Donovan Bristol
¿Cómo pude ser tan idiota y dejar mi puerta de oficina sin seguro? Me cuestiono caminando como león enjaulado en mi propio lugar de trabajo, no sé cómo voy a mirar a la señorita Berlusconi a la cara después de semejante espectáculo que le he brindado y aparte de que me pase al ser grosero con ella quien no tiene la culpa de que mis medicamentos me hagan excitarme.
Suspiro y paso una mano por mi cabello provocando que este se desordene totalmente.
El sonido de mi teléfono provoca que lleve mi mirada hasta este, camino a mi escritorio y lo tomó para descolgar la llamada sin mirar de quien se trata.
—Hijo mío, — «Justo ahora tenías que llamarme, madre»
—¿Qué pasa? Estoy muy ocupado en la oficina, se breve, —pido sentándome en mi sillón.
—Me quedare
Dayana Berlusconi—¿Le ayudaría un orgasmo para mantenerse clara mañana? —Su pregunta me toma por sorpresa, pero si me dejara por lo menos hoy tener sexo sería un gran avance.—Claro, —respondo con honestidad, si mañana me enfrentare a su madre lo mejor que puede suceder es ir relajada, ya que tengo mucho sin contacto con un hombre, ya que solo estoy utilizando mi juguetes para mi satisfacción.—Bien, me veré en la obligación de colocar esto en el contrato, —lo escucho murmurar. —Bueno ahora me cambio de ropa, —me giro pero su mano mojada por el agua del lavado toma la mía.—No será con otro hombre.—Acepto mujeres también, —me mira sorprendido y niega.—Ni otra mujer, —comenta a lo que lo miro sin entender nada. —Será conmigo, —lo observo
Donovan BristolDurante todo el camino no hablamos absolutamente nada, Dayana quedo dormida al rato después de lo que me hizo, no sé en qué momento pasamos de a hacer eso en mi auto, espero que el chofer no haya escuchado todo esta escena.—Señor Bristol, —me llama por el parlante, toco el botón para que la ventanilla baje.—¿Qué pasa?—Estamos a cinco minutos de llegar a la casa de playa, —asiento, miro a Dayana y la muevo despacio para que despierte, se nota desorientada y me mira.—Casi llegamos, —anuncio, suspira y pasa una mano por su cabellera rubia ordenándola.—Lo observo algo tenso señor Bristol, —murmura mirándome fijamente cosa que me pone algo nervioso.—Primero, no me llame señor Bristol y segundo, estoy perfectamente bien, Dayana. —Ella solo asiente.&mdash
Dayana Berlusconi Al salir del baño Donovan está en el balcón de la habitación, la cual por cierto es bastante ostentosa desde lámparas con forma de diamantes, una enorme cama donde pueden entrar unas ocho personas, un closet que puede ser mi aposento, sofás blancos, el piso en mármol pulido y creo que el señor Bristol tiene mucha razón cuando dice que su madre ama los lujos. El hombre se ve pensativo, busco mi maleta y no la veo por ningún lado. —Donovan ¿Dónde está el equipaje? —En el closet, —responde sin mirarme, asiento y entro a este comprobando lo ante descripto, tomó el equipaje y saco un conjunto de CH totalmente blanco, pantalones en forma de tubos largo hasta cubrir mis pies mientras que la blusa deja mis brazos descubiertos y con un lazo en el borde izquierdo de esta que me da un toque elegante, recojo mi cabello rubio en un moño algo desordenado sin perder la elegancia. Mis pies los calzos con un tacón bajo de CH,
Donovan BristolSuspiro observando el techo de la habitación, no puedo dormir y olvide traer las estúpidas pastillas que me ayudan a conciliar el sueño, me remuevo en la cama y escucho a mi acompañante dejar salir un extraño ruido de su garganta.—¿Puedes dejar de moverte? —cuestiona.—Lo siento, no logro conseguir el sueño, —murmuro con pena—. Iré al sofá para que puedas descansar, —anuncio pero esta me detiene.—Hay otros modos de conseguir el sueño, —se sienta y enciende las luces.—¿Cuáles?—Un orgasmo señor Bristol, —la miro, abro y cierro mi boca sin saber que decir a eso—. Es muy bueno créame ¿acepta?—Yo…—Esta vez deberá ser algo mutuo, —anuncia—. Deberá dar lo que recibe ¿enti
Dayana BerlusconiAl despertar lo primero que hago es buscar a mi querido jefe que no se encuentra en la cama pero el sonido de la ducha me hace saber el lugar donde se encuentra, nunca en mi vida pensé que llegaría tan lejos con Donovan pero el hombre quiere aprender cosas y como no me dejara dormir con otros chicos pues que mejor manera de tener sexo que enseñándole al magnate a empotrar a una mujer, no pierdo nada y tampoco es como si me fuera a enamorar de este, no es que no se vea bien pero no es mi tipo y supongo yo no estoy a su nivel. —Buenos días jefecito, —saludo cuando sale envuelto en una toalla y goteando agua desde su cabello hasta su cuerpo. —No me llames de esa manera aquí Dayana, —que gruñón este hombre.&
Donovan Bristol Creo que venir a visitar a mi madre ha sido el peor error de todos, no logro entender el momento en que cambio. Antes cuando era más pequeño siempre fue una mujer atenta, despreocupada y nunca le importo el que dirán las personas de ella, pero claro todo esto fue hace tiempo cuando mi padre todavía no debutaba como un exitoso empresario, cosa que sucedió de la noche a la mañana y hasta se escuchó en boca de personas cizañosa que estaba involucrado en la mafia, no pude evitar creerlo cuando sucedieron cosas extraña en nuestro entorno. Suspiro tratando de alejar esos pensamientos y seguir conservando la buena imagen que fue y que seguirá siendo mi padre en mi vida, se dedicó a que sea siempre el mejor en todo lo que me disponía a hacer y creo que esa fue una de las cosas que cambiaron a mi madre, ya que igual se disponía en ser la más fina y elegante en todas las reunion
Dayana Berlusconi Después de un rápido desayuno nos regresamos y no puedo evitar sentirme agradecida de volver, espero que la próxima vez que mire a esa señora sea cuando me case con el jefecito que me dejo en mi casa y se marchó sin mirar atrás hacia su lujo apartamento. —Buenos días Charlie, —saludo cuando la puerta del ascensor se abre y esta él allí parado en espera de este. —Dayana ¿Cómo estás? —Bien ¿y tú? ¿Dónde está Arturo? —cuestiono al no verlo con su pequeño. —Esta con mi madre… estaré viajando a Alemania por asuntos de mi familia paterna, ya que mi abuelo falleció hace meses y requieren mi presencia en la mansión, —pone los ojos en blanco. &nb
Donovan Bristol —Oye si estás enojado no te desquite con el pobre saco de box, —suelta Alexandro para tomar agua de su botella. —¿Quieres que lo haga con tu cara? —cuestiono de mal humor. —Venga hombre… cuénteme que le sucede, sé que eres mal humorado pero hoy estas peor que nunca, —comenta. Ruedo los ojos, camino hasta mi botella y bebo agua. »¿Vas hacer que ande detrás de tu culo el día completo hasta que me digas? —pregunta, suspiro porque sé que es capaz de eso y mucho más. —Mi secretaria me saca de mis casillas, —me limito a decir. &nbs