421. MORIR CON UN ORGASMO

BRENDA

Me separé, metiendo dos dedos en mi boca y chupándolos.

Me acosté en la cama con los muslos separados y jugueteé con mi coño, penetrándome para dilatarme.

El jugo me corría, estaba ardiendo en llamas.

Thesio caminó hacia mí, se acomodó entre mis piernas abiertas, sus rodillas sobre el colchón, su mano apoyada al lado de mi cabeza, la otra agarrándose el pene que dirigió a la estrecha entrada.

—Aaah, shshh… qué rico, mi Duque, penétrame más —grité en frenesí.

De verdad necesitaba que me follara rápido, más profundo, mmmm… más duro…

Elevaba mis caderas para encontrarme con sus embestidas, que pronto se enterraron hasta la empuñadura.

Thesio, en cuatro sobre mí, su trasero abierto al “mozo” que ya se acercaba a la cama.

Escuché la palmada en sus nalgas y el gemido masculino, su estremecimiento y la dureza en mi vagina martilleaba más entusiasmada.

—No más juegos, ¡métela ya! —le rugió al hombre a su espalda, que lo preparaba con los dedos.

Thesio bajó su torso, inclinado sobre mi
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