NARRADORAKatherine lo fue desenvolviendo y se hacía un poco más grande. Lo colocó sobre el colchón frente a ella.—Parece una ubicación, quizás de alguna parte del reino —la Duquesa examinaba los trazos y dibujos finamente pintados sobre el antiguo pergamino.Los bordes irregulares y desgastados daban la sensación de que había sido arrancado un trozo de un mapa mucho más grande.—No reconozco este sitio… Bueno, tampoco es que hubiese salido mucho…—Yo sí —Elliot le dijo de repente, extendiendo el brazo y moviendo la pieza sobre las sábanas claras—. He estado aquí, es el paso de las montañas entre el Ducado de Thesio y el mío, un lugar… escalofriante y peligroso.Elliot lo reconoció por algunos detalles.—Elliot, mira, parece señalar un camino dentro de esas montañas —Katherine tocó con el dedo una línea en rojo que serpenteaba por el dibujo, pero estaba incompleta.—Es demasiado peligroso ese sitio. No sé por qué, pero hay algunos espectros de Su Majestad pululando, tuve que escapar
NARRADORALos ojos de Kath se vieron atraídos por una sombra más allá, en el bosque, al lado de un álamo.Parecían ojos intensos que la devoraban, afilados rubíes. El aura dominante casi se extendió hacia ella, pero de repente…—Duquesa, levántate, ya nos vamos —Elliot la tomó del brazo y la hizo incorporarse, sacándola del trance.Cerró la ventana de golpe y su mirada se fijó en el mismo punto que Katherine; sin embargo, ya no había nadie.—¿Qué? ¿Qué sucede? ¿Hay algún problema? —Brenda se incorporó visiblemente nerviosa, a pesar de pretender disimularlo.—Nada, no tengo nada más que pensar. Acepto tu propuesta.—¿Ah, sí? —casi no se creía que Elliot lo fuera a aceptar tan fácil, pero claro, igual era un pastel caído del cielo para él.—Qué bien, sabía que me ayudarías. Muchas gracias, Elliot… digo, Duque, por acordarte de los viejos tiempos.—Precisamente porque me acuerdo de que alguna vez nos apoyamos…Elliot se giró de repente para enfrentarla, colocando a Katherine detrás de su
NARRADORARevelaciones increíbles había sacado de traducir esos viejos papeles que pasaron por las manos de casi todas las mujeres con poderes de su familia.Cada una le hizo su valioso aporte y continuaron las investigaciones de sus antecesoras.La madre de Katherine y Rossella, fue una de las que menos interactuó con la reliquia familiar.—Bueno, lo más probable es que ellos quieran escapar también del Reino Elemental - Elliot le respondió.— Y para abrir esa brecha necesitan también de magia. Te quieren utilizar; nos van a atraer a su trampa de alguna manera —Concluyó con ira.Así que para esto era que Brenda lo quería. Serpiente traicionera.—Pero nosotros también deseamos lo mismo, y nos falta una parte del mapa y del conjuro.—Exactamente, cariño. Ellos no saben que soy un lycan. Ese tipo es tan confiado que se atrevió a pavonearse en la cara de Vorath. Esa es nuestra mejor arma. —La mente de ambos ya tejía planes.—Entonces, estás queriendo decir… —Eso mismo que piensas, mi Duq
BRENDAMe separé, metiendo dos dedos en mi boca y chupándolos.Me acosté en la cama con los muslos separados y jugueteé con mi coño, penetrándome para dilatarme.El jugo me corría, estaba ardiendo en llamas.Thesio caminó hacia mí, se acomodó entre mis piernas abiertas, sus rodillas sobre el colchón, su mano apoyada al lado de mi cabeza, la otra agarrándose el pene que dirigió a la estrecha entrada.—Aaah, shshh… qué rico, mi Duque, penétrame más —grité en frenesí.De verdad necesitaba que me follara rápido, más profundo, mmmm… más duro…Elevaba mis caderas para encontrarme con sus embestidas, que pronto se enterraron hasta la empuñadura.Thesio, en cuatro sobre mí, su trasero abierto al “mozo” que ya se acercaba a la cama.Escuché la palmada en sus nalgas y el gemido masculino, su estremecimiento y la dureza en mi vagina martilleaba más entusiasmada.—No más juegos, ¡métela ya! —le rugió al hombre a su espalda, que lo preparaba con los dedos.Thesio bajó su torso, inclinado sobre mi
NARRADORALa noticia de que el Duque Thesio había muerto en una cacería, comido por lobos salvajes, se extendió como pólvora por todos los Ducados cercanos y más allá.Enseguida, ojos codiciosos miraban hacia la “pobre” viuda con poco apoyo del ejército de Thesio y mucho oro y tierras que repartirse.Era como quitarle el dulce a un niño, ni siquiera había tenido tiempo de engendrar a un heredero, así que la corona no se metería aunque protestara.Ovidio Pensival enseguida se puso en contacto con el general del difunto Thesio para atraerlo a su lado, prometiendo todo tipo de beneficios.Era un hombre nuevo, apenas llevaba un tiempo tras la muerte del anterior general, así que tenía más amor por el dinero que por proteger a la mujerzuela que se trepó en la cama de su ex amo.Pretendieron dar el golpe desde adentro y el mismo general le abriría las murallas de la ciudad a Ovidio antes de que llegase la competencia.Todo muy bonito, pero no contaban con que ya se le habían adelantado.Bre
NARRADORAAvanzaron alrededor de 100 hombres, armados y listos para la pelea, para dar guerra hasta el final… un final, que llegó demasiado pronto.Los ojos de Ovidio brillaron codiciosos al ver las enormes y reforzadas puertas abrirse, pero su expresión se convirtió en asombro y pánico al descubrir la temida carga de caballería que venía hacia ellos.Jinetes veloces con una expresión asesina y, frente a ellos, con la espada goteando sangre en la mano enguantada, el Duque sanguinario de Everhart, ese hombre despiadado y sin corazón.A su espalda, se alzaba la ciudad ardiendo en llamas tras la lucha contra los miembros rebeldes del ejército de Thesio.Sin embargo, Ovidio también era un líder y, después de pasar el asombro, vio que Elliot contaba con menos hombres que él.—¡Luchen con valentía, no retrocedan, no retrocedan! —gritó, sacando pecho, infundiendo valor a sus soldados acobardados.Pero susto fue el que se llevó, al mirar atrás, galopando en la carrera y se dio cuenta de que t
KATHERINE —¡Lavinia, hija, sigue jugando con las pequeñas! —le ordené a mi hija, que se perdió por el pasillo entre risas.Agarrando mi falda con fuerza, bajé las escaleras casi volando sobre los peldaños alfombrados.Podía sentir claramente el peligro en el ambiente, la atmósfera tensa, así que me acerqué a mediar.—Buenos días —saludé al hombre elegante que había llegado y me paré al lado de Elliot.En un segundo tuve su mano posesiva agarrando mi cintura. —Mi esposa, la Duquesa de Everhart —me presentó, aunque era obvia mi identidad con el despliegue de posesividad que hizo.—. Cariño, él es el inspector del palacio, enviado por el Regente.—Bienvenido a nuestro ducado, señor…—Ambrus, Ambrus Max —estiró la mano luego de decir ese nombre que estaba más que convencida era falso.“¡NO LO TOQUES!”, el rugido me llegó a través de nuestro vínculo de pareja, haciéndome estremecer.—Oh, disculpe mi grosería, estaba jugando con las niñas y tengo las manos con barro —escondí enseguida mis
KATHERINEEstaba fuera de control, sus caninos peligrosos rozando mis pechos. Sabía que hasta que no le diera lo que necesitaba, no pararía.—Mmmm, no, no, aquí no, cariño. Estoy muy pegada a la puerta, Vorath… sshhh, espera, mi lobo…Le supliqué al ser penetrada por dos dedos, adentro y afuera, adentro y afuera…Sentía mis propios fluidos salpicar entre mis muslos; su boca chupaba mi cuello, ardiente y desesperada.—Nena, necesito montarte ahora, ¡joder, lo necesito! —Elliot gruñó, mitad bestia y humano.La dureza de su polla restregándose contra mi vientre, sus manos callosas y toscas se aferraron a mis nalgas.—Ábreme la bragueta y sácame la polla, voy a cargarte, Kath, por favor… —jadeaba cachondo contra mi boca, nuestras frentes sudadas unidas, el calor del deseo derritiendo nuestras voluntades.—Ven, ven —lo empujé como pude.Sin dejar de tocarme, lo arrastré hasta el piano, donde me giré de espaldas a él y subí mi falda con total indecencia, sosteniéndola en mi cintura.Mis nal