Capítulo 40

Detuve mi Ford a un lado de su auto y, mirando al frente, evitando todo contacto con mi tentación, entré a mi casa. Un dulce y delicioso olor a tarta invadió mis fosas nasales al instante en el que puse un pie dentro. Mi estómago gruñó como el de una bestia. Olive era una excelente cocinera, gané un par de kilos por su culpa cuando vivía con nosotros.

—Hola, cariño. Olive preparó pastel de manzana y también horneó pastel de carne —dijo mi padre, muy contento. Él amaba a Olive como si fuera una hija, y también a Cristal.

—Y huele increíble. No recuerdo cuándo fue la última vez que cocinaste algo aquí —comenté mirando a mi amiga. Ella se encontraba sentada en una de las sillas de madera del comedor, con las manos apoyadas en la mesa y los dedos entrelazados; sus pulgares se movían inquietos u

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