CAPÍTULO 7: DECEPCIÓN

Zara

Decir que lloré hasta quedarme dormida en la cama es poco. Por suerte mi madre llegó muy tarde en la noche, y creyó que ya estaba acostada cuando se asomó para verme.

En la oscuridad de la noche no se notaron mis lagrimas y lo agradecí. Tuve que contener mis sollozos. A la mañana siguiente, despierto con unas ojeras del tamaño de cráteres. Mi cara se ve realmente hinchada y rojiza, así que no me queda más que recurrir al maquillaje para ocultarlas.

Es evidente que Damon es un imbécil que se aprovechó de mí y me usó como una chiquilla tonta; y yo caí, caí redondita como la ingenua que soy.

¿Cómo pude creer que se aparecería? ¡Dios!

Recordarlo me hace sentir estúpida, y dentro de mí surge una rabia incontenible que nunca creí que fuese posible.

Me miro al espejo y realmente me siento tan furiosa que creo que sería capaz de romperlo. Un gruñido quiere escapar de mi garganta, pero lo contengo con un control que desconocía hasta el momento.

El maquillaje hace lo que puede cubriendo mi
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