Zara
Tomar el autobús en medio de la lluvia es la cereza del pastel para mi terrible predicamento, por fortuna consigo alcanzarlo antes de que me dejase atrás, aunque tuve que quedar empapada en el proceso.
Estoy segura de que esta pinta no me va a ayudar a conseguir el trabajo, pero no puedo regresarme o llegaré realmente tarde.
Trato de secarme con el papel que llevo en la mochila sin mucho éxito. Suspiro con pesadez y pasados veinte minutos (y eso porque no me encontraba ni cerca de casa), consigo estar frente a la gran empresa “Lupus Security Service”. Es la única de todas las que busqué que no exige experiencia en el área de secretaría, y el salario parece demasiado bueno para ser verdad.
La lluvia sigue cayendo de forma torrencial, tanto que casi no me deja visibilidad a unos pocos metros de distancia. Me envuelvo bien en mi abrigo gris oscuro y salgo corriendo con el paraguas para evitar mojarme más.
Voy con la cabeza gacha y solo mirando mis propios pies, tanto así que no me doy cuenta de que voy corriendo directo contra alguien más.
Mi cuerpo choca con el suyo de forma abrupta. Caigo hacia atrás y mi paraguas rueda por el piso lejos de mí. De inmediato me vuelvo a empapar de la lluvia. El agua se desliza por mi cabello y mi rostro, impidiéndome ver con quién tropecé.
—Lo siento tanto, no lo vi —digo desesperada.
—Eso es evidente, niña —espeta él con molestia.
Cuando se pone de pie delante de mí, mi corazón se paraliza. Su voz, su porte y el aura que emanan de él son tan imponentes que me dejan paralizada en el suelo.
El hombre camina hacia mí y me extiende su mano. Tardo un poco en reaccionar, pero finalmente la tomo.
En el segundo en que su piel roza la mía, un escalofrío recorre cada fibra de mi cuerpo, y estoy segura de que no es por el helado viento del clima tempestuoso. Su tacto es cálido, pero yo solo puedo sentir una corriente indescriptible que me hace mirarlo a los ojos.
Él también queda empapado con la lluvia, que le cae por el rostro creando así la visión del hombre más bello y perfecto que he visto en mis cortos diecinueve años de vida.
Quiero reaccionar, pero soy incapaz de hacer o decir nada, me quedo como una tonta sujetando su mano.
Para mi sorpresa, él me sonríe de medio lado y eso es todo lo que necesito para que mi corazón brinque acelerado dentro de mi pecho. ¿Qué me pasa?
—Creo que he sido yo quien no te ha visto —rectifica de repente.
Me rodea y toma el paraguas que dejé caer, levantándolo de nuevo sobre mi cabeza.
—Ah… n-no, ha sido mi culpa.
El hombre, que aparenta al menos unos veintitantos, me jala con gentileza del brazo y me lleva hasta debajo del techo saliente del edificio.
Entre más lo detallo más perfecto me parece. Me lleva como dos cabezas de altura, pero, en mi defensa, siempre he sido diminuta y frágil. Quedó por completo empapado, lleva una sudadera y un buzo combinado con unos tenis blancos, y, aun así, su anatomía resalta a gritos debajo de esa ropa mojada.
Siento mis mejillas arder de la vergüenza y la emoción que me causa. Nunca había visto a alguien como él. Sin embargo, algo en su mirada, en esos ojos negros tan profundos como la noche, me gritan: ¡cuidado!
—¿Siempre eres así de modesta, cachorrita?
Abro los ojos hasta el límite al escucharlo decirme así. ¿Por qué se cree con el derecho de hacerlo si ni siquiera nos conocemos?
—¿Cómo?
—Es que pareces un pequeño cachorro mojado, tiritando bajo la lluvia —dice y me vuelve a sonreír de medio lado.
¿Se está burlando de mí?
—¡Oh! Pues me alegra que te divierta mi situación, ahora no solo iré impresentable, sino que llegaré tarde.
—¿Vienes al edificio?
—Sí, a la entrevista.
Su expresión cambia cuando le digo eso. Él no parece ser alguien de importancia aquí, quizá solo sea un técnico que viene a hacer alguna reparación.
De pronto se agacha y saca de su mochila una toalla color verde.
—Mil disculpas, he escuchado que el entrevistador es aterrador —Me entrega la toalla para que me seque.
Casi al mismo tiempo, la lluvia comienza a mermar. No rechazo la ayuda porque la necesito, y, además, quiero prolongar este momento con él todo lo posible.
La toalla tiene un aroma como a canela y vainilla, mi favorito en todo el mundo. Seco mi cabello y mi rostro y se la devuelvo.
—Gracias…
—Damon —se presenta.
—Zara —respondo con las mejillas sonrojadas. Él me vuelve a ofrecer su mano, la tomo sin un ápice de duda, y en ese momento, siento un leve jalón de su parte que me obliga a pegarme a su cuerpo.
Nuestras miradas se mantienen por un largo instante, hasta que ese hechizo se rompe cuando las puertas se abren.
Damon se aleja y me suelta la mano.
—¡Por Dios! Tengo que irme ya —digo, al tiempo que salgo corriendo hacia dentro.
El ascensor llega justo a tiempo, un montón de gente baja de el aparato y entre el tumulto, lo pierdo de vista.
Damon es como esos hombres que te encuentras de forma casual en algún lugar donde sabes que nunca más lo volverás a ver. A pesar de eso, no puedo negar que me ha dejado cuanto menos flechada.
Subo al ascensor, que queda completamente vacío.
—¡Ah! Al menos el día no va tan mal, si acabo de conocer a un hombre casi perfecto —digo para mí misma en voz baja.
—¿Casi? —Volver a escuchar su voz en ese momento me paraliza. Las piernas me tiemblan como gelatina. Creí que estaba sola.
Giro lentamente solo para encontrarlo de nuevo frente a mí. Esta vez más cerca.
Las puertas del elevador se cierran, dejándonos a solas.
Si pudiera cortar la tensión que hay entre nosotros con un cuchillo, definitivamente se deslizaría como mantequilla. Su aura misteriosa y dominante se apodera de cada parte de mí, un cosquilleo urgente se desliza por mi abdomen y baja hasta zonas prohibidas que nunca había despertado.
Trago en seco y me echo hacia atrás hasta chocar con la pared.
—¿Por qué casi? —pregunta de nuevo.
Parpadeo varias veces en un intento por reprimir todo lo que estoy sintiendo. No consigo hilar las palabras porque ni siquiera sé que responderle.
—Ah… es que… no deberías escuchar mis pensamientos —digo en un intento por zafarme.
Damon se acerca más a mí, colocando sus brazos a los lados de mi cabeza. ¡Dios mío! ¿Qué es esto? Nunca en mi vida un hombre había sido tan atrevido, ni siquiera lo conozco, pero siento como si así fuera. No me molesta su cercanía, sin embargo, sí que me pone muy nerviosa.
—Si no quieres que los escuche, entonces mantenlos en tu mente, cachorrita —murmura con voz grave—. Todavía no me dices por qué soy casi perfecto.
—Es porque… porque creí que no te volvería a ver.
—Bueno, entonces, si ese es el caso, debería hacer de este un momento memorable, ¿no lo crees? —pregunta con picardía.
Su rostro se acerca demasiado al mío y, sin previo aviso, posa sus labios sobre los míos provocando que todo mi mundo se detenga. Mis pulsaciones van tan aprisa que creo que voy a explotar por dentro. Cierro los ojos y por ese ínfimo segundo, disfruto de la sensación de su boca contra la mía.
Damon se separa de mí, aunque yo me quedo como una tonta con los ojos cerrados y los labios estirados. Cuando vuelvo a abrir los ojos, él ya se está alejando, me da la espalda y no voltea hasta que las puertas se cierran otra vez.
Esto ha sido lo más loco e inesperado que me ha pasado en la vida, y sé que soñaré durante muchas noches con ese hombre.
Llego a mi piso y al asomarme veo una larga fila de chicas muy bien vestidas y maquilladas.
Es definitivo, no conseguiré este empleo.
Suspiro con desgana, pero me siento a esperar mi turno. Por haber llegado tan tarde, soy la última en la fila.
Han pasado horas desde aquel encuentro con Damon. Recordarlo es lo único que me regala una sonrisa en este día desastroso. Casi estoy a punto de irme y mandar todo al demonio cuando la última chica antes de mí sale y me avisa que puedo pasar.
—Bien, al fin. Al menos esto será rápido —sentencio.
Empujo la puerta con suavidad y lo primero que veo es el gran ventanal que da hacia la parte de atrás de la empresa. El sol está a punto de ponerse en el horizonte dando paso a la noche.
El entrevistador se encuentra sentado en su silla y me da la espalda, pero en el momento en el que se gira, vuelvo a sentir esa sensación paralizante, pues quien está sentado ahí no es otro que el mismo Damon.
—Bienvenida a la entrevista, cachorrita.
DamonNo estuve seguro la primera vez que la vi. Aunque yo no diría que nos vimos, más bien, ella fue directo hacia mí en una colisión inesperada, como dos galaxias que se fusionan para convertirse en una nueva.Sin embargo, algo en mí despertó; ese gen que llevamos en mi familia durante generaciones, y que por un tiempo creí que nunca surgiría.Tuve que hacer un enorme esfuerzo por contenerme, pues, su aroma, su presencia, incluso su voz; todo en ella despertó en mí el instinto dormido del lobo que llevo dentro.Y es que ella no lo sabe, pero yo soy un hombre lobo.De hecho, soy el hijo del Alfa actual de la manada luna creciente, y aunque eso pudiera sonar grande, en realidad no soy más que una decepción para mi padre, pues se supone que mi licantropía debió activarse hace varios años atrás.Pero nada de eso tiene importancia ahora porque estoy seguro de que lo que ha gatillado el cambio en mí es ella: Zara.Sus ojos avellana y esa mirada angelical llamaron mi atención desde el prin
ZaraEste hombre es todo lo que mi madre una vez me advirtió que debía evitar, pero tiene algo que no sé qué es, que hace que me quede hipnotizada y diga “sí” a todo lo que dice, aunque en una situación normal, lo hubiese rechazado.Y es que, ¿qué persona normal acepta irse en el auto del tipo que acaba de conocer y que además fue quien me entrevistó para el posible empleo?Si alguna de las chicas que estaban antes de mí pudieran verme, seguramente pensarían que estoy haciéndole algún favor para quedarme con el puesto.Damon me hace sentir extraña, porque a veces su manera de hablar y su mirada me causan escalofríos, pero al mismo tiempo, es como si lo conociera de toda la vida, me inspira seguridad, y ni siquiera tengo palabras para comenzar a explicar por qué me pasa eso.—¿Dónde vives? —pregunta cuando ya ha arrancado el auto.—Ah, cerca de pinecreast road, pero… —dudo si pedirle ese favor. De cierta forma siento que estoy abusando demasiado de su caballerosidad.—Te llevaré a dond
Damon Abro los ojos a la mañana siguiente sintiendo como mi lobo interior pierde de nuevo el control. Aprieto los puños de mis manos para obligarme a recuperarlo, y por un segundo temo lo peor… que me haya descontrolado y le haya hecho daño. Lo primero que veo es que estoy en la cama, con el torso desnudo y las sábanas a mi alrededor están revueltas. No veo a Zara en un principio, pero su aroma dulce a menta sigue presente en el ambiente. De hecho, está impregnada en cada centímetro de mi cuerpo, en mis dedos, en mi boca, y, sobre todo, entre mis piernas. Saco la sábana de un tirón y la veo acostada boca abajo. Su espalda desnuda sube y baja lentamente. Está plácidamente dormida, con su cabello revuelto y los brazos estirados hacia arriba. Entonces me atrevo a deslizar un poco más la sábana y descubro que no solo está desnuda del torso, sino todo su cuerpo. Su delicada piel parece una m*****a obra de arte. Verla así me trae a la memoria los recuerdos de la noche anterior. A decir
ZaraMientras voy de camino a mi casa solo puedo pensar en la maravillosa noche que pasé junto a Damon. Mi corazón brinca aceleradamente dentro de mi pecho solo de recordar cada caricia, cada beso que dejó sobre mi piel.Mi cuerpo tiembla, todavía con la sensación de sus dedos sobre mí, sus labios en mis muslos…¡Dios! ¿Qué fue lo que hice?Quiero chillar como una niña loca, me siento muy avergonzada, pero al mismo tiempo, fue tan increíble. Ni siquiera puedo comenzar a procesar qué fue lo que me pasó con él.Fue como si ambos estuviésemos hechos para estar juntos. De alguna forma todo mi cuerpo y mi mente gritaban, me suplicaban que me entregase a él.Si mi madre se entera de lo que hice seguramente me castigaría de la peor manera posible. No tengo idea de cómo lo voy a mantener en secreto cuando lo único que quiero es gritarle al mundo que le pertenezco a Damon Blake.El taxi finalmente llega a la calle de mi casa. Aunque yo no lo llamaría exactamente así. En realidad, vivo en una c
DamonEscuchar al maldito de Griffin insultar a Zara me hace hervir la sangre de la ira, pero me obligo a contenerme para no hacer una estupidez. Me lleva dos segundos procesar lo que dijo antes de eso…¿Cómo que voy a unirme con su hermana?—¿Qué mierda significa esto? —exijo saber con las manos empuñadas.Mi transformación a medias no parece dispuesta a irse, y poco a poco comienzo a sentir el intenso dolor que me describió mi padre una vez, ese que surge cuando tu lobo interior busca emerger a toda costa.—Damon, será mejor que hablemos en privado un momento —advierte mi padre, pero yo me niego a escuchar algo de lo que diga.—¡No! ¡Exijo una explicación ya! —gruño por lo bajo.El Alfa Asher me mira con desdén. A su lado su hija me detalla de arriba abajo y no sé bien qué quiere decir con esa expresión.—No hay nada que explicar porque nos vamos —espeta Griffin.—Silencio —le ordena su padre, y solo con esa simple palabra, él retrocede.—Damon, acabas de despertar al lobo, tienes q
ZaraDecir que lloré hasta quedarme dormida en la cama es poco. Por suerte mi madre llegó muy tarde en la noche, y creyó que ya estaba acostada cuando se asomó para verme.En la oscuridad de la noche no se notaron mis lagrimas y lo agradecí. Tuve que contener mis sollozos. A la mañana siguiente, despierto con unas ojeras del tamaño de cráteres. Mi cara se ve realmente hinchada y rojiza, así que no me queda más que recurrir al maquillaje para ocultarlas.Es evidente que Damon es un imbécil que se aprovechó de mí y me usó como una chiquilla tonta; y yo caí, caí redondita como la ingenua que soy.¿Cómo pude creer que se aparecería? ¡Dios!Recordarlo me hace sentir estúpida, y dentro de mí surge una rabia incontenible que nunca creí que fuese posible.Me miro al espejo y realmente me siento tan furiosa que creo que sería capaz de romperlo. Un gruñido quiere escapar de mi garganta, pero lo contengo con un control que desconocía hasta el momento.El maquillaje hace lo que puede cubriendo mi
DamonRegresar a la normalidad me cuesta mucho más trabajo del que pienso. El Alfa Asher me mira con un odio tan intenso que mi padre tiene que intervenir para evitar más tragedias.—¡¿Qué clase de ofensa es esta?! ¡Lo mató! ¡Tu hijo mató a mi Beta, a mí hijo! —acusa con los colmillos surgiendo de su boca y sus ojos inyectados en un color rojo brillante.—Espera un momento Asher, esto debe tener una explicación —intercede mi padre, aunque cuando me mira, sus ojos encolerizados me advierten que no me libraré de esto tan fácilmente.—¡Él me atacó! Yo solo me defendí —hablo por primera vez.Algunos miembros de la manada se acercan para ver qué fue lo que sucedió, pero basta solo una mirada de mi padre para que se alejen.—Alfa Maddox, vine aquí para unir a nuestras manadas, celebrar una boda y acabar con nuestra guerra; y en cambio, su hijo mata al mío en un arranque de ira y descontrol.—Lo sé, Alfa Asher, por favor perdone el arrebato de mi hijo, es una lupicría, no pudo contenerse.Od
ZaraHace dos semanas que me llamaron para darme la noticia de que quedé seleccionada para el puesto de secretaria en la empresa.Estuve a punto de decirles que no, pero mi madre escuchó todo y vio el correo que me enviaron con el uniforme, algunos implementos y un jugoso adelanto de la mitad del dinero. Prácticamente me obligó a aceptarlo.Tuve que regresar y tragarme la vergüenza de lo que pasó, aunque en realidad nadie lo sabe; pero eso no significa que me sienta menos usada y enojada.Todos estos días he ido a pesar de sentirme mal. Creo que la comida que mi madre está preparando debe tener algo malo, porque no he parado de vomitar en las mañanas, y la fatiga y el dolor de cabeza no me deja en paz por las tardes.Por supuesto, he tenido que disimularlo todo lo posible para que no me reclame que me comporto como una vaga.En la empresa, algunos de los directivos me miran de forma extraña. He querido averiguar por Damon, para ver si es que es capaz de darme la cara, pero lo último q