Mariana se sobresaltó y rápidamente imitó a Faustino, cubriéndose la boca y nariz con la ropa.—Tampoco estoy seguro si es venenoso, pero leí en una novela que en las tumbas antiguas, las cosas muy fragantes suelen ser tóxicas —explicó Faustino rascándose la cabeza.—Vaya... así que lees novelas... —comentó Mariana con resignación, aunque mantuvo la ropa sobre su rostro.—¡Mira, hay algo en la pared de adelante! —exclamó Faustino repentinamente, corriendo hacia allí.Las paredes antes desnudas del pasadizo ahora mostraban murales de colores vibrantes y trazo exquisito, rebosantes de elementos orientales.Representaban a cientos de hombres y mujeres en ropajes antiguos, todos postrados ante una bellísima mujer con cuernos de dragón que, desde las nubes, contemplaba a los mortales desde las alturas.¡Sus rostros mostraban absoluta devoción y fanatismo!Junto a la mujer había un feroz tigre blanco de ojos saltones y colmillos prominentes, y un fénix multicolor que la rodeaban.Mirando con
—Aquí no hay ataúdes ni tesoros, ¿parece más bien un…?— ¿Un altar? —respondió Faustino, sorprendido por la escena. Se quedó pensando un rato antes de encontrar una descripción adecuada.Avanzaron lentamente. De pronto, el terreno descendió abruptamente. Una escalera de cien peldaños descendía hacia una enorme plaza subterránea, del tamaño de un campo de fútbol. Vista desde arriba, tenía la forma perfecta de un diagrama de los Ocho Trigramas, con una puerta de piedra en cada esquina, todas firmemente cerradas. En el centro, se veía el símbolo del círculo sagrado.— ¡Faustino, mira! Esas dos columnas… ¡son idénticas a las del mural! —exclamó Mariana.Siguiendo la mirada de Mariana, vieron dos enormes columnas de piedra, una frente a la otra, idénticas a las columnas con serpientes entrelazadas del mural. Las columnas estaban situadas como si fueran los dos puntos del círculo sagrado.Los Ocho Trigramas, el círculo sagrado...—Esto no es una tumba real… ¿qué significado tiene esta disp
Con su cuchillo, Faustino extrajo una escama roja del tamaño de una mano, con un brillo multicolor.—Esto es… ¡es una escama de serpiente! —exclamó Mariana, reconociendo la escama a pesar de la sangre, quedando impactada.—Sí, una escama de serpiente. Increíble que una serpiente haya hecho esto… —Faustino sintió un escalofrío. La imagen era aterradora.—Una escama tan grande… la serpiente debe medir al menos diez metros… ¡no, decenas de metros! —dijo Mariana, su rostro lleno de miedo—. ¿Será el monstruo que ha vivido en esta tumba durante miles de años?—Debe serlo —respondió Faustino, con un tono grave—. Lo sospechaba, pero no estaba seguro. Ahora, con esta escama, lo confirmo. Las serpientes de coral que salen del embalse deben ser sus descendientes.Faustino se sentía cada vez más pesado.—La gente que estaba en la entrada de la tumba… también debe haber sido asesinada por esta serpiente.Mariana había dicho que la tumba tenía al menos dos mil años de antigüedad, lo que signific
— ¿Cuándo se cerró el pasaje? ¡No podemos regresar! —exclamó Mariana, al darse cuenta de que ni ella ni Faustino se habían dado cuenta del cierre.El altar sagrado detrás de ellos se abría cada vez más, revelando un enorme agujero negro e insondable. Se oían ruidos como si algo duro rozara el suelo, y el hedor nauseabundo era insoportable, casi haciéndolos perder el equilibrio.—Faustino, ¿qué hay ahí dentro…? —preguntó Mariana, con voz temblorosa, presa del pánico, agarrando a Faustino.—Es la gran serpiente. ¡Rápido, busquemos otra salida! ¡Si nos alcanza, estamos muertos! —Faustino, con el corazón latiéndole con fuerza, arrastraba a Mariana mientras corrían. Era imposible no sentir miedo ante tal criatura, pero la razón le decía que el pánico solo aceleraría su muerte. Debía mantener la calma. Los miembros de Guante Negro no habían muerto todos, debía haber otra salida. Pero las ocho puertas de piedra estaban cerradas, y la salida superior bloqueada. Era un callejón sin salida
La cola de la serpiente aún mostraba rastros de sangre. A pesar de su enorme tamaño, su velocidad era impresionante, acortando la distancia entre ella y Faustino y Mariana.—¡Bang! ¡Bang! —Faustino, negándose a ser devorado, disparó mientras corría, pero fue en vano; la serpiente no reducía la velocidad, acercándose cada vez más, a menos de veinte metros.—¡Tiene que haber una salida, tiene que haber una salida, pero ¿dónde está…? —Faustino estaba desesperado. ¿Sería el agujero negro que se abrió en el círculo sagrado? No, imposible. Era el hogar de la serpiente, insondable; caer allí significaba la muerte. ¿Cómo podría ser un pasaje?—¡Sss! —El sonido de la serpiente sibilando se acercaba. Faustino ya no se atrevía a mirar atrás. Si la situación continuaba así, ambos morirían en menos de un minuto.—Faustino, déjame ir… —dijo Mariana, llena de culpa—. Tú correrás más rápido solo. Que me coma ella, quizás puedas encontrar una forma de escapar mientras tanto… Su fuerza la estaba
—¡Sss! —La respuesta a Mariana fue una risa burlona. Una gruesa cola de serpiente se abalanzó hacia sus piernas, mientras que la boca de la serpiente se preparaba para tragarse a Faustino, que estaba inconsciente. La escena del siguiente segundo era inimaginable.—Si hubiera sabido que esto pasaría, no te habría traído a la tumba… —Mariana, arrepentida y desesperada, cerró los ojos.Pasaron unos siete u ocho segundos. La serpiente no atacó. ¿Qué estaba pasando? Se oyeron pasos claros.—Faustino… ¿eres tú, Faustino? —A pesar del miedo que la paralizaba, Mariana abrió los ojos con todas sus fuerzas. Lo que vio la dejó completamente atónita.Faustino, en algún momento, había caminado lentamente hacia la serpiente. Cada paso era lento, pero firme. La serpiente, que debería haber atacado, retrocedía a medida que Faustino avanzaba. Sus ojos rojos como la sangre mostraban confusión, incredulidad, asombro, miedo y terror.¡Tenía miedo de Faustino!Esa escena tan inexplicable dejó a Mari
En un abrir y cerrar de ojos, apareció frente a Mariana y la agarró por el cuello. Parecía que esa frase había tocado su punto débil.—Oye, suéltame, ¡me ahogo! —Mariana tenía un arma, pero no se atrevía a dispararle al cuerpo de Faustino. Sin embargo, estaba segura de que el Faustino actual ya no era el mismo.—Hormiga, cuando hables conmigo, mantén una postura adecuada. ¡O te sometes a mí, o mueres!Faustino soltó a Mariana y habló con frialdad.—Tos… tos… —Mariana, con el corazón latiéndole con fuerza, sintió que había estado a punto de morir. No tenía idea de cómo devolver a Faustino a la normalidad. Solo pudo fingir asentir.—De acuerdo, me someto a ti…—¡Sss! —La serpiente salió de nuevo del altar del círculo sagrado, se acercó a Faustino y escupió una hoja dorada con extraños caracteres grabados. Faustino hizo un gesto con la mano, y el papel dorado voló hacia él y desapareció. Mariana quedó profundamente impresionada.—Sígueme.Faustino guardó el papel dorado y miró a Mar
—¡Faustino, eres un completo pervertido, me estabas acaso espiando mientras me bañaba! ¡Qué descarado eres!El clima de verano era tan caluroso que parecía como si el mundo estuviera ardiendo en llamas. Faustino, que había subido a la montaña a recoger algunas hierbas, no pudo soportar más el calor y se quitó la ropa, sumergiéndose en el río para refrescarse un poco.Pero justo cuando salió a tomar aire, vio una escena muy deslumbrante ante sus ojos.¡Larisa Zamora, la hija del alcalde del pueblo, estaba precisamente allí, mirándolo con furia y vergüenza mientras lo señalaba y le gritaba asustada! A sus dieciocho años, era tan hermosa como una bella flor, y a través del agua ondulante del río, él pudo vislumbrar con perspicacia un par de tentadores melocotones y...Faustino, que nunca había visto algo así, ¡se quedó paralizado en el acto!—¡Pervertido, no me mires! ¡Te juro que te sacaré los ojos!Larisa estaba tan enojada que su rostro estaba completamente rojo de la rabia, y con gran