«Capítulo Trigésimo Segundo»—Velkan…—su rostro es distinto, está cegado y yo no lo comprendo. Sé que tiene celos, pero siempre era suave. Sin embargo, hay algo que ha cambiado y recuerdo la obsesión de su padre con su madre. No, él jamás sería así porque es bueno, siempre lo será.Hasta la bondad tiene límites. Me susurra mi mente y yo alejo esos pensamientos.—Tu mujer… vaya —. No, mi mente empieza a colapsar cuando veo que Nikolai no es ningún perro asustadizo, sino un poderoso guerrero y soberano igual que Velkan. —No creo que estés bien informado, pero ella es mi prometida.—¡¿Qué?! — me mira y luego a él. Trata de que yo lo niegue mientras me aprieta la muñeca hasta creer que va a crujir en cualquier momento. —¡Dile! —me ordena. —¡Dile que eres mía! —Sus colmillos se alargan un poco, sus ojos tienen el brillo aumentado y no soy capaz de articular porque todo esto ha sido una sorpresa para mi. —Su cuerpo es mío, su alma es mía, su corazón es mío. Ya tiene mi aroma y he compartido
«Capítulo Trigésimo Tercero»Velkan lleva a Anna en sus brazos hasta su propia habitación, no teme en meterla en su propia cama después de lo que le ha hecho. Gritó desesperada entre el deseo, el amor y el dolor que se causaron. El en el alma y ella en su cuerpo que no es frágil, pero que siente con una intensidad asfixiante. Se siente culpable de estar tan feliz, tan lleno de alegría por haberla unido de una forma tan retorcida a él. Siempre la sentirá, la conexión irá mucho más allá de sufrir las mismas heridas o el mismo placer. Se trata de ser uno.Ahora, le da igual si ella es tan malvada como para dejarlos vivos sólo a ellos dos, si mata a todo el pueblo y la cubre con las mantas mientras pega su frente a la de ella. Cada vez, se pierde más en la dulce pelinegra que ama con su vida desde el primer momento en que posó sus ojos en los de ella. Anna será suya por siempre. ¿Y si no? Bueno, ya sabrá que hacer con ella si no quiere quedarse.Mis ojos ven el destello de luz que entra
«Capítulo Trigésimo Cuarto»Siento la piel arder cada vez que intento acercarme a un rayo de sol. Hago lo posible para protegerme de lo que ahora supone mi peor enemigo. En cuanto se ha escondido en el horizonte voy afuera, la primavera ha llegado y con ella un viento más cálido. —Mi señora —. Adrían aparece con una voz tranquila, me sigue esta noche y trae consigo algunos frascos con cosas de muertos tanto frescos como de tumbas viejas. —¿No se podrían enojar sus ancestros si no continúa con su venganza?—Supongo que lo harán, pero ¿Qué otra cosa puedo hacer? — Me llevo unos mechones de cabello detrás de la oreja. Volteo para verlo y siento que su aura ha cambiado. Antes era un devoto cura y ahora, solo lleva esa ropa por puro hábito.—¿Qué hay de su compromiso con Nikolai? —inquiere ya que vamos a verlo. Tiene información para mi acerca de el último grimorio.—Lo resolveré —. Sé que tanto los bosques como los castillos tienen oídos y por eso no me atrevo a decir que he arrojado es
«Capítulo Primero»Hubo una reina, que caminó por sus jardines en el helado invierno. El frío no le suponía un problema porque ella dejó de ser humana hace mucho tiempo. Sus largos cabellos negros como alas de cuevo, se deslizan entre los rosales de vida eterna. Desafiaban la naturaleza al erguirse a sus lados como un manto rojizo, se alimentaban de su sangre, al aruñar su piel blanca mientras se abría paso, con una voz profunda y seductora; una seda que llegaba a mis oidos desde sus labios rojos.—Anna...— mi nombre. Sus dedos se posaron sobre mis hombros, muy lento las largas uñas de mi madre me hicieron girar y acarició mi cabello con sumo cuidado. Su sonrisa melancólica me lo dijo todo. —Mi niña—. Sus ojos azules, idénticos a los míos tenían un lustre de tristeza mientras se rendía a mis pies. —La más hermosa—. Esas palabras significaban su total entrega a mí. —Debes vengarnos— susurró en un lamento mientras la sangre teñía la nieve en un oscuro charco que me llegaba hasta la punta
«Capítulo Segundo»Suspiré al terminar mi comida. Ya no era horrorosa, ni podrida porque el rey creía que si me alimentaba bien, su hijo también viviría bien. Fue un buen plan después de todo.Había una criada que me traía las comidas y le dije que podría hacerle un menjurjes y pociones para su cutis dañado si me traía cosas que le pedía o me dejaba salir en las noches al bosque, un rato al menos para conseguir plantas y esas cosas.Su nombre era Ibeth. Lo escuche cuando otra empleada la llamó desde las escaleras de caracol que eran casi interminables desde la punta, en donde estaba. —Vamos, niña —. Abrió la puerta y fue detrás de mí con una lámpara de aceite. La torre parecía que alguna vez fue un almacén donde guardaban artilugios viejos.Yo tenía mucho frío cuando salí y por eso, no me tardé en recoger plantas. Además casi todas las personas de este territorio eran licántropos. No quería que uno me matara y se llevara conmigo a mi prospecto de salvación. El invierno era duro, no hab
«Capítulo tercero» Metí mi cabeza en la colcha maltrecha cuando sentí que me tironeaba un dolor en la garganta, la tenía seca. Me levanté y busqué la jarra de agua. Ibeth subió con una sonrisa —¡Anna! ¡Eres la mejor! —. Me mostró su anillo de compromiso, muy bonito, modesto, pero le lucía. Me apretó en un abrazo para agradecer por las cosas que le había preparado para que ese muchacho cayera a sus pies. Habían pasado ya dos años. Ni yo entendía cómo. Tal vez, me concentré tanto en mejorar mi habilidades de bruja que ni me di cuenta de que ya tenía trece años y que ahora hasta tenía mi periodo. Eso me alegro, significaba que era una mujer. Debía preparar todo para la celebración de que mi cuerpo estaba maduro. Sería una joven bruja muy pronto. No es como si no lo fuera, sino que mi magia sería más poderosa según me lo contó mi madre en su momento. Ibeth me dejaba la puerta abierta para que saliera. No intente escapar nunca y tampoco tenía intenciones. Así era mi vida. La verdad, me
«Capítulo Cuarto»No espero mucho para ajustar la lámpara de aceite. Sacudo la capa y meto en los bolsillos internos unas bolsas de tela y un cuchillo que robé de la cocina. Con eso podré sacarles a los muertos lo que necesito. Bueno, si queda algo.Estoy en la ruta a la salida del jardín trasero. Esa noche hace mucho frío y aún hay muchos lobos por la zona que debieron venir debido al llamado de Velkan. Voy al lugar donde los enterraron y sonrió al ver la pala metida en la tierra. Al menos, la noche es larga y tengo mucha fuerza porque mi demonio está bien alimentado. Eso me ayuda a cavar profundo y sin cansarme.Dejo mi capa y mi ropa a un lado para no llenarla de tierra y sudor de esfuerzo. Estoy con mi camisón y las pantaletas que yo misma me hice. Dejo que mi sombra recubra los dedos, se me alargan las uñas y cuando tengo buena visibilidad de los cadáveres, amarró una cuerda a un árbol, la tiró al hueco junto a mis frascos, bolsas y cuchillos.Tomó los ojos de todos, servirán para
«Capítulo Quinto»—Velkan pasame el frasco que está a tus pies, por favor—. Lo extiende con sus dedos largos, tiene unos anillos muy bonitos. Se los regaló su hermano mayor, después de regresar de la guerra y otros heredados de su padre.La compañía de él ya se ha vuelto algo rutinario en algunas horas de la noche. Luego, lo mandó a dormir y yo también descanso porque Ibeth me consiguió el puesto de sirvienta y comienzo mañana. Él todavía no lo sabe y, no quiero decirlo para ver su cara de sorpresa.—Anna...— me saca de mis pensamientos al ver que tenía el cuchillo en una posición peligrosa. —Cuidado—. Me lo quita, lo desliza por sus dedos y empieza a cortar la avecita. —No entiendo por qué tienes que ser tan sangrienta.Me encojo mientras termino de poner las flores en el tótem que estoy preparando, para un ritual en el que practicaré círculos de protección. Bueno, eso le dije a él.—La magia es equilibrio, Velkan— le digo mientras tomó al animal y lo meto dentro del cráneo hueco del