1. La locura en Málaga

Tano:

Hace un año:

Para un hombre como yo, con tantas mujeres, y siendo un loco soñador, bohemio y despreocupado, no me era difícil conseguir lo que quería, eso sí. Lujos no tenía alguno pero mi padre no me desprotegía, soy el hijo más pequeño, mi madre murió dándome a luz.

—¡Uf, churro! Que te he visto en otra parte— Dijo una de las chicas de la disco en Málaga.

La sala Gold, era la más famosa discoteca del momento, Demasiadas mujeres bailaban al ritmo de Karol G y su pegajosa canción Don’t be shy.

—Me haz visto en tus sueños, muñeca—dije haciéndole un guiño seductor y atrevido.

Mi guitarra siempre me acompañaba, era la única que sabía los momentos de derrumbe que tenía. Mi prometida, una siciliana preciosa que, llevaba varios meses extraña, me hacía pensar una y otra vez en aceptar el cargo como ceo en la empresa de mi padre. Constanza DiVaio, una modelo de prestigio, hija de un socio comercial de mi padre, tenían pactado un matrimonio para consolidar sus empresas y así, empezar una nueva etapa de sociedad entre ambas familias…

—¿vamos a tu apartamento o al mío?— Dijo la rubia de ojos café que me invitaba a pecar. La apretuje a mi pecho, haciendo que sintiera como tenía de dura mi entrepierna y hacerla decir mi nombre en voz alta, era lo que necesitaba para sacarme la absurda idea que tenía en mi cabeza.

Como siempre, mi primo Nathan; un borracho y vividor que se colgaba de mis beneficios, era él, el que me apoyaba en el acto de patán, de poder dominar a cuanta mujer se me ponía enfrente. Soy irresistible, lo sé. La gallardía que me cargo es increíble.

¿Se podrá amar a una sola mujer? No lo sé, amo a Constanza y de eso yo no tengo dudas; Constanza ha estado extraña estos meses, aunque ella quiere que cambie de vida, que me vuelva responsable y que acepte la oferta de mi padre al dirigir Rodríguez Industries, pero mi lado loco, bohemio y despreocupado no me permitía aceptar tal oferta. Me hacía feliz el viajar por el mundo, solo con una mochila y mi guitarra, y, si Constanza me quería así, yo era feliz. ¿Egoísta, cierto?

—Solo le diré a Nathan que me dé las llaves del coche y nos vamos, preciosa—mordí el lóbulo de su oreja y me encamine hacia la barra, donde el idiota se encontraba bebiendo e invitando tragos a todos los que se sentaban cerca de él.

—¡Ostia, tío! Que me vas a quebrar si seguís invitando a la plebe a beber a costa mía— espete en modo de broma.

Los presentes comenzaron a reírse de lo que había dicho, mientras Nath, estaba rojo de la vergüenza.

—Solo quiero las llaves del coche, te enviare la ubicación en donde estaré y te espero allá—extendí mi mano para tomar las llaves del coche, él me dedico una mirada irrisoria y levantó su copa.

—¡Qué aproveche el festín, gil—, brindó con todos y me retire de ahí, con rubiales. Listos ya para una nueva noche de pasión.

Vamos directamente al apartamento que arrendamos para pasar la semana completa, obviamente, a esta chica ya no la vería más así como las otras del pasado, siempre he sido precavido al momento de hacer estas cosas.

—¿Te gustó en serio?—le pregunté a la bella mujer que estaba haciendo de copiloto.

Ella me dedico una sonrisa ladina, posó la palma de su mano en el dorso de la mía y el destello de sus ojos hipnóticos, me dieron la confianza de no solo quererla para una noche, sino para varias sin ningún compromiso. Las ganas de poseerla no se hicieron esperar y aparque el coche, me quite el cinto de seguridad, abrí la puerta de atrás del mismo y la jale directo, la senté sobre mi y empezó el fogueo, sentir su piel con mi piel, fue un éxtasis, uno adictivo. El vaivén de sus caderas me hizo nublar la vista y terminar lo que había empezado.

Como si nada llegamos de igual manera al apartamento, decidí beber con ella hasta perder la conciencia, el anisado era muy fuerte y delicioso, no lo cambiaba por nada. Tomé unas cuantas onzas del líquido incoloro y me quedé fundido en los brazos de esa rubia de nombre común… Pilar.

(***)

La luz del sol se filtro por la ventana, el resquemor que lastimaba mis ojos avellana, me hicieron despertar de golpe, en mi cama solo estaba yo en bóxer, desorientado traté de atar cabos de lo que había pasado anoche y no encontré pista de nada.

Tome mi celular, llame a Nath para saber donde estaba, pero, el timbrar de su teléfono había dado luz verde a mi tranquilidad, había llegado a casa. Me preparo para ir a la ducha y terminar mi recorrido en Málaga, una noche alocada, una buena rubia y… caigo en cuenta que no me cuide. ¡Pero que tonto!

—¡Vaya! Ya era hora que despertaras tío, que se me ha quedado pringando el olor de la musa que tenía ayer. Estaba buena, ¿Qué no?—me dedico una sonrisa mediocre. No quería ni imaginar si Pilar, también había compartido cama con ese tonto.

—¿compartiste cama con ella?—indague.

El solo frunció el seño y me terminó de despertar su risa estruendosa, negando lo que yo suponía y quedarme tranquilo con la semirespuesta que me había dado. Desayunamos normal, Luis Pedro y Javier quedaron en juntarse con nosotros en Sevilla, quedamos en ver la copa del rey juntos y perdernos entre la multitud. Era un total aficionado a la liga española, a decir verdad y me consideraba demasiado fiestero para celebrar este tipo de cosas.

La resaca ya no ejercía en mí, así de enfermo alcohólico soy. No me culpen.

Terminamos en uno de los sport bar viendo la final qué se disputaba con el Sevilla y el atlético de Madrid, la fiesta no se hizo esperar ya que el campeón se veía venir por los resultados.

De nuevo, entre esas olas de personas, estaba ella ahí. ¿Me estaría siguiendo? No lo sé.

Pilar se encontraba ahí festejando, con otras tres mujeres, no sé si era el destino, pero esto me parecía más que una señal. Me encamine hacia dónde ella estaba, cuando me vio solamente sonrió y se quito un mechón de cabello que obstruía la vista de su rostro. Es una mujer bella, pero no para mí.

Constanza se encontraba arreglando algunas cosas en Sicilia y, por ello estaba en completa libertad de andar por donde yo quisiera y haciendo de las mías. Algún día pagaría todo lo que estaba haciendo…

—¿Qué me estas siguiendo o cómo?—se mordió el labio de abajo, con tal sensualidad que me ponía la mente a maquinar en mi próximo movimiento.

Su cabello rubio, sus ojos verdes, su figura de guitarra y… sólo recordar lo que había pasado en el auto, me encendían por completo.

—¡Qué no, quisieras! La misma pregunta me la he hecho yo, niña. Que gusto en serio coincidir ahora aquí de nuevo—exclame.

Ella se prendió de mi cuello, estampó un beso en mi mejilla y decidí pasar con ella nuevamente la parte de la tarde y noche. Era una locura.

—Te prometo que, en cuanto termine de arreglar unas cosas en Madrid, regreso a por ti, y me caso—le dije entre gemidos y suspiros.

Esa mujer me enloqueció, no quería regresar a Málaga solo; la lleve conmigo y nos despedimos al día siguiente. Mis amigos estuvieron de broma en broma en el camino a casa, haciéndome recordar lo que le había prometido a la pobre chica. Pero esa, esa siempre fue mi táctica para mantener amoríos con otras mujeres, Constanza era la excepción en la lista ya que ella es la hija del socio de mi padre y, no podía poner más problemas a la enorme lista que le tenía a mi padre.

—¿Por lo menos le pidió el número a la nena?—preguntó Nathan, quien se mostraba más que interesado en Pilar.

Fruncí el ceño, obviamente, aunque yo era un casanova, no me gustaba compartir mujer con nadie, aunque sólo un par de veces haya estado con la chica.

—¿Acaso te ha gustado? Es de guarros preguntar por la mujer del otro— exclame molesto.

Él solo me vio y rio,—¿De qué te reís?—exclame.

—de nada. Solo era una pregunta normal, relajado tío.

Tras varió tiempo de volver, me sentía extraño, como si una parte de mi se hubiese quedado en Málaga, pero, no creía que me hubiera enamorado de la chica, eso pasaría si los elefantes tuvieran alas y volaran.

Toda una locura fue la que viví allá, y, así debía de quedarse.

¡LO QUE PASA EN MÁLAGA, SE QUEDA EN MÁLAGA!

(***)

No quiero hacer lo correcto, o lo que ellos quieren imponer sea correcto.

Mi padre me dio ultimátum para ceder al control total de Rodríguez Industrias y, la verdad esa propuesta me la pasaba por los… ya sabéis.

—Cayetano, sabes que yo ya estoy viejo, tus hermanas me necesitan con tiempo—exclamó.

Mi padre se había casado de nuevo y había tenido dos hijas. No tenía nada contra ellas, pero con la mujer que se caso, sí.

—No son mis hermanas, papá. Además, antes de que mueras o te enfermes, falta mucho tiempo para eso. No puedo aceptar esto papá.

El me vio molesto, y acotó con desdén.

—Me vale un porro, debes aceptar y se acabó. Tenéis exactamente cinco meses para pensarlo. Ya es demasiado tiempo y prórroga. Si no decides en ese tiempo, venderé todas las acciones y te quedas en la calle. Gilipollas—se levanta de la silla, se acomoda el saco y se enfila directo a la puerta, dejándome completamente solo y con las palabras en la boca.

Lidiar con mi padre era difícil, más en esta situación pero, me tenía tomado de las bolas, no podía dejarme en la calle y menos, vender lo que tanto le costó y a mi madre también.

Debía dejar las locuras de lado.

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