Capítulo VII

Donovan Bristol

¿Cómo pude ser tan idiota y dejar mi puerta de oficina sin seguro? Me cuestiono caminando como león enjaulado en mi propio lugar de trabajo, no sé cómo voy a mirar a la señorita Berlusconi a la cara después de semejante espectáculo que le he brindado y aparte de que me pase al ser grosero con ella quien no tiene la culpa de que mis medicamentos me hagan excitarme.

Suspiro y paso una mano por mi cabello provocando que este se desordene totalmente.

El sonido de mi teléfono provoca que lleve mi mirada hasta este, camino a mi escritorio y lo tomó para descolgar la llamada sin mirar de quien se trata.

Hijo mío, — «Justo ahora tenías que llamarme, madre»

—¿Qué pasa? Estoy muy ocupado en la oficina, se breve, —pido sentándome en mi sillón.

Me quedare

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