385. CAPTURADA

KATHERINE

—¡Cariño, cuidado! —la sostuve entre mis brazos, frenando el impacto.

Jadeaba por la boca, por completo recostada a mí; podía sentir su corazoncito latiendo desbocado.

—Nena, solo un poco más, hija, ya estamos cerca. No podemos detenernos —miré nerviosa hacia el camino transitado; no veía con claridad, pero sabía que los monstruos estaban allá afuera.

Me agaché entonces frente a Lavinia, que no me podía ni hablar, recuperando el aliento.

—Ma… má, estoy muy cansa…da… mamá… tengo… miedo —me echó los brazos al cuello, llorando de nuevo.

Solo pude acariciar su cabecita y su espalda; me dolía el alma al ver las magulladuras en su rostro, esos cerdos hijos de puta no tuvieron compasión ni siquiera con una niña.

—Mi vida, ya sé que estás cansada, pero no puedo cargarte, cariño, pesas mucho. Nunca escaparíamos —limpié sus lágrimas con mis dedos, besé con suavidad su frente sucia.

Las dos éramos un desastre.

—Solo un poco más, mi amor, te prometo que ya llegamos —hice por levantarme,
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