La velocidad del auto que conduce mi padre aumenta de forma progresiva mientras conduce por la autopista. Solo vamos los dos, pero no cruzamos palabra. Estoy molesta con él y lo sabe.
—Sophie ¿vas a seguir enojada conmigo? —pregunta desviando apenas la mirada del camino.
—No quiero hablar contigo —contesto cruzándome de brazos.
Estoy intentando controlarme para no explotar de la furia en este momento.
—Hija, de verdad lo lamento, no era mi intención olvidarme del aniversario de fallecimiento de tu madre, es solo que hoy Lilian tenía un evento importante y…
—Mira papá, nunca te recriminé nada. No me quejé cuando te casaste con una mujer que podría ser otra de tus hijas, no me quejé cuando la hiciste mi madrastra a pesar de que a penas nos llevamos tres años de diferencia, ni cuando le diste tanta potestad de nuestras cosas, dinero, casas y hasta en la empresa. Pero ¿olvidarte de mi madre? Eso sí que no te lo voy a perdonar —sentencio después de haberlo interrumpido.
Él me mira con los ojos abiertos, sorprendido por mi repentina honestidad. Desde que mi madre murió hemos estado solos y aunque me incomodó en un principio que se casara con Lilian, sé que merece ser feliz, así que me lo callé.
—No sabía que te sentías así —admite finalmente.
—Eso no me importa, pero no te voy a perdonar haberme dejado plantada en el cementerio mientras tú estabas divirtiéndote en una fiesta —protesto y aparto la mirada.
En ese momento mi padre intenta tomar mi mano, pero yo forcejo y no lo dejo.
—¡Sophia, escúchame! —exclama.
—¡No! ¡No quiero! Y suéltame. Es más, estaciona aquí, me voy a ir caminando.
Hago el amago de abrir la puerta, incluso con el auto en movimiento, esperando que mi exagerada reacción lo haga detenerse en seco. En cambio, mi padre intenta evitar que abra la puerta, y en su afán, el volante se desvía. Todo se vuelve un caos en un instante.
Mi padre intenta volver al carril para evitar estrellarse contra el camión que viene en frente. Mi corazón se acelera y en ese instante que me doy cuenta de la imprudencia que acabo de cometer.
Él logra regresar al carril con los brazos tensionados en el volante. Lo está apretando tan fuerte que sus nudillos están blancos del esfuerzo.
—Lo siento —susurro.
No obstante, noto que la cara de mi padre sigue inmersa en el shock. No se despega del volante y de pronto la manilla del acelerador comienza a subir al mismo tiempo que la velocidad.
—Papá ¿qué estás haciendo? —pregunto, sintiéndome repentinamente aterrada.
—No puedo detenerlo, no sé qué pasa.
Nos miramos, pero incluso antes de que podamos reaccionar, el auto choca con un muro bajo que divide la separación de una encrucijada. El impacto es brutal.
El cinturón de seguridad me clava en el asiento con fuerza, impidiendo que salga volando por los aires hacia adelante, pero las piernas… siento un dolor agudo cuando se aplastan contra el panel del auto. El metal cede, deformándose como si fuera de papel bajo la presión del choque, y mis rodillas se estrellan contra el tablero con una fuerza que me arranca un grito de dolor.
El auto gira de forma violenta a la derecha, arrastrando el chasis por el asfalto, mientras el vidrio del parabrisas se hace añicos y vuela a nuestro alrededor. Por un momento, todo es un vórtice de sonido ensordecedor: el chirrido de los neumáticos, el crujido del metal retorciéndose y los gritos ahogados de mi padre.
Finalmente, el auto se detiene con un golpe seco. Queda inclinado de manera peligrosa sobre un lado. Respiro con dificultad, el pecho se me sube y baja agitado mientras intento orientarme en medio de la confusión del accidente. El olor a gasolina y a caucho quemado me llena los pulmones, haciéndome toser. Intento moverme, pero estoy atrapada, mis piernas están atrapadas bajo el peso del panel aplastado, y un dolor agudo me recorre desde los muslos hasta los pies.
—Papá… —logro susurrar.
Giro mi cabeza con dificultad para mirarlo, pero lo que veo hace que el miedo se convierta en puro horror. Mi padre está inclinado hacia el volante, su rostro está cubierto de sangre. Su camisa blanca está empapada en un tono carmesí oscuro que se expande lentamente, manchando todo a su alrededor. Hay vidrios rotos esparcidos por el interior del auto, algunos incrustados en su piel, otros caídos como lluvia sobre el asiento.
Mi respiración se acelera mientras intento procesar lo que está ocurriendo. Intento mover mis manos para alcanzar su hombro, para sacudirlo y hacer que despierte, pero mis brazos están débiles, y el dolor en mis piernas me roba toda la fuerza. Estoy atrapada, inmovilizada por el peso del auto y el terror de lo que acaba de suceder.
El sonido de sirenas rompe el silencio. Veo destellos azules y rojos reflejados en los fragmentos de vidrio dispersos por el auto.
Intento mantenerme consciente, lucho contra la oscuridad que amenaza con consumir mi visión. Pero es inútil. Mis párpados se vuelven pesados, y el dolor en mi cuerpo comienza a desvanecerse, reemplazado por un frío penetrante. Mi último pensamiento antes de que todo se apague es para mi padre, esperando que, de alguna manera, alguien llegue a tiempo para salvarnos. Pero el miedo de que sea demasiado tarde me inunda mientras me dejo llevar por la inconsciencia.
***
Abro los ojos de nuevo. Por un momento no tengo idea de qué fue lo que ocurrió. No siento dolor, estoy en una cama suave rodeada de paredes blancas y monitores que miden mis signos vitales. Pronto veo una figura familiar. Mi madrastra… Lilian.
—¡Despertó! —exclama.
A su lado está mi esposo Ethan. Sonrío levemente. Verlos aquí significa que estoy viva a pesar de todo. A mi memoria llegan los últimos momentos del accidente, la visión de mi padre cubierto de sangre…
—M-Mi… papá… —consigo articular. Mi voz suena pegada y rasposa.
—Oh, Sophie… —dice Lilian con un sollozo—... tu padre murió —suelta sin más.
—¿Qué…? —Intento levantarme de la cama, necesito sentarme, necesito entender lo que sucede para no volverme loca. No puede ser… esto es una pesadilla. Pero pronto me doy cuenta de que no puedo moverme.
No puedo mover las piernas.
—¿Qué pasa…? No siento mis piernas —digo. El pánico en mi interior crece y se nota en mi voz.
—No te muevas —habla Ethan con una frialdad que me sorprende—. El doctor dijo que al parecer vas a quedar paralítica.
CAPÍTULO 2: LA VERDADERA CARA DE MI ESPOSOParalítica…Me quedo procesando esas palabras mientras la realidad me golpea como en el accidente. No puede ser… no puede ser…Mis ojos se llenan de lágrimas que apenas y puedo contener.—¿Qué dices?... No, eso no puede ser verdad…Antes de que Ethan o Lilian me puedan contestar, un médico entra en la habitación con el semblante serio.—Bienvenida al mundo de los vivos Sophia —saluda—, ¿cómo te sientes?—Doctor, no siento las piernas, por favor… dígame que no es cierto —suplico.Él suspira. Observa a mi madrastra y a Ethan.—No la voy a dejar sola, doctor. Ella es como mi hija —le dice con fervor.—Está bien… se pueden quedar —murmuro. El doctor saca un lapicero y descubre mis piernas bajo las sábanas. Me quedo esperando sentir la sensación del lapicero en la planta de mis pies, pero los segundos pasan y no sucede nada. Hay un silencio eterno antes de que el doctor hable de nuevo.—¿Sientes eso? —pregunta.Tengo demasiado miedo de admitir qu
CAPÍTULO 3: UN DESCUBRIMIENTO HORRIBLE6 meses después…Hay días peores que otros, pero hoy es uno de esos días en que todo lo que sucedió hace seis meses regresa a mí como si hubiera sido ayer.Un día como hoy murió mi padre, y es el mismo tiempo que llevo siendo una mujer inválida. Al principio había albergado la esperanza de poder recuperar mi movilidad. Pensé que si me esforzaba podría caminar de nuevo, pero esas esperanzas murieron. Los médicos aseguran sin atisbo de duda que no podré caminar nunca más.Cada día que pasa me siento más débil, agotada, con sueño y casi sin energías, pero sigo viviendo por la pura voluntad de liberarme de la culpa.Sé que mi padre murió por mi culpa, si esa noche no hubiésemos discutido, si tan solo lo hubiera escuchado… ahora estaría conmigo y yo no estaría en esta situación.—Señora. —La mucama llama mi atención.Me giro con la silla para mirarla.—Sí, dime.—Le han enviado esto.Ella me entrega el paquete envuelto en un bonito y sencillo papel ma
CAPÍTULO 4: EL ÚLTIMO DÍAEthan y Lilian se quedan en silencio, sorprendidos, y luego se levantan de la cama a toda prisa.—¡Sophia! —exclama Lilian abriendo los ojos hasta el límite.—No lo puedo creer… ustedes… ¡me han estado engañando y manipulando todo este tiempo! —grito.Veo la sorpresa transformarse en algo más frío y calculador en los ojos de Ethan, mientras Lilian solo sonríe, una sonrisa torcida que revela toda la crueldad que ha escondido durante años.—Vaya, la pequeña Sophia no se puso su inyección para dormir. No deberías estar aquí, la curiosidad mató al gato, ¿no sabías eso?—¡Maldit4 desgraciada! ¡Yo confié en ti! ¡Y es por tu culpa que estoy atrapada en esta silla!Ethan, por su parte, se cruza de brazos, me mira con desprecio y aburrimiento. No le afecta en lo más mínimo que los haya descubierto.—¿Y qué piensas hacer ahora, Sophia? —pregunta con sarcasmo—. ¿Vas a arrastrarte hasta la policía? ¿O tal vez contarles a tus queridos amigos que su querida heredera ha sid
CAPÍTULO 5: TODO SE REPITE—Hija… ¿estás bien?—Sí. Sí papá —le digo limpiándome las lágrimas—, lo siento, es que, me puse algo sentimental.Miro a Lilian y por más que quiera, ya no puedo verla igual. Todo en ella me parece falso, hipócrita y desleal.—Tranquila, todo estará bien. Seguirás siendo la ingeniera en jefe de la empresa.—Gracias, papá.Esta vez me encargo de detallar la reacción de Lilian, también la de Ethan. Apenas tenemos poco menos de dos meses casados, pero todavía se sigue mostrando como un esposo amoroso conmigo.—Mi amor, debes estar agotada, vamos a casa mejor —sugiere Ethan intentando tomarme por los hombros, pero mi respuesta automática es apartar mis brazos de él. No puedo ni verlo, mucho menos dejar que me toque, el rechazo que siento hacia él es visceral.—No, solo necesito tomar un poco de aire —le digo dando un paso lejos.Sin querer, me tropiezo con Alexander. El hermano mayor de Ethan. Él me mira con una ceja enarcada, pero no dice nada. Siempre ha sido
CAPÍTULO 6: UNA NUEVA OPORTUNIDADEl corazón me palpita tan rápido que no soy capaz de controlarme lo suficiente. Me llevo a Alexander lejos del salón y del bullicio de la gente para poder hablar, aunque todavía no sé exactamente lo que le voy a decir. Nos detenemos en el balcón. La noche estrellada nos sirve de fondo y la luna brilla en lo alto del cielo, redonda y hermosa. Cuando sus ojos azules se encuentran con los míos siento que el estómago me da un vuelco, no lo recordaba tan guapo.—¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres? —pregunta con urgencia en la voz.—Ah… yo solo… quise evitar que hicieras una locura —suelto sin más. Aunque intente mentirle, siento que su mirada es tan penetrante que es capaz de leer mi alma. No soy capaz de mentirle.—No sé de qué estás hablando Sophia —dice con seriedad.—Me pareció que ibas a golpear a ese sujeto —respondo sin dejar de mirarlo a los ojos. Él frunce el ceño, deja de mirarme y suspira observando el paisaje de afuera.—No sé qué te dio esa impr
CAPÍTULO 7: CHOQUEMe despierto muy temprano a desayunar, no quiero que Ethan se dé cuenta de que no dormí a su lado. Me siento a la mesa, pero la sensación de vacío y soledad es alarmante y opresiva. Me cuesta sacarme de la cabeza esos horribles recuerdos.Recibo un mensaje de Sabrina, mi mejor amiga. Aun no estamos distanciadas. “Hola Sophie, ¿me acompañarás al spa hoy?”. En el pasado le había dicho que no, y esta vez tampoco será diferente. “Lo siento amiga, no puedo”. Pongo el celular boca abajo sin leer su respuesta pues ya me la sé. Bebo mi café con tranquilidad cuando escucho los pasos de Ethan bajando las escaleras e inevitablemente mi cuerpo se tensa por completo. —Buenos días, mi amor —saluda Ethan, dándome un beso en la mejilla con una dulzura que me produce repulsión. Mi piel se eriza al contacto, y tengo que contener el impulso de correr al baño y lavarme la cara con tres litros de agua. Me enderezo en mi silla, obligándome a mantener la compostura mientras siento e
CAPÍTULO 8: ESTÁ EN TODAS PARTES—Ah… olvidaste estos documentos —le digo a Ethan sin saber qué más responder.Pensé que iba a estar engañándome con Lilian, pero no esperaba encontrarlo con su hermano. Si mi memoria no me falla, ellos no se llevaban bien. Tal vez me estoy precipitando a pensar que son cómplices, pero ya no soy capaz de confiar en nadie.—¿Mmm? ¡Ah es verdad! Lo olvidé por completo. Gracias, mi amor —dice dándome un pico en los labios. —Pensé que me llamarías —le digo. Todavía me parece demasiado extraño que no lo haya hecho. Ethan saca su celular del bolsillo e intenta encenderlo, pero está apagado. ¡Claro! Ahora lo recuerdo. En el pasado, después de estar juntos yo ponía a cargar su celular en la madrugada, pero he cambiado todo con una simple acción.—Olvidé cargarlo anoche, qué bueno que eres tan atenta, estaría muerto sin ti —asegura, pero esta vez si noto la ironía en esas palabras.—De nada.Salgo de la oficina arrastrando los pies. Creí que esto sería tan fác
CAPÍTULO 9: VERGÜENZAEl tiempo se detiene mientras mi cuerpo húmedo está rozando contra el de Alexander. Jamás, ni en mis peores o mejores sueños, imaginé que algo así me sucedería. En mi vida anterior, esto definitivamente no ocurrió.Mi cerebro entra en cortocircuito, incapaz de procesar la situación. Mi reacción está en pausa... hasta que siento algo firme levantándose contra mis muslos. Un bulto. ¡Un bulto! Pego un grito y lo empujo de inmediato.—¡¿Qué demonios...?! —chillo— ¡¿Qué haces aquí?! —mientras busco, desesperada, algo con lo que cubrirme.El vapor alrededor nos envuelve, pero no lo suficiente como para ocultar lo esencial. Alexander se gira, evitando mirarme directamente... lo cual empeora las cosas. Ahora tengo una vista clara de su trasero. Redondo. Perfecto. Tal cual como llegó al mundo. Dios mío...—¿Yo? ¿Qué haces tú aquí? —pregunta él, claramente molesto. También está buscando con qué cubrirse y, para mi horror, lo pillo mirándome de reojo.Mis mejillas arden de