido sentándome en mi sillón.—Me quedare
Dayana Berlusconi—¿Le ayudaría un orgasmo para mantenerse clara mañana? —Su pregunta me toma por sorpresa, pero si me dejara por lo menos hoy tener sexo sería un gran avance.—Claro, —respondo con honestidad, si mañana me enfrentare a su madre lo mejor que puede suceder es ir relajada, ya que tengo mucho sin contacto con un hombre, ya que solo estoy utilizando mi juguetes para mi satisfacción.—Bien, me veré en la obligación de colocar esto en el contrato, —lo escucho murmurar. —Bueno ahora me cambio de ropa, —me giro pero su mano mojada por el agua del lavado toma la mía.—No será con otro hombre.—Acepto mujeres también, —me mira sorprendido y niega.—Ni otra mujer, —comenta a lo que lo miro sin entender nada. —Será conmigo, —lo observo