«Capítulo Sexto»Ibeth viene por mi en la mañana, muy de madrugada, casi antes de las primeras luces del alba. —¡Apurate, Anna! —Salgo rápido con la ropa de sirvienta que trajo para mí hace unos días cuando me dio la noticia que serviría al príncipe. Me hice una coleta con la cinta que él me dio porque no quiero verme fea en mi primer día. Invisible, si. No soy fea y la verdad, podría usar mi belleza para ser un poquito floja porque jamás he trabajado en mi vida. Así se apiada de mí si cometo un error. Me mira de arriba abajo, está complacida. —Bueno, te ves bien—. Estoy un poco impresionada por cómo me queda el uniforme.Nos vamos y me conduce por la entrada de sirvientes. Nunca vengo en horas de la mañana, no a los sitios donde hay gente en el día. Hay demasiados empleados que van y vienen, escupen dos en un barril. Sus ojos se clavan en mi —¿De donde sacaste ese bomboncito, Ibeth? —Su cara me da escalofrío.—No la molestes, Pablo— Ella me jala para que avance — No les prestes atenci
Leer más