«Capítulo Noveno»Velkan se mueve entre el bosque a una velocidad increíble, rápido como un rayo atraviesa los obstáculos que supone para él lo que está a su alrededor. Su fuerza, su poder, su pelaje lo protege de cualquier cosa; es blanco, robusto y espeso. No hay forma de sufrir algún daño, ni un arañazo y se yergue en dos patas con una forma más grande de lo normal, su instinto animal es muy insaciable. Es una bestia que arremete contra su hermano y pelea con ímpetu. Vincent es capaz de vencerlo, pero solo porque tiene experiencia en batalla. La fuerza bruta de su hermano es demasiado, alguien incauto ya estaría muerto. Ambos tienen los ojos en un brillo vivo. Uno de ojos ambarinos y otro, de ojos verdes.Velkan esquiva los golpes de su hermanos, se rinde cuando debe no por temor de ser lastimado. Sino por la chica que podría sentir el dolor en su carne si llegara a recibir tan solo un puño. Aunque ella no sufrirá ningún daño porque se cura de forma mágica. El dolor no es algo que s
«Capítulo Décimo»Se va a su habitación después de un buen rato. Una vez, se quedó dormido e Ibeth se llevó un susto de muerte al ver al príncipe al lado de Anna. Desde ese momento, ella es la que cubre a la sirvienta para que vaya a verse con su amigo en los descansos y fuera de las horas laborales.Va camino a su cama cuando escucha un libro cerrarse. Su hermano está esperándolo. —¿De dónde vienes?Salió por otra puerta secreta, por una de la cocina para llevarse algo de agua. No quiere despertar a las sirvientas para traer una exigencia tan mínima y estupida. —Fui por agua—. Levanta el vaso.—Sé que te gusta divertirte con la sirvienta, la pelinegra— se ríe. —No vayas a embarazarla. Sería un problema que tuviera a tu bastardo sin haber tenido hijos con la chica que será tu esposa primero.Se detiene, un poco molesto por la crudeza de su hermano— No hace falta. Me ha rechazado desde siempre.Su hermano levanta ambas cejas, está incrédulo —Una sirvienta ¿Rechazó la semilla real? — le
«Capítulo Décimo»Se va a su habitación después de un buen rato. Una vez, se quedó dormido e Ibeth se llevó un susto de muerte al ver al príncipe al lado de Anna. Desde ese momento, ella es la que cubre a la sirvienta para que vaya a verse con su amigo en los descansos y fuera de las horas laborales.Va camino a su cama cuando escucha un libro cerrarse. Su hermano está esperándolo. —¿De dónde vienes?Salió por otra puerta secreta, por una de la cocina para llevarse algo de agua. No quiere despertar a las sirvientas para traer una exigencia tan mínima y estupida. —Fui por agua—. Levanta el vaso.—Sé que te gusta divertirte con la sirvienta, la pelinegra— se ríe. —No vayas a embarazarla. Sería un problema que tuviera a tu bastardo sin haber tenido hijos con la chica que será tu esposa primero.Se detiene, un poco molesto por la crudeza de su hermano— No hace falta. Me ha rechazado desde siempre.Su hermano levanta ambas cejas, está incrédulo —Una sirvienta ¿Rechazó la semilla real? — le
«Capítulo Duodécimo» Me bajo cautelosa, sacudo la capa con mis manos, revisó el estado de él antes de preocuparme por el mio. Velkan, tiene un pequeño agujero en el costado derecho de su cuerpo, voy con cautela y tocó la herida. Gruñe. —Te ayudaré —. Acaricio su pelaje. Mis manos son pequeñas a comparación de su gran cabeza, los dientes son enormes, podría devorar de un mordisco mi cuerpo delgado, escuálido. —Tengo algunas hierbas de utilidad en la torre. Me sigue, vamos lento hacia arriba y le extiendo una manta cuando se deja caer en el suelo, se transforma debajo de esta. Ignoro el escozor, la piel de gallina acompañada de un escalofrío al regresar a su forma humana. —Anna… ¿Por qué has dejado que los aldeanos vean tus poderes? Abro un frasco de forma lenta, llevo un par de cucharadas al cuenco donde voy a machacar todo. — No es que tuviera alguna opción —, Suspiro con desdén. —Intentaron violarme. No sé… Además, ese hombre iba a lastimarme y te habría matado de ser así. —No
«Capítulo decimotercero»Los campesinos enojados fueron con el rey. Alertaron sobre un lobo, uno de sus hijos atacó a su propio pueblo. Se le mandó a cortar la lengua a tal embustero, ese acto no sería aceptado, una calumnia tan infame sobre su adorado príncipe.Sin embargo, Anna. Se habló sobre una bruja que atacó a los aldeanos y de inmediato la culpó de todas esas atrocidades, hasta de probablemente seducir a algún licántropo para realizar actos tan bárbaros. En cuanto capturaron a la bruja, se quemaría en la hoguera.Lo que se le ocultó a los aldeanos fue la identidad de la bruja y el licántropo. Uno por ser su hijo, la otra por ser quien lo mantenía con vida.La ira creció al llamar al príncipe y no encontrar por ningún lado al joven.Su hijo mayor se acercó con cautela — ¿A Velkan no le encanta jugar con esa sirvienta? ¿La pelinegra de ojos azules? Creo.El rey se levantó y tomó con ambas manos las solapas de su hijo, intranquilo lo miró sin entender el comportamiento extraño de
«Capítulo decimocuarto»Es cada vez más desesperada nuestra forma de besarnos y sin esperar me conduce a su cama. Mi capa se cae al suelo, me agarra el corset para tirar con fuerza y partirlo de las costuras viejas. Su camisa holgada huele delicioso; es su aroma fresco, embriagador el que me nubla el pensamiento cuando empiezo a subir la tela por encima de su cabeza, me permite verlo. Mis manos pueden pasar como desearían por aquella carne tan trabajada y sensual.Me baja el camisón de un tirón en la parte superior, me ve el pecho y se relame un poco la boca para tomarlo entre sus dedos, tantea el peso, los pellizca un poco entre su dedo anular y corazón. Me muerdo el labio para controlar un deseo extraño y descomunal de gemir.Me empuja en la cama, se me desparrama el cabello por aquel movimiento brusco. La mirada oscurecida de él me dice todo lo que ha imaginado con aquello. Sin perder el tiempo se introduce en la boca el pezón, lo necesita, necesita tener todo lo que hay en mi y yo
«Capítulo decimoquinto»Esos días transcurrían de una forma tranquila cuando subí a la torre, a mi cueva, donde realizaba mis rituales. Saqué el espejo y muy suave, espere a ver a mi madre que no llegaba.Se me congelaban un poco los dedos al ver que no me responden los espitirus. Cuando veo a mi demonio reflejado en el espejo. Está enojado. —Es hora, Anna. Debes vengar a tus ancestros.No lo deseo. Si lo hago, Velkan me odiará y eso no puede ocurrir. Yo lo quiero.—Anna, si no lo haces habrá graves consecuencias. Se lo prometiste a tu madre.Cierro los ojos, no puedo mirarlo y me vuelvo a la ventana. Deseo que desaparezca. Se desliza como una seda a mi espalda, su voz es más suave, pero aterradora. —Si en verdad te ama, lo entenderá.Me tienta. Está probando nuestro amor y yo niego, estoy muy decidida. No tengo otra opción que negociar, pero mi demonio entra con brusquedad en mi cuerpo al intentar razonar con este ente que no tiene intención de ser más paciente.Agnes Borsos, de una m
«Capítulo decimosexto»Cuando pasaron dos meses, sentí la primera matanza de Velkan en la guerra. No estaba muerto, pero a veces me dolía alguna pequeña laceración o cuando se transformaba me revolvía un poco el estómago. Entendí que igual, no me importaba, de hecho estaba agradecida de sentir una parte de él viva en mi.Los espíritus estaban molestos porque no estaba actuando más allá. Tal vez, no me habían abandonado porque Velkan con todas las vidas que me entregaba en la guerra alimentaba mi poder.Almos me sacó de mis pensamientos. —Anna, la princesa quiere verte.Me enjuague las manos porque estaba limpiando el suelo y me fui con tranquilidad para entrar en la habitación. Había mucho revuelo, pronto sería el matrimonio de ella con el príncipe. Ahora era llamada princesa heredera.Descubrí que era una mujer muy astuta. No me fiaba de ella, de ninguna forma confiaría en alguien a quien no puedo leer en absoluto. Se le veía muy feliz. La modista terminó de ajustar el vestido, se mir