«Capítulo Quinto»
—Velkan pasame el frasco que está a tus pies, por favor—. Lo extiende con sus dedos largos, tiene unos anillos muy bonitos. Se los regaló su hermano mayor, después de regresar de la guerra y otros heredados de su padre.
La compañía de él ya se ha vuelto algo rutinario en algunas horas de la noche. Luego, lo mandó a dormir y yo también descanso porque Ibeth me consiguió el puesto de sirvienta y comienzo mañana. Él todavía no lo sabe y, no quiero decirlo para ver su cara de sorpresa.
—Anna...— me saca de mis pensamientos al ver que tenía el cuchillo en una posición peligrosa. —Cuidado—. Me lo quita, lo desliza por sus dedos y empieza a cortar la avecita. —No entiendo por qué tienes que ser tan sangrienta.
Me encojo mientras termino de poner las flores en el tótem que estoy preparando, para un ritual en el que practicaré círculos de protección. Bueno, eso le dije a él.
—La magia es equilibrio, Velkan— le digo mientras tomó al animal y lo meto dentro del cráneo hueco del alce—Me pide cosas a cambio de otras... —Le sonrió. Se cruza de brazos y se va a su butaca del rincón para dejarme trabajar —Para que me entiendas. Los licántropos no son ni hombres ni bestias y tu posees un gran gran poder ¿no es así?
—Bueno, si. Mi padre dice que mi poder de Alfa no se ha visto en seiscientos años.
—Si. El caso es que tus transformaciones son más dolorosas de lo normal ¿no? Y además, controlar tus emociones es difícil y debes alejarte de las personas para no lastimarlas —. Le doy un golpecito en la mano —Equilibrio —le digo cada sílaba muy lento.
—Supongo que tienes razón—. Sonríe de forma amplia. Estoy luchando con mi cabello que está más largo y abundante de lo normal, se me desparrama hacia delante impidiendo mi visión y deje mi coleta arriba. Me da flojera ir por ella.
Las manos de Velkan me recogen el cabello y me pone una cinta de seda que tiene su ropa, la que anuda en la parte superior de su pecho. Es bueno con las colas de caballo y le sonrió —Gracias.
Vuelve a sentarse y esconde los labios un momento al verme con el cabello recogido. —¿Vas a venir mañana a la celebración, por el regreso seguro de mi hermano?
—No— soy muy tajante.
—¿Por qué? No te preocupes si no fuiste invitada. Yo te invito...
—No tengo vestido, soy prisionera y no creo que sea buena idea ver a tu hermano— lo odio. Ese hijo de puta me hizo mucho daño y me torturó de todas las maneras posibles. Cada vez, en cada instante que pensaba que no podía hacerme algo peor. Lo hacía. Solo estaba esperando su regreso para empezar a hacer su vida un infierno, no para ir a celebrar que no lo mataron. Aunque, eso era bueno. Su muerte iba a ser solo mía.
El peliblanco me coje de la mano —Me gustaría igual verte —. Anhela con su mirada, que yo me presenté. Le sonrió muy suave.
—De verdad no me siento cómoda—. Quiero que comprendas un poco. —Si quieres puedes venir cuando te aburras y puedas escabullirte.
Le gusta la idea. Se pasa las manos por el pantalón un poco inquieto —Pero solo si me prometes algo.
Levantó una ceja —¿Qué cosa podría desear de mí el príncipe? — me rio un poco —Ni siquiera crees que mis embrujos funcionen.
Me toma las manos y lo miro. Está más serio. Debo admitir que ese aire glorioso, inaccesible y más frío, lo hace ver muy irresistible —Prométeme un baile...
—¿Un baile? —Quiere que bailemos sin música. Me parece algo sin mucha magia, pero igual acepto. Está entusiasmado por la idea.
Termino mis escalofriantes obras y me voy con él hasta afuera. Está detrás de mí en todo momento y dejo el primero enterrado, bajo una piedra a unos metros del castillo meto el siguiente, otro en otros metros a la redonda y así hasta cubrir el exterior. —Con esto he creado un círculo de protección para los que habitan el castillo. Si alguien quiere lastimarlos, lo voy a saber.
Es la explicación que le doy, pero en realidad los he conectado en un círculo infernal. Ahora, podré ver a través de espejos lo que acontece en las áreas reflejantes. A través de mi espejo será muy fácil ubicarlos a todos. Aunque, no es del todo mentira lo que dije porque tener visión de las personas sin que lo sepan, significa conocer sus intenciones y protegerlas, si yo lo deseo.
—Anna— me sigue —¿Cómo era tu madre? — me volteo un poco confundida por su pregunta — lo digo porque yo no me acuerdo mucho de la mía — se toca la nuca— No la perdí tan pequeño, pero casi no tenía relación con ella. Al parecer, tú querías mucho a la tuya.
Le sonrió de forma amplia. Aún hay tiempo. La media luna se alza con mucho ímpetu aun. — Bueno—. Me siento en el pasto con hojas otoñales — Ella era bellísima— suelto haciendo énfasis con mis manos al ampliarlas en lo alto.
—Me imagino— Se sienta frente a mi.
Niego— No, no. De verdad. Todo en ella era perfección pura y te juro, que todos los que tenían oportunidad de conocerla, se enamoraban a primera vista.
—Tu padre debió ser el mejor candidato ¿no? Estaría muy feliz de ser su esposo.
—Él se la pasó en guerras, siempre—. Me encogí— Además, mamá solo se amaba a sí misma. Era un narciso—. Me avergoncé un poco y baje la vista — Las mujeres Bathory tenemos cierta obsesión por la belleza y la juventud.
—No creo que debas preocuparte por ninguna de las dos cosas en mucho, mucho tiempo—. Suspiro en un anhelo al ver mi rostro.
—Bueno. Espero no ponerme fea cuando me desarrolle por completo o te decepciono.
—No creo que en tu lista de problemas esté el "ponerse fea" como pendiente preocupante—estaba fijo en mi, en mis facciones. —Además, eres bruja. Lo arreglas con una pócima. —Chasquea sus dedos con una sonrisa de oreja a oreja.
Le hice una mueca. No es así como funciona, pero si era posible reponerse con brujería. En teoría.
—Sabes—. Me apoyo en mis manos que están atrás, metiendo los dedos en la tierra — Mi madre, fue buena conmigo. Así todo lo que escuche de ella es malo. No es verdad. Nadie la vio como yo. Solo cuando ves la verdad, la vulnerabilidad. Conoces la esencia de una persona.
Me mira muy atento a mis palabras —¿No hay buenos ni malos? ¿No es así?
—Lo cierto, es que no— me acuesto para contemplar las estrellas y él se acerca a gatas para hacer lo mismo. Su espada tintinea al dejarse caer. —Apuesto a que en sus guerras ustedes piensan que son los lobos buenos. Puedo asegurarte que el otro bando piensa lo mismo.
Se voltea y siento su aliento en mi mejilla, es cálido. Es tan cálido y dulce que desearía voltear mi cabeza para sentirlo más cerca porque siempre estoy tan sola, me da pena. No quiero usar a Velkan para tener más poder, pero debo hacerlo. Este es mi propósito. A si como el de él será gobernar esta tierra cuando termine esta venganza y me odie para siempre. Cuando deje de ser buena a sus ojos. Mi propósito es ser una Bathory, una inmortal, una bruja y un vampiro. Cierro mis ojos ante la terrible idea. No puedo girarme para verlo y me vuelvo de lado, de nuevo. Creo que debo poner un muro entre nosotros porque por primera vez después de la muerte de mi familia, no quiero lastimar a alguien.
—Velkan— susurro y él se acerca para escucharme mejor —¿Prometes que siempre serás bueno? No importa lo que suceda.
—No te entiendo Anna...— Tira de mi hombro con cuidado para que de nuevo este boca arriba, para verme a los ojos y analizar mi mirada — ¿A qué te refieres?
Agarro con mis manos sus mejillas —Mira. Le hicieron algo horrible, terrible a mi familia y...—cierro los ojos al recordar los gritos de mis hermanos cuando les cortaron la cabeza y yo baje por un conducto que llevaba a la cocina, era por donde metían los platos o ropa sucia. Por ahí, logré llegar al jardín. —Siento que ya no volveré a ser una buena persona.
Me mira con tristeza suave, siente mi dolor y yo lo sé. Debe ser porque nuestros corazónes son uno solo y todas nuestras emociones son compartidas —Anna...tu eres buena — Niego, de forma rotunda le digo que no, que no es así. Que yo voy a hacer que él mate a todos, que voy a hacer a su familia retorcerse hasta en la muerte y no soy capaz. Solo me deslizo para quedar sentada y me mira con unos ojos dulces, porque yo sé que le parezco linda —Aunque seas mala voy a ser ...
—Amigo—completo. No quería decir eso, pero asiente. Yo le sonrió. —En los cuentos siempre las brujas como yo terminan bailando con zapatos de metal hirviendo hasta desmayarse, son asesinadas por la heroína y jamás hay un felices para siempre — Le aclaró con una sonrisa —Yo acepte ese destino. Así que tranquilo si un día llegas a odiarme ¿Eh? Tu vas a casarte con una princesa y vivieron felices, comieron perdices...— Ya estaba encaminada a mi torrecita.
Me abrazó por la espalda, sus manos me apretaban muy fuerte —Anna, soy un licántropo— Su voz es más baja, más profunda. Se ríe y me gira, de los hombros para que lo mire —A lo mejor me gustaría ser un villano como tu.
Niego —No, no deberías. No lo eres. Hay bondad en ti.
—Claro que sí. En ti hay bondad y buenas acciones — me pica la nariz y me sonríe — Me preocupa es que tu te cases con un príncipe y dejes de ser el fantasma de mi castillo.
—Te prometo que siempre te atormentaré— le digo con una sonrisa.
—Oye, Anna—. me llama cuando estoy en la puerta. Me siguió en silencio como siempre — Si prometo ser bueno, al menos contigo. ¿Tu me prometes que nunca vas a dejar de rondar por mi hogar? Osea, no tienes que vivir para siempre por aquí, pero si quieres puedes quedarte.
—Te contaré un secreto— le dije llevando mi dedo arriba —Los Bathory tenemos una conexión especial con los espejos. Podemos verlo todo en ellos—. Está muy atento. Le encantan mis historias sobre cosas malvadas y oscuras.— Solo debes preguntarle al espejo todo lo que quieras, empezando por un " Dime mi adorado espejo..."y yo siempre te responderé. Así sabrás que estoy contigo.
Él pensó que era una mentira, que no le decía la verdad y aun así, con todas sus fuerzas me creyó —Entonces siempre dejaré un espejo para ti, en todas partes para que nunca estés sola.
—¿Cómo?
—Siempre estás muy sola— no sabe cómo proceder, pero me toma una mano —Así podremos comunicarnos y podrás verme.
—¿Y si te veo en el baño? ¿Qué? —Me río.
—Pervertida —Me lanza en una acusación certera y ofendido —Bueno dejaré que te deleites con el paquete real— hace énfasis en todo su cuerpo y yo contengo una risa.
—Idiota— me volteó y subo las escaleras para que no vea que me he puesto como un tomate. No me refería a eso, solo no quería invadir su privacidad. Ahora, ¿Su cuerpo debe haber cambiado mucho en estos dos años? ¿No? Sigue siendo un muchacho. Tampoco es una mala idea espiarlo mientras está en su tina si es algo investigativo ¿No? . No, no ¿Qué estoy pensando? Esfumó mis pensamientos mientras él me dejaba segura en la parte superior de la torre.
—Te veré después del baile—le digo suave y él andaba en sus pensamientos. Parece interesado por mi habitación, nunca la ha visto —¿Quieres echar un vistazo?
—Seguro tienes renacuajos muertos, ahí— señala.
—Solo una colección de taxidermia de insectos y víboras, pero después de eso y los otros cadáveres con los que duermo para robar su belleza. No, nada raro.
Traga saliva —A veces me espantas, Anna.
—Ve a dormir, príncipe. Ya fuiste un buen secuaz el día de hoy— empiezo a desamarrarme la cinta que me presto para el cabello y me detiene.
—Quedatela. Te la regalo— sonríe tímido y con las manos pegadas a sus costados —Así te acuerdas de mí y a lo mejor no tengo que ser yo el que viene a buscarte.
—Bueno, lo capto— sé reconocer sus indirectas — Te buscaré yo la próxima vez y te daré un regalo por esto que me has dado —Levantó la cinta entre mis dedos.
—Esperaré tu regalo con gusto— me meto a mi cuarto, cierro lento cuando escucho un último murmullo —Anna...
«Capítulo Sexto»Ibeth viene por mi en la mañana, muy de madrugada, casi antes de las primeras luces del alba. —¡Apurate, Anna! —Salgo rápido con la ropa de sirvienta que trajo para mí hace unos días cuando me dio la noticia que serviría al príncipe. Me hice una coleta con la cinta que él me dio porque no quiero verme fea en mi primer día. Invisible, si. No soy fea y la verdad, podría usar mi belleza para ser un poquito floja porque jamás he trabajado en mi vida. Así se apiada de mí si cometo un error. Me mira de arriba abajo, está complacida. —Bueno, te ves bien—. Estoy un poco impresionada por cómo me queda el uniforme.Nos vamos y me conduce por la entrada de sirvientes. Nunca vengo en horas de la mañana, no a los sitios donde hay gente en el día. Hay demasiados empleados que van y vienen, escupen dos en un barril. Sus ojos se clavan en mi —¿De donde sacaste ese bomboncito, Ibeth? —Su cara me da escalofrío.—No la molestes, Pablo— Ella me jala para que avance — No les prestes atenci
«Capítulo Séptimo»Llevé los platos a la mesa. Yo icé la bandera del reino por todo el salón de baile junto a otras criadas. Los candelabros con velas encendidas fueron lo último y con nostalgia recordé el baile al que asistí antes de ese terrible incidente. Mis hermanos, mi madre y yo fuimos invitados esa vez.No podía irme, debía ayudar en todo y como tenía buena cara debía tomar las bandejas de comida vacía para llevarlas a la cocina y traer nuevas. Una y otra vez, fui y volví llena de comida. Entre más gente llegaba, más sirvientas venían a ayudar.Escuché la voz del rey cuando llegó seguido por sus hijos a sus espaldas. La corte entera les abrió paso por el medio del pasillo. La capa blanca del viejo soberano era de muchos metros, la de su hijo mayor también, era de un largo extraordinario y al final el príncipe Velkan, con un aire muy juvenil y tranquilo, saludaba mucho más amable que el resto de sus consanguíneos. Su capa no era tan larga, no era alguien que ostentaba. A pesar,
«Capítulo Octavo» Espero en mi habitación con la mente dispersa en otro lado, en mi vida anterior. Mi madre no es mala. No puedo creer ninguna cosa mala de ella. Aun así, no entiendo porque me aterra descubrir la verdad. Estoy perdida en mis pensamientos hasta que siento la puerta abrirse. Mi terror es absoluto, irremediable y profundo. Anna... —. Su voz se mueve suave en la habitación y yo alzo la vista para dedicar una sonrisa sincera. Él es bueno. Ahora no es necesario que me entregue vidas porque su padre lo hará. El motivo para pedirle al rey aquella cosa tan infame es para que nunca deje de ser bueno Velkan. Debe cumplir su destino como rey de este lugar cuando termine con las vidas de quienes hicieron daño a mi familia. Se acerca con cuidado, confundido por mi introspección. — ¿Qué tienes? — se hinca en una pierna. —¿Ha sido divertido? —. Le sonrió. — Vi que bailabas con una joven... es bonita. —Ay, En realidad, mi padre me ha pedido que invite a una chica a bailar como m
«Capítulo Noveno»Velkan se mueve entre el bosque a una velocidad increíble, rápido como un rayo atraviesa los obstáculos que supone para él lo que está a su alrededor. Su fuerza, su poder, su pelaje lo protege de cualquier cosa; es blanco, robusto y espeso. No hay forma de sufrir algún daño, ni un arañazo y se yergue en dos patas con una forma más grande de lo normal, su instinto animal es muy insaciable. Es una bestia que arremete contra su hermano y pelea con ímpetu. Vincent es capaz de vencerlo, pero solo porque tiene experiencia en batalla. La fuerza bruta de su hermano es demasiado, alguien incauto ya estaría muerto. Ambos tienen los ojos en un brillo vivo. Uno de ojos ambarinos y otro, de ojos verdes.Velkan esquiva los golpes de su hermanos, se rinde cuando debe no por temor de ser lastimado. Sino por la chica que podría sentir el dolor en su carne si llegara a recibir tan solo un puño. Aunque ella no sufrirá ningún daño porque se cura de forma mágica. El dolor no es algo que s
«Capítulo Décimo»Se va a su habitación después de un buen rato. Una vez, se quedó dormido e Ibeth se llevó un susto de muerte al ver al príncipe al lado de Anna. Desde ese momento, ella es la que cubre a la sirvienta para que vaya a verse con su amigo en los descansos y fuera de las horas laborales.Va camino a su cama cuando escucha un libro cerrarse. Su hermano está esperándolo. —¿De dónde vienes?Salió por otra puerta secreta, por una de la cocina para llevarse algo de agua. No quiere despertar a las sirvientas para traer una exigencia tan mínima y estupida. —Fui por agua—. Levanta el vaso.—Sé que te gusta divertirte con la sirvienta, la pelinegra— se ríe. —No vayas a embarazarla. Sería un problema que tuviera a tu bastardo sin haber tenido hijos con la chica que será tu esposa primero.Se detiene, un poco molesto por la crudeza de su hermano— No hace falta. Me ha rechazado desde siempre.Su hermano levanta ambas cejas, está incrédulo —Una sirvienta ¿Rechazó la semilla real? — le
«Capítulo Décimo»Se va a su habitación después de un buen rato. Una vez, se quedó dormido e Ibeth se llevó un susto de muerte al ver al príncipe al lado de Anna. Desde ese momento, ella es la que cubre a la sirvienta para que vaya a verse con su amigo en los descansos y fuera de las horas laborales.Va camino a su cama cuando escucha un libro cerrarse. Su hermano está esperándolo. —¿De dónde vienes?Salió por otra puerta secreta, por una de la cocina para llevarse algo de agua. No quiere despertar a las sirvientas para traer una exigencia tan mínima y estupida. —Fui por agua—. Levanta el vaso.—Sé que te gusta divertirte con la sirvienta, la pelinegra— se ríe. —No vayas a embarazarla. Sería un problema que tuviera a tu bastardo sin haber tenido hijos con la chica que será tu esposa primero.Se detiene, un poco molesto por la crudeza de su hermano— No hace falta. Me ha rechazado desde siempre.Su hermano levanta ambas cejas, está incrédulo —Una sirvienta ¿Rechazó la semilla real? — le
«Capítulo Duodécimo» Me bajo cautelosa, sacudo la capa con mis manos, revisó el estado de él antes de preocuparme por el mio. Velkan, tiene un pequeño agujero en el costado derecho de su cuerpo, voy con cautela y tocó la herida. Gruñe. —Te ayudaré —. Acaricio su pelaje. Mis manos son pequeñas a comparación de su gran cabeza, los dientes son enormes, podría devorar de un mordisco mi cuerpo delgado, escuálido. —Tengo algunas hierbas de utilidad en la torre. Me sigue, vamos lento hacia arriba y le extiendo una manta cuando se deja caer en el suelo, se transforma debajo de esta. Ignoro el escozor, la piel de gallina acompañada de un escalofrío al regresar a su forma humana. —Anna… ¿Por qué has dejado que los aldeanos vean tus poderes? Abro un frasco de forma lenta, llevo un par de cucharadas al cuenco donde voy a machacar todo. — No es que tuviera alguna opción —, Suspiro con desdén. —Intentaron violarme. No sé… Además, ese hombre iba a lastimarme y te habría matado de ser así. —No
«Capítulo decimotercero»Los campesinos enojados fueron con el rey. Alertaron sobre un lobo, uno de sus hijos atacó a su propio pueblo. Se le mandó a cortar la lengua a tal embustero, ese acto no sería aceptado, una calumnia tan infame sobre su adorado príncipe.Sin embargo, Anna. Se habló sobre una bruja que atacó a los aldeanos y de inmediato la culpó de todas esas atrocidades, hasta de probablemente seducir a algún licántropo para realizar actos tan bárbaros. En cuanto capturaron a la bruja, se quemaría en la hoguera.Lo que se le ocultó a los aldeanos fue la identidad de la bruja y el licántropo. Uno por ser su hijo, la otra por ser quien lo mantenía con vida.La ira creció al llamar al príncipe y no encontrar por ningún lado al joven.Su hijo mayor se acercó con cautela — ¿A Velkan no le encanta jugar con esa sirvienta? ¿La pelinegra de ojos azules? Creo.El rey se levantó y tomó con ambas manos las solapas de su hijo, intranquilo lo miró sin entender el comportamiento extraño de