Capítulo 310
—¡No lograrán nada mientras yo esté aquí!—gruñó Armando con enfado.

—¡Sí, váyanse de inmediato, este no es lugar para ustedes!—añadió Rafael con severidad.

Como policías experimentados, ambos reconocieron al instante que Lisy y los demás solo buscaban apoderarse del dinero de Faustino. Armando ordenó a varios oficiales que los echaran cuando intentaron protestar.

—¡No podemos irnos así!—susurró Lisy mientras se alejaban—. Nos quedaremos cerca y cuando se vayan los policías, iremos a exigir el dinero. ¡Esperaremos lo que haga falta!

—Sí, ese bastardo debe tener al menos unos cientos de miles de dólares, ¡todo tiene que ser nuestro!—fantaseaba Adrián con la vida lujosa que llevaría.

Lara y las demás observaban con indignación.—¡Qué rabia! Cuando Faustino regrese, ¡tendrá que ponerlos en su lugar! ¡Que aprendan a no molestarnos más!...

Mientras tanto, la corriente del río subterráneo se había vuelto más suave, llegando solo hasta las rodillas. A unos cincuenta metros, ¡apareció una abertu
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