Audrey
Tres Meses Después
Grandes montañas tintadas de color naranja se alzaban ante mi vista mientras conducía de regreso a West desde El Paso, Colorado. Más de ochocientas millas me quedaban por transitar. Once horas, o un poco menos, y regresaría a la ciudad de la que hui con el corazón devastado. Me fui porque era demasiado doloroso seguir ahí, me torturaban los recuerdos, me torturaba la realidad.
Incluso a través de las semanas que se habían acumulado con letanía, revivía cada segundo de ese fatídico día. Escuchaba el crepitar del fuego consumiendo la madera la casa donde me tuvieron cautiva, sometida; donde el hombre que amaba me arrancó el corazón a guijarros mientras usaba sus manos para liquidarme; podía percibir el olor a humo inundando mis fosas nasales hasta penetrar mis pulmones mientras sollozaba temblorosa cont
Un sonido en la puerta nos obligó a separarnos. Alguien estaba tocando y supuse quién era. Aparte de Cris, con el único que tuve contacto fue con mi hermano Connor. Había recibido los resultados de ADN hacía un par de meses que confirmó nuestro parentesco. Él y Cris eran la única familia que me quedaba, no tenía a nadie más. Estaban los chicos del taller, Miguel y su esposa, pero mi vínculo con ellos era más cercano. A pesar de la distancia, estuve en contacto con Connor todos los días, comencé a confiar en él y también a quererlo como a un hermano. Su sinceridad marcó la diferencia. Me dijo que papá tenía razón, que fue a West en busca de ayuda monetaria, que no le interesaba mi madre en absoluto, y que se marchó cuando obtuvo lo que quería. Pero algo le pasó, algo que le hizo abrir los ojos, y por eso regresó. En su
Me levanté del suelo y corrí hacia él. Yacía laxo a un costado de la calle. Una de sus piernas estaba rota en dos partes, con los huesos expuestos, y sus brazos estaban extendidos en distintas direcciones. Me moví al otro lado, hacia donde miraba su rostro, y ahogué un grito cuando la vi su cara cubierta de sangre. Sus ojos estaban cerrados y sus labios separados, destilando una respiración agónica.—Noah. Noah, soy yo, Audrey. ¿Me escuchas? —Toqué con cuidado su mandíbula.—¡Oh Dios mío! —gritó Cris cuando estuvo a mi lado. Junto a su voz, escuché un chillido de neumáticos contra el asfalto y luego vi el auto de Connor salir disparado en la misma dirección que se fue el que atropelló a Noah.—¡Papá! ¡Oh, no! ¡No! ¡No! —exclamó Alice con un grito ensordecedor.
En ese momento, la puerta se abrió y empujaron hacia dentro la camilla en la que traían a Noah. Su rostro estaba muy golpeado, tenía muchos moretones, su pierna izquierda estaba enyesada por completo y unas piezas de metal sobresalían del yeso; estaba conectado a un respirador portátil y a un monitor cardíaco que registraba sus signos vitales. Mis ojos se llenaron de lágrimas y no las pude contener, tampoco pude hacer nada con el sollozo que se escapó de mi boca. Noah se veía terrible.—Papá —gimió Ali, acercándose a la camilla y tomando una de las manos de su padre.Yo no pude moverme de mi lugar, estaba totalmente conmocionada.—Espera un momento, cariño, debemos pasarlo a la cama —pidió una de las dos enfermeras que entraron junto con el camillero, la de cabello rubio.Ali soltó la mano de Noah y dio
3 Años despuésNoah Abrí los ojos cuando sentí a Audrey abandonando nuestra cama. Pocas veces se despertaba antes que yo, pero ese era un día especial. Mi hija se graduaría de la escuela secundaria y ellas tenían que pasar por todo un ritual femenino del que yo no participaría. Ellas se entendían bien, yo no hacía falta.Me apoyé en el codo y admiré a mi esposa mientras abría con sigilo uno de los cajones del buró. No quería despertarme, sin saber que ya lo estaba. Era imposible no sentir cuando ella se levantaba, dormíamos pegados uno al otro. Amaba la forma en la que nuestros cuerpos se acoplaban y cómo nuestras respiraciones se acompasaban hasta quedarnos dormidos. Solo con Audrey dormía en paz, no lo lograba sin ella. Hubo un tiempo en el que me despertaba sobresaltado, sudoroso y gritando
Cada historia es un nuevo reto, conlleva muchas horas de escritura, investigación y corrección. Escribir de Noah y Audrey fue una montaña de emociones. A veces quería tirar la toalla, pero seguí adelante, gracias a las personas que siempre me llenan de apoyo, mis hermanas, mi mamá y mis amigas, las verdaderas, la que están ahí no por interés sino porque su cariño es genuino. Gracias por ser parte de mi vida, gracias por darme ánimos, por no dejar que me rinda. Es un verdadero privilegio para mí contar con ustedes. Mis hermanas, Iris y Rossi, que más que hermanas son mis mejores amigas. Las amo. Mi mamá, mi gran amiga, mi ejemplo a seguir, quien me enseñó a ver lo positivo de la vida, a levantarme no importa cuánta
Esa mañana no parecía diferente a las anteriores, todo transcurrió de la misma forma, me levanté a las seis de la mañana, tomé una ducha, me puse unos pantalones cortos, una camiseta y mis botas de montaña; bajé las escaleras y saludé a papá con un beso en el costado de su cabeza, estaba sentado en una silla frente a la mesa del comedor de la cocina leyendo la prensa. Hice café, preparé el desayuno –huevos, tocino y pan tostado– y serví todo en dos platos. Desde que mamá murió, a causa de una afección cardíaca cuando yo tenía ocho años, esa había sido nuestra rutina, con la diferencia de que antes él cocinaba para mí, y en lugar de ir a trabajar, asistía a la escuela. Pero las cosas habían cambiado mucho en los últimos años. —Gracias, cariño —dijo mi padre con un guiño y luego comenzó a comer. Papá no lo notó, pero mis ojos se quedaron sobre él por varios minutos, apreciando con nostalgia que se hacía cada vez mayor. Él siempre fue un hombre fuerte,
Mi corazón seguía agitado cuando me encontré con papá en la entrada de nuestra casa. Él me miraba con preocupación y expectativa a la vez. Esperaba que le diera una explicación de lo que estaba pasando en ese garaje, pero no sabía qué saldría de mis labios cuando comenzara a hablar. Me tomó un par de minutos articular palabra, la extraña experiencia que viví con Noah me desestabilizó de tal forma que era incapaz de hilar mis pensamientos.Miente, Audrey. No digas la verdad, dije en mi cabeza para no meter la pata hasta el fondo. Si papá se enteraba de lo que él me había hecho, iría por su rifle y mataría a Noah sin dudar, o fallaría, dada la condición de sus manos, pero sabía que lo intentaría.—Pretendía ayudar al tipo del frente con su auto. Tiene un Ford Torino del 72 —di
Una vez más, la ira se apoderó de mí y las ganas de robarle su arrogancia con eficaces puñetazos en el rostro recorrió mis venas, pero si lo hacía tendría que explicarle a mi padre porqué hice sangrar a Noah y a qué se debía mi furia, preguntas que odiaría tener que contestar.Caminé detrás de él, pisoteando fuerte el suelo con cada paso que daba, y sintiendo cómo la ira aumentaba con cada segundo que transcurría. Ese idiota me sacaba de mis casillas. Cuando llegamos a la planta baja, el visitante indeseable se dirigió hacia la cocina y abrió el refrigerador como si fuera suyo.—¿Qué crees que haces?—Lo que tu padre me pidió, muñeca—dijo en tono burlón mientras mantenía su cabeza metida en el refrigerador—. Aquí está —cerró la p