Capítulo 282
La cola de la serpiente aún mostraba rastros de sangre. A pesar de su enorme tamaño, su velocidad era impresionante, acortando la distancia entre ella y Faustino y Mariana.

—¡Bang! ¡Bang! —Faustino, negándose a ser devorado, disparó mientras corría, pero fue en vano; la serpiente no reducía la velocidad, acercándose cada vez más, a menos de veinte metros.

—¡Tiene que haber una salida, tiene que haber una salida, pero ¿dónde está…? —Faustino estaba desesperado. ¿Sería el agujero negro que se abrió en el círculo sagrado? No, imposible. Era el hogar de la serpiente, insondable; caer allí significaba la muerte. ¿Cómo podría ser un pasaje?

—¡Sss! —El sonido de la serpiente sibilando se acercaba. Faustino ya no se atrevía a mirar atrás. Si la situación continuaba así, ambos morirían en menos de un minuto.

—Faustino, déjame ir… —dijo Mariana, llena de culpa—. Tú correrás más rápido solo. Que me coma ella, quizás puedas encontrar una forma de escapar mientras tanto… Su fuerza la estaba
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