Conduje sin ningún rumbo establecido, sin fijarme mucho a dónde me dirigía. Estaba tan furiosa y dispersa que no era capaz de pensar con claridad. Las palabras de Noah zumbaban en mi cerebro como el resonar de una sirena policíaca. Me aturdía, volviéndome loca. ¡Tenía una hija! ¡Una hija adolescente! Y viviría con una mujer, una mujer que no era yo, una mujer sensual que compartiría cada noche su mismo techo, una mujer con la que había viajado de Tennessee de ida y vuelta, con la que había compartido las últimas noches, cuando yo me encontraba muerta de la angustia por él…
—¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! —golpeé el volante con la palma de las manos, descargando la furia que me estaba consumiendo el corazón.
Me merezco esto. Es el jodido karma cobrando lo que le hice a Aarón. ¡Y vaya que se apresuró
Al mediodía, pedí comida china y comí con Cris en la oficina. No quería ir a casa y encontrarme con mi vecino del frente. El muy idiota no había intentado contactarme más, ni fue a buscarme en Gunnar´s en las horas transcurridas. Eso me tenía molesta e irritable; solo imaginaba lo que la morena pechugona y él podrían estar haciendo en su casa. ¡Me moría de celos!Cuando le conté a Cris lo que Noah me había dicho, se quedó pasmada por varios minutos, con la mandíbula abierta y los ojos desorbitados. «¡Una hija!», gritó cuando salió de su estupor, y a partir de ahí, comenzó a formular cada pregunta que se le vino a la mente. Algunas las pude responder, otras no, pero todas me agobiaron. Ella, al igual que yo, dedujo que la tal Spencer podía intentar meterse en la cama con Noah. Mi digestión se
Noah y yo salimos de la habitación tiempo después, no supe cuánto; estaba demasiado contenta como para que me importara algo más que lo que pasaba entre esas cuatro paredes. La última vez que mencioné algo nos estábamos besando ¿cierto? Bueno, terminamos haciendo el amor una vez más y fue igual o más sorprendente que las anteriores.La mirada que nos lanzó Cris cuando cruzamos la oficina decía «sé lo que hicieron» y me sonrojé como fresa madura. Noah ni se inmutó ni disimuló la sonrisa que cubría la mitad de su rostro. Hice al hombre feliz. Y él a mí.Sin perder más tiempo, nos fuimos al taller y trabajamos en una minivan hasta que el reloj marcó las seis. Esa vez, no tuve que esquivar la mirada ni mantener la distancia con Noah. Al contrario, me acerqué, rozándolo con cualquier estúpid
Mientras Cris se daba una ducha, le envié un mensaje a Connor diciéndole que me demoraría un poco; enseguida respondió que ya estaba esperándome en una mesa al fondo del bar, que le emocionaba saber que llegaría en cualquier momento. No respondí nada, no sabía qué decir. Entré a la habitación de Cris y busqué en el closet algo que pudiera ponerme. Faldas y vestidos quedaron descartados enseguida, no era algo que quisiera usar para mi reunión con Connor. Al final, me dejé mis jeans y elegí una blusa a cuadros manga larga para sustituir la blusa deportiva que llevaba puesta. Mi plan original era ducharme, pero el reloj marcaba las siete treinta y no quería demorar las cosas con Connor y llegar más tarde a casa. Le había dicho a Noah que estaría con Oli dos horas y quedarme más lo preocuparía.Hablando de Oli… ¿Qu&ea
Mi ritmo cardíaco se disparó en consecuencia.Connor tenía una capacidad increíble de infundirme temor, al punto de hacerme sentir pequeña e indefensa. ¿Por qué era así? ¿Por qué me minimizaba ante su presencia? Nunca antes me pasó, incluso con Noah y su intento de ser temible y despiadado en nuestro primer encuentro en aquel garaje.—¿Por qué estás aquí, Connor? ¿Te metiste en un lío? ¿Necesitas dinero?—¿Eso dijo Jace que vine a buscar? —contraatacó a la defensiva.—La verdad, sí. No es un secreto que mi padre te desprecia. —Lo miré a través del espejo.Su mandíbula se apretó, provocando que sus dientes chillaran, y su mirada se tornó más oscura y tenebrosa que antes. Ambos gestos enmarcaban una profunda ira, que sin duda iba dirig
Eran un poco más de las diez de la noche cuando regresé a casa. Noah me estaba esperando en la entrada, sentado en las escaleras. Solo unos minutos atrás, había dejado a Cris en su casa y tomado mi camioneta para ir a casa. Connor se bajó también en lo de Cris y dijo que iría caminando a su casa. El peso de la mentira se alojó en mi pecho, acelerando mis latidos. Aunque el hecho de ver a Noah también desataba una oleada de mi emoción incontrolable en todo mi cuerpo. Sentía que habían pasado días desde que nos despedimos.Me bajé de la camioneta y caminé a su encuentro, sonriendo. Gesto que se borró cuando él evitó mirarme. Mantuvo la cabeza baja y sus manos apretadas en puños sobre sus rodillas separadas.¡Oh, oh! Problemas en el paraíso. —¿Dónde estabas? —siseó cuando estuve
Spencer estaba delante de mí, sonriendo con sus rectos y perlados dientes y mirándome con sus ojos chocolate a través de risadas y perfectas pestañas. Se había maquillado ligeramente, marcando sus pómulos altos y haciendo lucir más carnosos sus labios con aquel brillo labial tono natural. Sus enormes pechos sobresalían en el escote que proveía la ajustada blusa de algodón negra que había elegido, y sus piernas parecían interminables en aquella falda de mezclilla. Yo vestía pantalones de chándal, una musculosa azul con un top blanco debajo, mi cabello sujeto en una cola de caballo y nada de maquillaje en el rostro. De pronto, la idea de ella yendo a casa para desayunar con nosotros no era tan atractiva como me pareció cuando Noah lo propuso. No me sentía cómoda con su presencia y lo más seguro era que terminaría con una indigestión. Pero ya estab
Spencer estaba delante de mí, sonriendo con sus rectos y perlados dientes y mirándome con sus ojos chocolate a través de risadas y perfectas pestañas. Se había maquillado ligeramente, marcando sus pómulos altos y haciendo lucir más carnosos sus labios con aquel brillo labial tono natural. Sus enormes pechos sobresalían en el escote que proveía la ajustada blusa de algodón negra que había elegido, y sus piernas parecían interminables en aquella falda de mezclilla. Yo vestía pantalones de chándal, una musculosa azul con un top blanco debajo, mi cabello sujeto en una cola de caballo y nada de maquillaje en el rostro. De pronto, la idea de ella yendo a casa para desayunar con nosotros no era tan atractiva como me pareció cuando Noah lo propuso. No me sentía cómoda con su presencia y lo más seguro era que terminaría con una indigestión. Pero ya estab
Me quité las bragas y el sostén y los puse sobre el lavabo. Noah caminó hacia mí y tomó uno de mis pechos con su mano, pasando el pulgar por mi pezón erecto, que a su toque se puso más duro. Su boca se encargó del otro, succionándolo con hambre y mordisqueando la cima después. Todo lo que hacía se reflejaba en la parte baja de mi pelvis, que palpitaba ansiosa por ser llenada por su hombría.—¿Vas a ser una chica buena? ¿No vas a gritar?Asentí.—Date la vuelta y sujétate del lavabo.Cuando lo hice, Noah separó mis piernas y acarició mis glúteos con movimientos circulares. Repitió la acción una, dos, tres veces…, para luego explorar la parte más sensible de mi cuerpo, haciéndome temblar de puro placer. Con su mano libre, acunó mi pecho, rozando la punta con su pulgar una y