Capítulo 238
—¡Mejor me hubieras dado a mí la concesión del embalse en lugar de a él! —protestó Federico frunciendo el ceño.

Después de todo, él y Mario tenían cierta amistad, pero ahora Mario estaba favoreciendo a un extraño en lugar de hacerle el favor a él. Frente a Faustino, Federico sentía que había perdido la cara.

—¡Deja de dar tanta lata! —exclamó Mario, elevando notablemente la voz—. ¡Ya te dije que no se los voy a dar y punto! ¡Mejor váyanse de una vez!

—Bien, como el embalse pertenece mitad a cada pueblo, si no me dejas administrar tu parte, tampoco te metas con la nuestra —replicó Federico con igual irritación—. ¡Que cada quien se ocupe de lo suyo!

—¡Como quieras! —respondió Mario, que ni siquiera estaba interesado en la parte del embalse que pertenecía a Rosal. Se sacudió la ropa y entró a su casa, cerrando la puerta de un portazo.

—¡Mario... ya verás! ¡Ya llegará el día en que necesites un favor mío! —gritó Federico, pataleando de rabia.

—No te preocupes, papá —intentó calmarlo Larisa
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