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Capítulo III: El primer beso.

Enseguida que Lady Kate, cayó desmayada; en los brazos del príncipe Harry, trato de reanimarla, pero al ver que sus intentos, fueron inútiles, decido cargarla, hasta el palacio, para que alguien, la ayudará. Mientras la llevaba en sus brazos, no pudo evitar admirar su belleza.

—Su piel es tan tersa y sueve, tiene unos labios finos y delgados, pero al mismo tiempo carnosos, su nariz es pequeña y respingada en verdad es muy bella, lastima que sea tan insolente y no sepa quedarse quieta. ¡Por nada del mundo cortejaría a alguien como ella!, su comportamiento no es digno, de ser una princesa. —Dice el príncipe mientras camina rumbo al palacio a toda prisa.

Cuando por fin entran al palacio, los invitados se quedan sorprendidos y los murmullos entre ellos empiezan a surgir “¿Qué habrá pasado?”, “¿Por qué el príncipe habrá entrado con Lady Kate en brazos?”, “¿Dónde la habrá encontrado? Los gritos del príncipe hacen que la música se detenga y solo se escucha: —¡Ayuda!, ¡Ayuda! ¡Que alguien nos ayude! ¡La señorita Kate, está inconsciente, y no reacciona!

Sus familiares se acercan y su majestad dice: —¡Por aquí Harry, date prisa, por aquí! — y, caminan hasta los aposentos de la reina, cuando el príncipe logra entrar, la recuesta en la cama.

—Harry, hazme el favor de salir—dice la reina.

—Pero madre, quiero cerciorarme, que este bien.

—Lo estará, más tarde habláremos, de ¡¿Cómo termino en tus brazos?!

El príncipe, no muy convencido, sale, él sabe que unos de sus deberes es no contradecir a su madre. En cuanto sale, solo quedan en los aposentos; su Majestad, una mucama, su tía Margaret y Edith, está última con cara de fastidio, porque cree que su hermana se desmayó al propósito, para llamar la atención, como siempre.

—Hay que quitarle ese vestido—dice la reina, a su mucama.

—Mi reina, no creo que ese sea el problema- dice su tía Margaret.

—Mi Lady, se sorprendería, cuántas veces, he visto que un vestido, ocasiona un desmayo.

La mucama, desabrocha el vestido y corset, y poco a poco Lady Kate recobra la conciencia, la mucama, le pone a oler un poco de alcohol, para que despierte, por completo.

—¿Dónde estoy?- Dice Kate.

—Estás en mis aposentos, mi niña, te desmayaste, por el vestido que llevas puesto.

—Ya veo, gracias por la ayuda, su Majestad.

En cuanto recupero la conciencia, y me siento mejor, no puedo evitar pensar que esto será un problema, los rostros de mi hermana y de mi tía reflejan su enojo y lo único que yo quiero es salir de esa habitación, así que decido ponerme en pie, pero el mareo regresa con mayor intensidad.

—Tranquila mi niña, quédate un poco más, come algo, y cuándo te sientas mejor, te puedes ir.

—Muchas gracias su Majestad, pero en verdad me siento bien.

—Anda no desobedezcas, a tu reina.

Y accedo con mi cabeza.

—Andén dejemos sola a Lady Kate, para que se recuperé, debe descansar. Por favor trae algo para que coma y pueda recuperar fuerzas. – Le ordena a la mucama.

Ellas salen y me encuentro sola en esa enorme habitación, observo todo a mi alrededor, es realmente hermosa, es digna de una reina, pero aunque, se está realmente bien aquí, no puedo dejar de pensar en lo que pasó: ¡Ay Kate, solo a ti, te pasan estás cosas!

No sé, cuanto tiempo pasa, y la mucama entra, con una bandeja llena de comida.

—Muchas gracias, pero toma algo para ti, es demasiada comida para mí.

—Anda, no seas tímida—se acerca y toma una galleta.

—Toma más, y dime ¿Cuál es tu nombre?

—Se acerca y tomas varias cosas y me dice con un tono casi ilegible: —Mi nombre es Felicia, mi Lady.

—Mucho gusto Felicia, y dime: ¿Tienes mucho trabajando en el palacio?

—Si, mi Lady, desde que era una niña.

—¡Oh!, ¿Entonces conoces al príncipe Harry, desde siempre?

—Si, mi Lady .

—¡¿Cómo es él?, me refiero si es buena persona.

—Es muy amable, pero casi siempre se encuentra de viaje, pero regreso, porque el rey está muy enfermo, y debe buscar una esposa para desposarse, lo antes posible; porque no sabemos si el rey acabe está temporada.

—Solo una loca, se casaría con un hombre así, es tan… déspota y engreído— Solo lo pienso.

—Ya veo, muchas gracias por todo Felicia.

—De nada Señorita— Y sale.

Como un poco y me quedo sentada un buen rato, la verdad no quiero salir de aquí, no quiero que mi tía me reclame, a pesar de que fué su culpa, por apretarme demasiado el maldito corset...- Si tan solo me hubiera escuchado nada de esto estaría pasando.

Me decido a salir, y toda mi familia está afuera, Eduard, se acerca y me da su mano, y me pregunta: —¿Estás bien?, estás un poco pálida, nos diste un buen susto hermanita.

—Si estoy bien, gracias por preguntar, solo quiero irme a casa.

—Si hermana.

Salimos y veo al príncipe que camina en dirección a nosotros, se nos acerca y me dice:

—Espero que se encuentre mejor mi Lady,

—Si, mucha gracias.

—Duque Thomas, me permite unos minutos a solas.

En cuanto escucho, esas palabras, me pongo al instante nerviosa. —¡No puede ser le va a decir a mi padre, de nuestros encuentros!

Eduard, me mira extraño y me pregunta: —¿Qué pasa Kate?, te ves nerviosa y me estás enterrando tus uñas en mi brazo.

—Nada, solo que aún no me siento muy bien.

—Ven, vamos al carruaje.

Caminamos hacía el carruaje, y antes de subirme, volteo a ver a mi padre, que sigue hablando con el príncipe Harry.

Estando adentro, estoy más ansiosa, creo que no fue buena idea entrar, pasan los minutos y nada, mi hermano solo me mira, y gracias a Dios mi tía esta en el otro carruaje, porque lo menos que necesito en este momento es su sermón, de como todo salió mal, por mi culpa.

Cuando por fin llega mi padre, se ve contento, parece, que el príncipe, no le digo nada. Eduard le dice: —Padre te ves muy complicado, ¿De qué hablaste con el príncipe Harry?

—Como no estarlo, hijo mío, si quiere cortejar a tu hermana Edith, y me pido mi permiso.

Eso sí no me lo esperaba, no pensé que tuviera, esas intenciones con mi hermana, siento un poco de enojo, pero trato de disimular lo más que puedo.

—Padre que felicidad- dice Eduard.

—¿Tú que dices Kate? — dice mi padre.

—¡Que maravilla padre!, Edith será una princesa, como tanto desea- En verdad estoy feliz por mi hermana, y aunque no, nos llevemos bien, siempre he querido su felicidad, pero no sé porque en el fondo me molesta.

Cuando llegamos a la casa familiar, mi padre, le informa las buenas nuevas, a mi hermana, ella salta se alegría, y abraza a mi tía.

—¡Tía, Tía!, seré una princesa y algún día reina— dice en un tono alegre y chillón.

—Te lo dije mi niña, y gracias a Dios, a pesar de la impertinencia de tu hermana, el príncipe, no se alejó de ti. — Voltea a verme, con esa cara con la que siempre me ve, es una cara de desagrado.

No sé que me pasa, pero estoy muy enojada que le contesto gritando: —Si, me dejarás escoger, mi maldito guardarropa, ¡Esa impertinencia!, cómo tú la llamas, no hubiera pasado.

—¡Kate!, pídele una disculpa a tía, de inmediato— dice mi padre enojado.

—No padre, estoy harta de que trate mal todo el tiempo, es verdad que no me parezco nada a Edith, pero eso no le da derecho a tratarme así.

Mi tía irradia furia, y antes de que digan algo, me despido: —Si me disculpan, me voy a mi cuarto.

Subo, hecha una furia total, es muy raro que pierda los estribos de esa manera, pero estoy harta, de todo esto.

Llego a mi recamara y me quito este maldito vestido y saco unas tijeras, y lo hago trizas, cuando por fin termino, creo que me siento mejor.

Me paso, el resto del día en mi recamara, veo que oscureció, y entra mi doncella, con una bandeja de comida.

—Señorita, le traigo la cena. —deja la bandeja en una mesita.

Pero antes de que salga le digo: —Emi, acompañe a cenar.

—¡Cómo cree Señorita!

—Anda, no quiero comer sola.

—Esta bien señorita— se sienta a mi lado.

Platicamos un poco, porque a Emi, no le gusta mucho hablar conmigo, porque lo ve mal, cuando terminamos, se va, estoy sola en mi habitación, y decido salir un poco a caminar al jardín.

Cuando estoy ahí, miro el cielo, es una noche hermosa, en eso se me acerca Eduard.

—Hola, ¡¿Ya se te pasó la rabieta?!

—Ya, es que a veces mi tía, me saca de mis casillas, no sé, porque no me deja en paz.

—No te preocupes, ahorita que el príncipe Harry, es el pretendiente de Edith, estará tan ocupada en eso, y después en planear la boda, que te dejará aún lado.

Ese comentario me molesta, pero no le digo nada a Eduard. —Eso espero.

—¿Tú qué haces aquí?, te hacía en tu casa.

—No quise irme, sin antes verte.

—Gracias Eduard, a veces creo que tú eres, el único que me quiere, de esta familia.

—No digas eso, todos te queremos. Es normal sentirte así, tu personalidad y tu forma de ver la vida es un poco adelanta para nuestra sociedad, te estas convirtiendo en una mujer con una firmeza que es digna de admirar, pero al mismo tiempo asusta.

—¡¿Cómo que asusto?- Le doy un pequeño golpe en el brazo.

—Eres diferente, eres auténtica, no temes ser tú siempre, sin importar que, a las personas, no les guste, eres admirable Kate.

—Oye me vas a hacer llorar, te quiero.

—Y yo a ti. Me voy, mañana será un día largo— me da un beso en la frente y se va.

Me quedo un rato más, hasta que siento frío, entro y me voy a mi recamara, duermo relativamente bien, me despierto porque en mis sueños veo los ojos del príncipe Harry.

Me levanto y entra, Emily a ayudarme.

—Buen día Señorita.

—Hola Emi.

Voy hasta mi guardarropa y elijo un vestido sencillo, pero muy hermoso, cuando terminamos, me preparo para salir, cuando voy bajando las escaleras, veo al príncipe Harry.

—Buen día Lady Kate.—Dice con un tono arrogante.

—Buen día, su Majestad.

—Espero que se encuentre mejor.

—Lo estoy, gracias por preguntar, supongo que espera a mi hermana.

—Supone bien, iremos a desayunar al campo.

Me río, si supiera que Edith odia el campo.

—Que lo aprovechen, y si me disculpa lo dejo, que tenga un excelente día su Majestad—y me voy haciendo una reverencia.

—Sería interesante de ver mi hermana, comiendo en el suelo—, me rio nuevamente, llego al comedor y está mi padre, y hermanos, a excepción de Edith.

—Buen día Kate, veo que estás muy contenta.

—Buen día padre, si escuché algo gracioso.

Me siento y empiezo a desayunar. —Kate, lo de ayer no estuvo bien, sé que tú tía, es muy estricta contigo, pero lo hace por tu bien.

—Perdón padre, no volverá a pasar.

El resto del día, me la paso en sala, leyendo y bordando, veo que la tarde está hermosa, hace un clima fabuloso, así que decido a salir a dibujar, subo a mi recamara por mi libreta y algunos lápices.

Cuando bajo Emi, me dice: —¿La acompaño Señorita?

-No es necesario, voy a estar solo en el jardín.

Salgo y veo que llega el carruaje del príncipe, así que decido ir a la colina a dibujar, no quiero verlo.

Cuando voy caminando, por el bosque, escucho su voz.

—Señorita Kate, ¿A dónde va?

Volteo y hago mi mejor cara —Su Majestad, voy a dibujar, en la colina.

—¡¿Hasta allá?!, no cree que pueda ser peligro, andar sola, en medio de la nada.

—No, su Majestad, conozco estos lugares de toda la vida y le a seguro, que no corro ningún, peligro.

—Veo que, para todo, tiene un respuesta, pero no la puedo dejar ir.

—¡Perdón!, su Majestad, no le estoy pidiendo su permiso y si me permite me voy.

Camino y veo que me sigue, a este hombre, que le sucede, me persigue en todas partes, se supone, que a la que corteja es a mi hermana.

—Ya que no quiere, regresar, me veo obligado acompañarla.

—Pues como quiera.

Cuando llegamos, la vista es hermosa, me quedo mirando al horizonte.

—Es muy bonito, aquí arriba—dice el príncipe.

— Si lo es... Ya que decidió acompañarme hasta acá, venga voy a hacer un retrato de usted.

—¡Mío!

—Si, siéntense.

Hace lo que le pido, y lo empiezo a retratar, en verdad es muy guapo, —¡Kate!, deja de pensar esas cosas, es el pretendiente de tu hermana.

Cuando termino, arranco la hoja y se la doy.

Lo mira y me dice: —Es usted muy buena, ¿Quién le enseñó?

—Gracias, y me enseñó mi madre.

Guarda el retrato en su bolsillo, y dice: —Creo que es hora de irnos.

— Creo que si.

Vamos bajando y empieza a llover a cántaros.

—El clima de Londres, siempre tan volátil—digo

Bajamos lo más rápido que podemos, estar cerca del principe, me asusta, mi ropa me pesa, en verdad está lloviendo demasiado, y la tierra, se a convertido en lodo, lo que hace más difícil caminar y está demasiado resbaladizo.

De pronto, me caigo, en el lodo, estoy totalmente sucia, volteo a ver y el príncipe, trata de disimular sus risas, trato de levantarme, pero no lo consigo, y el solo me mira con burla, eso me molesta tanto, se acerca y mi dice:

-Déjeme ayudarla.

No aceptaría su ayuda, pero la necesito; me da su mano, no sé, como sucede y él también se resbala, y caé en encima de mi, en ese instante, puedo ver su hermoso rostro y ojos, puedo sentir su respiración, y mi corazón empieza a latir tan rápido, nunca me había sentido así, y en un instante sus labios están junto a los míos, me comienza a besar lento, no sé que me sucede, no debería permitir esto, pero lo hago, es un beso suave, y húmedo, es una de las mejores sensaciones que he sentido, y de repente el beso se convierte, más apasionado, siento su lengua, eso me encanta, de repente su mano me empieza, a recorrer mi cuerpo, pero se detiene, se levanta , me ayuda a levantarme y me dice:

-Disculpe, Señorita Kate, esto no debió suceder, estoy muy avergonzado, por mi comportamiento hacia usted.

Me voy sin decir nada -Como se atreve a decirme eso, después de que me beso....Es un desgraciado.

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