Capítulo 245
—¡Cierra el hocico! ¿Te crees muy valiente? —escupió Federico con desprecio—. ¿Un pedazo de basura como tú piensa que puede matarnos?

Carlos, mirando detrás de Federico, solo sonrió maliciosamente sin responder. Los refuerzos ya habían llegado.

—Él no puede matarlos, ¡pero yo sí! —resonó una voz.

Se acercó un joven extranjero rubio de ojos azules, Jake, con una pistola en cada mano.

—Un extranjero... —murmuró Federico.

—Dios mío... ¿son pistolas? —Larisa, Victoria y Federico palidecieron al instante.

Como civiles comunes, era natural que temieran las armas. Solo Faustino mantuvo la calma, aunque estaba furioso e intrigado. Odiaba que le apuntaran con armas, pero también le extrañaba ver a un extranjero armado en un pueblo tan remoto como Pueblo Ochoa. Además, parecía ser cómplice de Carlos. ¿Qué buscaba aquí?

—¡Jake, por fin llegaste! ¡Un poco más y no la cuento! —gritó Carlos emocionado.

—¡Cállate, inútil! —rugió Jake—. ¿No pudiste con dos mujeres, un viejo y un mocoso? ¿Eres completa
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