La canción no había terminado al momento que detuve el auto frente al taller; la distancia entre mi casa y Gunnar´s no era mucha. Hubiera deseado que quedara a kilómetros, necesitaba más tiempo antes de estar lista para entrar, sin embargo, ahí estaba y no podía quedarme como estúpida mirando al frente mientras los minutos se acumulaban. Me bajé del auto y recorrí el camino desde la entrada hasta mi oficina. Era una de las primeras en llegar, solo Cris y Manuel estaban ahí, tomando su acostumbrado café. Los saludé a ambos y luego me fui a la habitación. Necesitaba un par de minutos para controlar mis emociones. Me sentía nerviosa, impaciente. Noah llegaría en cualquier momento y no sabía con qué actitud.
—Drey. ¿Estás bien? —preguntó Cris, entrando a la habitación.
—No, ni un poco. Esperaba que estuvi
Todo mi cuerpo temblaba cuando me senté en el asiento del Mercedez-Benz para abrir el capó desde el interior y poder trabajar en el motor. Incluso, olvidé por completo dónde se encontraba la palanca que lo desbloqueaba. Me encontraba muy nerviosa, conmocionada. No podía creer lo que había hecho ni de dónde surgió toda mi resolución. Obviamente, mi conversación con Cris fue un detonante, pero apenas estaba asimilando que había roto con Noah. Cerré los ojos y tomé un profundo suspiro. Exhalé pausadamente, volví a inhalar, pero eso no estaba funcionando. El temblor seguía en mi cuerpo y los pálpitos de mi corazón no me daban tregua alguna. Quería correr de regreso a la oficina y adherirme al cuerpo de Noah hasta que la calma retornara a mi sistema, pero también quería que no existiera razón alguna para no poder ir y hacer jus
Detuve mi Ford a un lado de su auto y, mirando al frente, evitando todo contacto con mi tentación, entré a mi casa. Un dulce y delicioso olor a tarta invadió mis fosas nasales al instante en el que puse un pie dentro. Mi estómago gruñó como el de una bestia. Olive era una excelente cocinera, gané un par de kilos por su culpa cuando vivía con nosotros.—Hola, cariño. Olive preparó pastel de manzana y también horneó pastel de carne —dijo mi padre, muy contento. Él amaba a Olive como si fuera una hija, y también a Cristal.—Y huele increíble. No recuerdo cuándo fue la última vez que cocinaste algo aquí —comenté mirando a mi amiga. Ella se encontraba sentada en una de las sillas de madera del comedor, con las manos apoyadas en la mesa y los dedos entrelazados; sus pulgares se movían inquietos u
Diez minutos después, los platos estaban vacíos sobre la mesa. Oli preguntó si queríamos comer el postre enseguida y todos estuvimos de acuerdo en dejarlo para más tarde. En mi estómago no cabía nada por el momento; y en el de los demás, igual. Comimos como si no lo hubiéramos hecho en días.—Yo me encargo de eso, Olive —indicó Noah cuando mi amiga comenzaba a recoger los platos.—No es necesario, no son muchos—replicó ella.—Tú cocinas, yo lavo, así de simple —insistió él.Oli no tuvo más opción que aceptar y volvió a sentarse mientras Noah se encargaba de recoger la mesa y de lavar los platos.—Bueno, señoritas, su servidor va a ir a su santo lugar. Hay un partido que no quiero perderme —anunció papá, abandonando su lugar en la mesa.—
A las cinco treinta de la mañana, la alarma de mi reloj anunció con un sonido perturbador que era hora de levantarme. Pero no había podido dormir casi nada, apenas logré cerrar los ojos a las tres de la mañana, entre vuelta y vuelta, pensando en Noah y en todo lo que había pasado, y estaba cansada. Sin embargo, y pese a mis ganas de querer quedarme en cama todo el día, me levanté y me metí al baño para darme una ducha fría que me espabilara. No podía darme el lujo de faltar al taller, tenía varios autos en espera y no me gustaba quedarles mal a los clientes.Media hora después, estaba vestida y lista para bajar a la cocina y preparar el desayuno. Haría huevos, tocino y pan tostado, comería con papá y me iría al trabajo, ese era mi plan, pero Noah tenía otros que incluyeron hot cakes bañados en miel de maple, jugo de naranja y fre
Sentí que la tierra debajo de mis pies temblaba y que en cualquier momento se abriría y me tragaría entera.¿Hija? ¿Tiene una hija? ¿Con quién? —Una hija —murmuré con desaliento, apoyando mis manos en el capó de mi auto—. ¿Y esa mujer es… su madre? —interrogué, sin ser capaz de mirarlo a los ojos.—No, su madre murió de forma repentina por un aneurisma hace menos de un mes. Ella era su mejor amiga —contestó con voz pausada y temerosa.Se acercó a mí y desplazó su mano por mi espalda hasta colocarla en mi cadera.Temblé, al mismo tiempo que una fuerte opresión aplastó mi pecho, cortándome el suministro de oxígeno. La sensación era abrumadora. Ni en mis más rebuscados pensamientos hubiera imaginado que su explicación incluiría
Conduje sin ningún rumbo establecido, sin fijarme mucho a dónde me dirigía. Estaba tan furiosa y dispersa que no era capaz de pensar con claridad. Las palabras de Noah zumbaban en mi cerebro como el resonar de una sirena policíaca. Me aturdía, volviéndome loca. ¡Tenía una hija! ¡Una hija adolescente! Y viviría con una mujer, una mujer que no era yo, una mujer sensual que compartiría cada noche su mismo techo, una mujer con la que había viajado de Tennessee de ida y vuelta, con la que había compartido las últimas noches, cuando yo me encontraba muerta de la angustia por él…—¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! —golpeé el volante con la palma de las manos, descargando la furia que me estaba consumiendo el corazón.Me merezco esto. Es el jodido karma cobrando lo que le hice a Aarón. ¡Y vaya que se apresuró
Al mediodía, pedí comida china y comí con Cris en la oficina. No quería ir a casa y encontrarme con mi vecino del frente. El muy idiota no había intentado contactarme más, ni fue a buscarme en Gunnar´s en las horas transcurridas. Eso me tenía molesta e irritable; solo imaginaba lo que la morena pechugona y él podrían estar haciendo en su casa. ¡Me moría de celos!Cuando le conté a Cris lo que Noah me había dicho, se quedó pasmada por varios minutos, con la mandíbula abierta y los ojos desorbitados. «¡Una hija!», gritó cuando salió de su estupor, y a partir de ahí, comenzó a formular cada pregunta que se le vino a la mente. Algunas las pude responder, otras no, pero todas me agobiaron. Ella, al igual que yo, dedujo que la tal Spencer podía intentar meterse en la cama con Noah. Mi digestión se
Noah y yo salimos de la habitación tiempo después, no supe cuánto; estaba demasiado contenta como para que me importara algo más que lo que pasaba entre esas cuatro paredes. La última vez que mencioné algo nos estábamos besando ¿cierto? Bueno, terminamos haciendo el amor una vez más y fue igual o más sorprendente que las anteriores.La mirada que nos lanzó Cris cuando cruzamos la oficina decía «sé lo que hicieron» y me sonrojé como fresa madura. Noah ni se inmutó ni disimuló la sonrisa que cubría la mitad de su rostro. Hice al hombre feliz. Y él a mí.Sin perder más tiempo, nos fuimos al taller y trabajamos en una minivan hasta que el reloj marcó las seis. Esa vez, no tuve que esquivar la mirada ni mantener la distancia con Noah. Al contrario, me acerqué, rozándolo con cualquier estúpid