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Capítulo II: El desmayo.

Voy caminando lo más rápido que puedo, mis manos me tiemblan, al igual que mis piernas, voy del brazo de mi doncella, — ¡Dios mío!, por favor, no permitas que Ágata se haya dando cuenta de que era yo — Pienso

—Señorita, Señorita, ¿Qué pasó en la librería?, desde que salimos está pálida- dice Emily con un tono de preocupación y curiosidad.

—Nada importante, solo encuentre a alguien no grato, ven hay que darnos prisa.

Cuando por fin llegamos a la modista, entramos y mi hermana sigue eligiendo su guardarropa.

—¡Kate!, no tardaste mucho— dice mi tía

—No había, nada nuevo en la librería.

—En vez de estár perdiendo tu tiempo, en buscar libros, deberías invertirlo en elegir un pretendiente esta temporada.

—Tía, leer no es una perdida de tiempo, eso nos hace tener la mente más abierta.

—Para que quieres una mente más abierta, si no tienes un marido.

Sé que por más, que se lo explique no me va entender, así que me mejor, me quedo callada.

—Ven Emily, vamos a sentarnos a esperar.

Nos sentamos y observo a mi hermana, en verdad es una belleza, es 3 años menor que yo, es mi única hermana, pero somos tan diferentes, nunca hemos tenido una buena relación, ella solo piensa en vestidos, bailes, en conseguir un buen pretendiente, y en casarse.

Creo que ese es la razón, por la cuál mi tía la quiere tanto, porque es igualita a ella; pasamos una hora y nada que terminan, así que decido mirar un poco la boutique, camino veo las telas, las acaricio y veo los diseños de Madame Marie (la modista), en una pequeña repisa —¡Son bellísimos!, ojalá yo pudiera hacer algo así.

—Mi Lady, ¡¿En verdad cree qué son hermosos?!—me dice, Madame Marie.

—Si, bastante Madame Marie, ¡Me gustaría ser como usted!.

—No sabe lo que dice mi Lady, no repita eso, porque la puede escuchar su tía y pensará que le estoy metiendo ideas.

—Sé exactamente lo que digo Madame, es usted una mujer admirable, a salido usted sola adelante, en una sociedad dónde los únicos que tienen oportunidades, son los hombres.

—Veo que expresa su opinión muy firmemente mi Lady, pero tenga cuidado con lo que dice, porque algunas personas, no les puede gustar su manera de pensar y aunque es verdad lo que dice, este es mundo baste complicado, para nosotras las mujeres.

—Tranquila Madame Marie, ¿Qué es lo peor, que me puede pasar? que ¡Ningún hombre quiera casarse conmigo!, y le aseguro que eso no sería un castigo, si no una bendición.

—Que cosas dice mi Lady

Nos reímos, cuando me tía y Edith se acercan.

—¿De que se ríen?— Dice mi tía, con su peculiar tono agrio , que utiliza cuando algo no le gusta .

—¡Riéndonos!, para nada tía, escuchaste mal, estábamos hablando, del hermoso guardarropa de Edith—digo en un tono sarcástico.

Mi tía no me dice nada, mira a Madame Marie con esa arrogancia que la caracteriza y le dice:

—Que nos lleven todo a la casa, junto con la factura.

—Claro mi Lady— Dice Madame Marie.

—Anda Kate, vámonos, tenemos mil cosas que hacer, antes del debut de tu hermana.

—Si tía, muchas gracias Madame Marie, por todo.

Salimos y nos no montamos en el carruaje. Edith habla:

—Tía mi guardarropa, es divino, ¡¿Crees que con el, conquiste a el príncipe?!.

—Que no te quepa la mínima duda, que el príncipe, caerá rendido a tu pies, y la reina estará más que encantada, y les dará su bendición, ¡¿ Verdad Kate?!

—Perdón, ¿De que están hablado?.

—¡Ay niña!, siempre tienes esa mente en las nubes, le estaba diciendo a tu hermana, que el príncipe, caerá rendido a sus pies.

—Claro, serás una gran princesa.

Pero en verdad pienso, que horror ser princesa, con todo ese protocolo que hay que que seguir; aparte siempre estás vigilada, y siempre te están presionando para tener un heredero hombre, para seguir con el reinado, pero no pienso decirles eso nunca, mi tía me cuelga.

Cuando por fin llegamos, ve voy directo a mi recamara junto con Emily.

—Emi, recuerdas, ¿Dónde quedaron mis instrumentos de pintura?, me dieron ganas de pintar.

—Si Señorita, están en el ático, pero si su tía se entera que de nuevo está pintado, se molestará con usted.

—Emi, mi tía siempre está molesta conmigo, así que tranquila, y por favor ve por ellos.

Emily sale, decido ponerme algo más cómodo, cuando llega trae, todos mis instrumento, acomodo todo, observo a Emi, y decido hacer una pintura de ella.

—¡Emily, hoy es tu día de suerte!, quiero hacer un retrato tuyo.

—¡¿Mío, Señorita?!.

—Si, tuyo anda ponte este vestido.

—Pero señorita.

—Pero nada, Emi

Se cambia, cuando termina se muy hermosa, la acomodo y le digo: — No te muevas.

Comienzo a pintarla, pintar es una de las cosas que más me gusta hacer, me recuerda a mi madre, ella me enseñó, recuerdo que cuando era pequeña, pintábamos juntas, en el jardín, ¡Cómo la extraño!, estoy perdida en mis trazos cuando escucho la voz de mi tía:

—¡Kate, Kate,!, baja, tenemos que afinar algunas cosas para mañana.

Salgo de mi trance, no puede ser, ¡ Afinar que!, si no es mi debut, es el de Edith, decido bajar cuando antes, no quiero que suba por mi, y vea a Emi, vestida así, porque con lo clasista que es mi tía, es capaz, de castigarla.

—Emi, por favor recoges todo, voy a ver que quiere mi tía.

Me limpio un poco y bajo, veo que todo están en el área de descanso familiar, cuando entro mi tía y Edith, me miran con cara de asco, mi hermano Eduard, me hace señas, que tengo pintura en el cachete, me limpio rápidamente, con la manga de mi blusa.

—¡¿Otra vez pintando Kate?!.—dice mi tía con un tono de desagrado

—Si, tía, me gusta pintar y lo sabes, pero dime: ¿Para que fui requerida?

—Si, dejarás de perder tu tiempo, en todas esas tonterías, que haces, y lo invirtieras, en verte mejor, para conseguir un marido, ya estarías casada, y ya tendrías hijos… pero bueno,. Te hice venir, por qué mañana es un día muy importante para tu hermana, y no quiero que hagas ningún comentario de los que acostumbras decir

—No te preocupes, seré una tumba, es más si quieres me quedo.

—Pero como se te ocurre, toda la familia debe estar en el debut de tu hermana, que va decir la reina y la sociedad, si no te ven allí, y anda ve asearte te ves horrible en esas fachas.

Espero que salgan todos y me quedo con Eduard un rato.

—Hola Hermano mayor, está temporada, por fin ¡¿Cortejaras a alguien?!

—No, hermanita, así estoy bien— Toma algo y me limpia mi mejilla.

—Sabes, ¡Me gustaría ser como tú!, y no tener a mi tía detrás de mi.

—No te creas a mí también me molesta, siempre que ve, me dice: ¡Ya estás viejo Eduard!, deberías buscar una esposa, tus padres a tu edad ya te tenían a ti , James y a Kate.— dice imitando la voz de mi tía.

—Creo que esa es su misión, de mi tía torturarnos- digo con un tono burlón.

—Eso creo , pero anda ve a arreglarte, no queremos que te regañe.

—Más, creo que es imposible, ¿Te quedas a comer, verdad?.

—Si, pero anda ve.

Subo a arreglarme, Eduard, es mi hermano favorito, él es como yo, un alma libre, pero a diferencia de mi, él si puede hacer, lo que él quiera, por ser hombre.

El tiempo transcurre tan lento en está casa, todo el día mi tía y Edith, hablan de su debut de mañana, yo sólo las escucho, cuando por fin es hora de dormir me despido y subo a mi cuarto, escribo un par de horas, y me quedó dormida sobre la mesa. Siento que alguien mi mueve y me dice:

—Señorita Despierte, la tengo que arreglar— Dice Emi.

—Un poco más Emi, tengo mucho sueño.

—No Señorita, su tía me envió a despertarla, y arreglarla, y sé que tiene sueño, porque por lo visto otra vez se quedo escribiendo, hasta muy noche.

Me levanto con una pereza, que no aguanto ni mi cuerpo y me estiro un poco.

— Señorita, tiene la cara manchada de tinta, voy a preparar su baño.

Me meto a mi tina y me quedo sumergida, el mayor tiempo posible, Emily me toca la puerta.

—Señorita, perdón por interrumpirla, pero se hace tarde.

—Voy Emi— Salgo y me pongo mi ropa interior.

Emi, me ayuda a cambiarme y peinarme, por fin termina, y en eso entra mi tía,

—Buen día, Kate.

—Bien día, tia Margaret.

— Desvístete— Camina hacia mi closet y saca un vestido, que ella eligió con la modista. — Este es el vestido que te vas a poner hoy, te voy a presentar al vizconde Evan O’ Ryan, es un de los solteros más cotizados, y sé por su madre, está temporada desea contraer matrimonio.

—¡Pero tía!.

—Pero nada… Anda apúrate.

No puede ser porque es así, a veces creo, que me odia, me desvisto y mi tía me ayuda a ponerme el vestido, me aprieta tanto mi corset, que apenas respiro.

—Estas lista, te ves hermosa.

—Si estar hermosa, es no respirar, prefiero no serlo.

—Vas empezar Kate, compórtate, por el amor de Dios.

No digo nada y bajamos solo con eso ya me siento sofocada.

Cuando bajo, todos me miran, mi padre me dice: — ¡Oh! Kate , te ves tan hermosa, te pareces tanto a tu madre... solo espero que la vida me alcance para verte casada.

No digo nada y le doy un beso. Estamos en el carruaje, nos dirigimos a Londres, para ser más específica al hermoso palacio (pues no puedo negar la hermosa arquitecta que lo rodea). Es ahí dónde las señoritas de 18 años son presentadas ante la reina.

Llegamos y nos acomodamos por familias, y hasta enfrente se sientan las señoritas debutantes, en este caso es mi hermana Edith. Nunca he entendido, porque debemos hacer esto, es como si fuéramos un pedazo de carne, la cuál debe ser aprobada, mi hermana se ve hermosa, y un poco nerviosa.

Esto, está tardando una eternidad, estoy empezando a sentirme incómoda, acalorada y bastante sofocada, y por momentos siento que el aire me falta, el vestido me aprieta cada vez más, trato de arreglarlo, pero mis intentos son inútiles, el aire que genera mi abanico no es suficiente y solo estoy logrando que mi tía se moleste.

—Kate, puedes por favor estar quieta- dice mi tía con voz de desagrado.

—¡Tía este vestido me está matando!

—No exageres Kate, solo es un vestido, así que por favor compórtate.

Me quedo así, cuando por fin es el turno de Edith, la reina, queda sumamente fascinada con mi hermana,y le da su bendición y un pequeño beso en la cabeza, esta es la señal de que Edith es su favorita, está temporada y ¡Gracias a Dios!, acaban esta tontería, estoy apunto de levantarme, cuando la Reina, empieza hablar y mi tía me detiene.

—Muy Buenas tardes, mis queridos súbditos, les agradezco inmensamente su asistencia el día de hoy. Estoy muy emocionada al ver jóvenes tan bellas y me complace aún mas saber que están listas para formar matrimonios bajo los lineamientos de Dios. Pasen y sean todas y todos bienvenidos a la reunión que se dará en el jardín central.

Cuando por fin termina me levanto y salgo, poco después se me une mi familia, ya no soporto este maldito vestido, trato de estar lo más presentable posible, cuando de pronto la reina se acerca con aquel hombre desconocido, con el que me encontrado dos veces, —¡ No puede ser!,— en se momento estoy fatigada por el vestido y temerosa.

—Buen día Duque Hamilton, me gustaría presentarle, a su hija Edith, a mi hijo el príncipe Harry.

—¡No puede ser!, es el príncipe heredero al trono, estoy perdida, ¡Ay Kate!, ofendiste a un príncipe, soy chica muerta.

Veo que él me observa, con altanería, como burlándose de mí, nos presentan a todos y minutos más tarde mi tía, nos insiste en dejarlos solos, para que se puedan conocerse mejor.

Mi tía y yo, nos vamos con unas señoras, y gracias a Dios no está el vizconde, mi padre y hermanos, se van con los caballeros. Estoy tan preocupada, no sé que voy hacer, no puedo respirar, necesito salir de aquí.

—Si me disculpan mis Ladies, voy al tocador— hago una reverencia.

Camino tan rápido, cuando veo me meto en un vereda de árboles, trato de aflojarme el maldito vestido, cuando de pronto escucho una voz detrás de mi. Es él, es el príncipe Harry.

—Señoríta Kate.

Me detengo, no puede ser está vez no puedo salir corriendo, es el príncipe y, si él quiere me pueden mandar a castigar, así que me detengo y volteo, y hago un reverencia

—Su Excelencia, ¡No debería perseguir Damas que se encuentran solas!

—No las perseguiría , si no escaparan siempre, que me ven, ¡¿Acostumbra ser tan escurridiza?!.

—¡Perdón, su Excelencia!, creo que ese nos es asunto suyo— Mi tono es sofocado.

—Aparte de escurridiza, es insolente.

—¡Pues, usted no es la persona más amable del mundo!

—¡¿Cómo se atreve?!, hablarme así, que no le enseñaron modales.

—Es usted, él que me persigue. Dicha acción no es propia de un príncipe.

Me volteo y me toma del brazo, no puedo evitar sentir un ligero escalofrío que recorre todo mi cuerpo, y al mismo tiempo me estoy quedando sin aire… y solo puedo decirle.

—Suéltame, no respiro.

— ¡Suelo causar ese efecto!

En ese momento, me desmayo, y caigo en sus brazos.

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