Capítulo 319
—¡Bah!, ¡maldito, seguro que no traes buenas intenciones!

Larisa, con las mejillas sonrojadas, abrazó el brazo de Faustino.

Cuando regresaron al consultorio…

—¡Faustino… has vuelto, qué bueno!

Victoria, que estaba cocinando, se sorprendió al ver a Faustino y se emocionó mucho. Pero no supo cómo expresarse, y durante un buen rato no dijo nada.

Faustino, viéndola así, se acercó con una sonrisa.

—Victoria, ya regresé, no te preocupes más.

Victoria tardó un rato en calmar su emoción y sonrió.

—Me alegro de que estés de vuelta. Ve a descansar un poco, la comida estará lista enseguida. Cenaremos en un rato.

Una hora después…

Mirando la mesa llena de comida, Faustino comió con especial deleite, sintiendo una profunda gratitud. Qué bueno era estar en casa. Si realmente hubiera muerto, no sabía cuánto sufrirían todas estas personas que se preocupaban por él.

Después de cenar…

Todos se preparaban para descansar, pero Larisa, sonrojada, llevó directamente a Faustino al coche.

—Esa chica no tiene
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