«Capítulo Vigésimo Noveno» La corona es pesada en la cabeza de Vincent. Se yergue con orgullo al lado de su esposa. Ambos tienen las manos en sus respectivos objetos. El rey joven con su cetro y la reina también. Un cuadro conmemorativo para ambos. A pesar de, solo haber transcurrido unos cuantos días se ven radiantes y me rio. ¿Qué tan poco vale tu padre para ti? Es solo cuestión de tiempo muy corto de luto para que te hayas olvidado del dolor y te dediques a sonreír como si fueses el más afortunado del mundo. ¡Qué risa! Más motivos para acabar contigo. Su pueblo lo vitorea por una semana completa y me dedico a contemplar su pasión por el nuevo soberano. Que gracioso verlos. Son amantes del espectáculo porque no tienen nada más que eso, nada en qué ocuparse. El mismo pueblo que hoy celebra tu ascenso, es el mismo que gritará con júbilo tu ejecución. Es por eso, que me río de la ironía. No tengo piedad con ellos debido a ese motivo. Tal vez, soy una mujer insensible, pero así fui cri
«Capítulo Trigésimo»Velkan se apresura al castillo, se esboza una sonrisa al poder volver a ver a Anna después de tres largos años. A pesar de su cansancio, hace a su grupo aumentar la velocidad. Redujo el tiempo de llegada a aquel lugar dos días al decidir descansar poco y galopar mucho. Anna, Anna, Anna… es todo en lo que piensa. Se siente culpable al estar inquieto por verla y no tanto por la muerte de su padre. Tampoco pensó que fuera extrañado por él. Pero ella ha estado sola todo este tiempo y la edificación cubierta por una neblina que llega hasta el pueblo en un aura gris y lúgubre logra desestabilizarlo. Baja la velocidad al encontrar que todo el lugar se encuentra un poco vacío. Las personas que van de un lado a otro son muy recelosas, se han armado comercios en sitios interiores y no han puesto sus carretas afuera.Con una mirada le pide al capitán Ferenc que investigue un poco la situación. Se baja de su caballo, va a comprar unas naranjas que por su apariencia son vieja
«Capítulo Trigésimo primero»Deja que lo abrace, con su cabeza sobre mi abdomen mientras admiro cómo duerme. Velkan tiene el cabello más sedoso que alguna vez he tocado. Me absengo de seguir en la tortura de meter mis dedos en su cabello cuando veo que se ha removido adormilado. Sus largas pestañas se levantan, me mira con ambas manos sobre mi barriga, su mentón apoyado sobre estas y una cara dulce y tierna. —¿Cuánto tiempo he dormido?—No lo sé. Unas horas, tal vez.—¡¿Qué?! Pensé que había solo cerrado los ojos —. Se incorpora de inmediato, pasa sus manos por la cara mientras busca sus pantalones en el suelo y yo voy a hacerlo pecar de nuevo, por supuesto. Le amaso un poco los hombros con ambas manos, paso mis dedos por su pecho para que se quede conmigo.—No te vayas…—empiezo mientras le doy besos. —Todavía tengo ganas de más…—Harán una cena en mi honor… no puedo hacer tal desplante —. Me da un beso en la boca, uno rápido para no caer en la perdición que suponen mis labios para él
«Capítulo Trigésimo Segundo»—Velkan…—su rostro es distinto, está cegado y yo no lo comprendo. Sé que tiene celos, pero siempre era suave. Sin embargo, hay algo que ha cambiado y recuerdo la obsesión de su padre con su madre. No, él jamás sería así porque es bueno, siempre lo será.Hasta la bondad tiene límites. Me susurra mi mente y yo alejo esos pensamientos.—Tu mujer… vaya —. No, mi mente empieza a colapsar cuando veo que Nikolai no es ningún perro asustadizo, sino un poderoso guerrero y soberano igual que Velkan. —No creo que estés bien informado, pero ella es mi prometida.—¡¿Qué?! — me mira y luego a él. Trata de que yo lo niegue mientras me aprieta la muñeca hasta creer que va a crujir en cualquier momento. —¡Dile! —me ordena. —¡Dile que eres mía! —Sus colmillos se alargan un poco, sus ojos tienen el brillo aumentado y no soy capaz de articular porque todo esto ha sido una sorpresa para mi. —Su cuerpo es mío, su alma es mía, su corazón es mío. Ya tiene mi aroma y he compartido
«Capítulo Trigésimo Tercero»Velkan lleva a Anna en sus brazos hasta su propia habitación, no teme en meterla en su propia cama después de lo que le ha hecho. Gritó desesperada entre el deseo, el amor y el dolor que se causaron. El en el alma y ella en su cuerpo que no es frágil, pero que siente con una intensidad asfixiante. Se siente culpable de estar tan feliz, tan lleno de alegría por haberla unido de una forma tan retorcida a él. Siempre la sentirá, la conexión irá mucho más allá de sufrir las mismas heridas o el mismo placer. Se trata de ser uno.Ahora, le da igual si ella es tan malvada como para dejarlos vivos sólo a ellos dos, si mata a todo el pueblo y la cubre con las mantas mientras pega su frente a la de ella. Cada vez, se pierde más en la dulce pelinegra que ama con su vida desde el primer momento en que posó sus ojos en los de ella. Anna será suya por siempre. ¿Y si no? Bueno, ya sabrá que hacer con ella si no quiere quedarse.Mis ojos ven el destello de luz que entra
«Capítulo Trigésimo Cuarto»Siento la piel arder cada vez que intento acercarme a un rayo de sol. Hago lo posible para protegerme de lo que ahora supone mi peor enemigo. En cuanto se ha escondido en el horizonte voy afuera, la primavera ha llegado y con ella un viento más cálido. —Mi señora —. Adrían aparece con una voz tranquila, me sigue esta noche y trae consigo algunos frascos con cosas de muertos tanto frescos como de tumbas viejas. —¿No se podrían enojar sus ancestros si no continúa con su venganza?—Supongo que lo harán, pero ¿Qué otra cosa puedo hacer? — Me llevo unos mechones de cabello detrás de la oreja. Volteo para verlo y siento que su aura ha cambiado. Antes era un devoto cura y ahora, solo lleva esa ropa por puro hábito.—¿Qué hay de su compromiso con Nikolai? —inquiere ya que vamos a verlo. Tiene información para mi acerca de el último grimorio.—Lo resolveré —. Sé que tanto los bosques como los castillos tienen oídos y por eso no me atrevo a decir que he arrojado es
«Capítulo Primero»Hubo una reina, que caminó por sus jardines en el helado invierno. El frío no le suponía un problema porque ella dejó de ser humana hace mucho tiempo. Sus largos cabellos negros como alas de cuevo, se deslizan entre los rosales de vida eterna. Desafiaban la naturaleza al erguirse a sus lados como un manto rojizo, se alimentaban de su sangre, al aruñar su piel blanca mientras se abría paso, con una voz profunda y seductora; una seda que llegaba a mis oidos desde sus labios rojos.—Anna...— mi nombre. Sus dedos se posaron sobre mis hombros, muy lento las largas uñas de mi madre me hicieron girar y acarició mi cabello con sumo cuidado. Su sonrisa melancólica me lo dijo todo. —Mi niña—. Sus ojos azules, idénticos a los míos tenían un lustre de tristeza mientras se rendía a mis pies. —La más hermosa—. Esas palabras significaban su total entrega a mí. —Debes vengarnos— susurró en un lamento mientras la sangre teñía la nieve en un oscuro charco que me llegaba hasta la punta
«Capítulo Segundo»Suspiré al terminar mi comida. Ya no era horrorosa, ni podrida porque el rey creía que si me alimentaba bien, su hijo también viviría bien. Fue un buen plan después de todo.Había una criada que me traía las comidas y le dije que podría hacerle un menjurjes y pociones para su cutis dañado si me traía cosas que le pedía o me dejaba salir en las noches al bosque, un rato al menos para conseguir plantas y esas cosas.Su nombre era Ibeth. Lo escuche cuando otra empleada la llamó desde las escaleras de caracol que eran casi interminables desde la punta, en donde estaba. —Vamos, niña —. Abrió la puerta y fue detrás de mí con una lámpara de aceite. La torre parecía que alguna vez fue un almacén donde guardaban artilugios viejos.Yo tenía mucho frío cuando salí y por eso, no me tardé en recoger plantas. Además casi todas las personas de este territorio eran licántropos. No quería que uno me matara y se llevara conmigo a mi prospecto de salvación. El invierno era duro, no hab