Capítulo 320
No cesaron hasta que el cielo comenzaba a clarear. Larisa, exhausta pero plenamente satisfecha, se quedó profundamente dormida. Faustino, por su parte, tuvo la rara oportunidad de dormir plácidamente.

Al mediodía…

—¡Faustino, Larisa, vengan a comer!—

Victoria, con su habitual dulzura, había preparado la comida y despertó a Faustino. Faustino y Larisa, bostezando, se dirigieron al consultorio.

Faustino sentía un poco de pena. Aunque había triunfado ampliamente en sus —ejercicios— con Larisa la noche anterior, la falta de descanso la había dejado agotada. Sin embargo…

Al ver a Rosalba y Lara con ojeras, se quedó atónito.

—¡Rosalba, Lara! ¿Qué les pasa a sus ojos?—

Él no había molestado a esas dos mujeres anoche, ¿por qué no habían descansado bien?

Mientras Faustino reflexionaba sobre esto, las dos mujeres le lanzaron una mirada fulminante.

Los gemidos de Larisa habían sido constantes durante toda la noche. Parecía que no le importaba si se le iba a dañar la garganta, como si quisiera pre
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