*—Uriel:Todo era un caos, y Uriel se sentía a la deriva en medio de él.Había intentado concentrarse en su trabajo, en la investigación sobre la familia de la exmujer de Danny, sumergiéndose en fraudes y secretos que parecían no tener fin. Se había mantenido ocupado, lo suficiente para convencer a cualquiera de que estaba bien, de que tenía el control. Sin embargo, la verdad era que estaba esperando, esperando que Danny lo buscara, que hiciera el más mínimo esfuerzo por contactarlo. Porque se suponía que ahora tenían “algo”, ¿no? Algo que ni siquiera sabía cómo definir, pero que, al menos para él, significaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.Tal vez estuvo pidiendo demasiado.Suspiró y alzó la mirada, observando el ir y venir de los comensales en el restaurante. Risas, murmullos, miradas cómplices. Familias enteras compartiendo una cena, parejas disfrutando la compañía del otro sin miedo, sin dudas. Le dolió darse cuenta de lo mucho que envidiaba esa normalidad.Quer
*—Uriel:—Me imaginé que ella te lanzaba la botella desde su mesa —rió Cameron.Uriel se encogió de hombros con una sonrisa triunfal.—No tiene los cojones para hacerlo —se burló Uriel—. Además, ¿no estarías ahí para defenderme?Apenas las palabras salieron de su boca, se arrepintió.Vio cómo Cameron cambiaba su expresión, torciendo la boca en una mueca de fastidio. La incomodidad en su rostro era inconfundible. Demonios. Uriel siempre había usado esa táctica con él, manipulándolo injustamente para que hiciera lo que él quería. Y ahora lo hacía de nuevo, cuando se había prometido que no se aprovecharía más de Cameron.—Yo… Lo siento —se apresuró a decir Uriel.Cameron no respondió de inmediato. Simplemente apartó la mirada, tamborileando los dedos contra la mesa con irritación. Uriel sintió el impulso de cambiar de tema, algo ligero, algo que hiciera que su amigo se relajara.—¿No quieres que te presente a alguien? —sugirió, recordando a Erik y su petición de encontrar un semen
*—Danny:Daniel Graves nunca imaginó que su vida tomaría este rumbo.Sus ojos se posaron en el edificio de dos pisos frente a él, un imponente inmueble negro con luces blancas que delineaban su contorno y detalles plateados que le daban un aire sofisticado. Estaba situado en una calle abarrotada del centro de la ciudad, pero incluso en medio del bullicio, aquel lugar parecía estar rodeado de una burbuja de exclusividad. Ni siquiera un murmullo de música se escapaba de sus paredes insonorizadas, un claro indicativo de cuán privado era. El Oscuro: un club nocturno reservado estrictamente para una comunidad en particular. Homosexuales.¿Por qué había decidido venir aquí precisamente hoy? La pregunta retumbaba en su mente mientras intentaba recordar la respuesta. Ah, sí. Porque su vida era un caos, porque estaba perdido y porque las dudas sobre quién era realmente lo consumían.Después de semanas de debates internos, había tomado la decisión de presentarse. Sin embargo, parado fren
*—Danny:Al llegar a la barra, se sentó en uno de los taburetes de cuero oscuro. Frente a cada asiento había un pequeño menú de bebidas, y Danny lo tomó casi de inmediato, más para distraerse que por verdadero interés. Al hojearlo, notó la ausencia de precios, algo que no le sorprendió. Un club como El Oscuro, con membresías exclusivas, probablemente manejaba tarifas que no necesitaban ser explicadas.Sin querer abusar de la generosidad de Damien, optó por lo clásico.—Un whisky a las rocas estará bien… —susurró, casi para sí mismo.Justo en ese momento, alguien se colocó frente a él.Danny levantó la mirada y se encontró con un hombre alto, de piel mestiza y ojos brillantes color café. Su cabello negro estaba cortado al ras, en un estilo militar que acentuaba sus facciones marcadas. Vestía una camisa negra, ajustada a la perfección a su cuerpo atlético. Danny notó que su uniforme era distinto al de los demás camareros, quienes llevaban camisas blancas y chalecos oscuros. Este
*—Uriel:Una sonrisa surcó sus labios mientras escuchaba atentamente a sus mejores amigos hablar de sus relaciones, algo que nunca pensó ver en la vida.Uriel Evans pasó la vista de uno al otro, completamente sorprendido. Desde que eran jóvenes, había visto desfilar un interminable número de amantes por las vidas de Luc Bates y Damien Bates, sus mejores amigos y primos inseparables. Ambos habían sido los más firmes defensores de la soltería como estilo de vida. “¿Por qué atarse cuando puedes disfrutar de la vida sin compromisos?”, solían decir. Y, sin embargo, aquí estaban ahora, hablando de sus parejas con una calidez que Uriel jamás les había escuchado usar.Luc, siempre encantador y hombreriego empedernido, hablaba de Clayton tan dulcemente como la mejor cosa que le había pasado en la vida. Luc había conocido a Clayton de la forma más inesperada: un encuentro fortuito en la calle que, tras superar malentendidos y desafíos, se había transformado en un compromiso sólido. —No
*—Uriel:Decidió tomar una siesta antes del almuerzo. Cameron, uno de sus amigos más cercanos, había quedado en verse con él como casi todos los sábados. Un poco de descanso no le vendría mal.Pero cuando abrió los ojos, algo no estaba bien.Sintió una presión ligera sobre su hombro, como si alguien estuviera moviéndolo suavemente para despertarlo. La habitación estaba oscura, y sus sentidos estaban aún adormecidos.—¿Uriel? —llamó una voz masculina, grave y conocida.Uriel parpadeó adormilado y buscó la figura dueña de la voz. A su lado, de pie, había un hombre alto, de piel mestiza y ojos café, que brillaban con intensidad. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Uriel al reconocer a uno de sus mejores amigos: Cameron Santos.Lentamente, Uriel se sentó en la cama y extendió los brazos hacia el aire, estirándose, completamente cuajado. Miró el reloj en su mesita de noche y, al ver la hora, se le escapó un suspiro. Eran las una y media de la tarde. Oh, mierda. Se le había olvidad
*—Uriel:Estaba en su lugar favorito.Uriel entró al Oscuro como si fuera el dueño del lugar. El club privado para homosexuales era prácticamente su segunda casa, y como miembro VIP, tenía acceso a cada rincón. Las luces blancas danzaban al ritmo de la música electrónica que vibraba por todo el local. La pista de baile estaba repleta de cuerpos sudorosos, mientras otros bebían en la barra o se acomodaban en los sofás repartidos por todo el espacio. Oh, sí… Este era su territorio.Con la cabeza en alto, Uriel avanzó por el club y, en un conjunto de sofás, divisó a un grupo de chicos conocidos. Eran cuatro, y él había estado con cada uno de ellos en distintas ocasiones. Claro, no todos a la vez. Las orgías no eran su estilo, pero sí disfrutaba de los encuentros individuales.Sin dudarlo, se dejó caer en medio del grupo, coqueteando sin reservas, midiendo cuál de ellos podría acompañarlo esa noche. No era alguien que solía repetir, pero sí la oportunidad se presentaba, no tenía pr
*—Danny:Esto estaba mal, y Danny no comprendía cómo había llegado la conversación a este punto, en el que ahora ambos se dirigían hacia el segundo piso del club, hacia la famosa habitación privada de Uriel.Cuando se encontró con Uriel, un sinfín de emociones lo abarcaron. Se sintió abrumado, recuerdos del pasado vinieron a él y, por un momento, Danny estuvo completamente perdido. Se suponía que debía irse, pero decidió quedarse junto a Uriel, quien parecía enfadado de verlo allí, aunque era obvio. Después de tantos años sin verse, ahora se encontraban de repente en un lugar donde Danny no debía estar.Era un club de homosexuales y cualquiera se preguntaría, ¿qué hacía un hombre hetero como él allí? Esa debía ser la pregunta que Uriel seguramente se hizo en su mente, y poco después la soltó en voz alta, exigiendo respuestas sobre por qué Danny estaba en ese lugar.Danny respondió que ni siquiera él lo sabía, que aún estaba tratando de averiguarlo, pero en lugar de dar por term