Ahora, Anastasia se encontraba viviendo un torbellino de emociones incontrolables.
Ella intentaba asimilar la magnitud de la situación.
La idea de tener un hijo de sangre, un hijo vinculado al linaje de Dominic Sinclair, le parecía abrumadora, perturbadora, y aterradora, y al mismo tiempo, le estaba provocando que su estómago se le revolviera.
Su mente se llenó de preguntas que ella, muy bien sabía, no tendrían respuesta fácilmente:
¿Podría ella proteger a su hijo de lo que podría llegar a suceder donde su secreto fuera a ser descubierto por un humano?
¿Qué van a pensar los de la manada de Dominic cuando se enteren de que por medio de una inseminación él embarazó a una humana?
¿Asesinarían a Anastasia y a su hijo?
¿Le robarían a su hijo para hacerlo a su imagen y semejanza?
La cabeza de Anastasia daba muchas vueltas.
Y solamente le quedaba, era esperar, y suplicar que el proceso de inseminación en su cuerpo fallara y le permitiera no quedar embarazada.
Si sucedía lo contrario, ella no despreciaría al bebé, porque al final, estaría cumpliendo su más grande sueño de ser madre, lo único que le preocuparía sería pensar para cuando el niño quisiera saber y conocer acerca de su padre al darse cuenta de que nada más son solamente ella y él en su pequeña familia.
Ahora bien, ¿Cómo un especialista en genética y en el mundo de los hombres lobo podría ser de ayuda para ella?
Aquella también era una respuesta que no dejaba de darle vueltas en su cabeza.
Pero entonces, Anastasia dejó de caminar alrededor de su apartamento, y se apresuró a ir a la cocina, puesto que ella sintió que su estómago, comenzó a pedirle que preparara algo de cocinar porque al haber sido un día muy agitado, con poco tiempo de comer, ella nada más había comido un sándwich que pudo comprar de camino a la oficina cunado ella supo que no tendría tiempo de comer.
Por tanto, apenas ahora era que ella recordaba que lo primero que iba a hacer al llegar a casa era pedirse algo de comer, sin embargo, con todas esas emociones apoderándose de su mente, ella no sabía de qué tenía antojo de cocinar, y decidió que lo mejor era salir en su auto a buscar un restaurante donde cenar algo diferente y buscar otro ambiente que le permitiera descansar por un momento de lo que ella estaba viviendo.
Anastasia salió de casa, se metió dentro de su auto, y con el motor encendido, ella se apresuró en salir del edificio en camino a la autopista.
Mientras conducía, Anastasia bajó el vidrio de su lado de la puerta del vehículo, esto era una cosa que ella nunca hacía para cuando iba manejando, pero en ese momento, le provocó hacerlo porque ella quería sentir la suave brisa que acompañaba al cambio de hora de las 5:00 de la tarde de ese día.
Ella se tomó un momento de su tiempo para respirar profundamente aquella agradable brisa que golpeaba su cabello y refrescaba su cuerpo, mientras trataba de relajar su mente y conducía en búsqueda de dirigirse hacia algún lugar que fuera de su agrado.
El bullicio de una ciudad agitada por la hora no le parecía agitado, no le estaba causando estrés a como lo haría si ella estuviera saliendo de trabajar afanada para ir a casa a descansar.
Finalmente, después de un largo camino en la autopista, sus pensamientos le han llevado a tomar la decisión de haber manejado su auto hasta un acogedor restaurante italiano que ella solía frecuentar.
Al estacionar su auto en el parqueadero del restaurante, el aroma del ajo, el tomate, y especias que usaban en la cocina del restaurante para preparar sus más deliciosos platos le recibieron en la puerta, y al adentrarse, se percató de que dentro, había mucha gente, se escuchaba el murmullo animado y privado de las personas que estaban allí, disfrutando de una buena conversación y de una cena agradable.
Ella sonrió.
Pronto, un mesero se acercó hacia ella, le dirigió con amabilidad hasta una mesa pequeña que, justamente, era para dos personas nada más, esa mesa estaba ubicada a un lado de un gran ventanal que daba vista al antejardín del restaurante donde allí había más mesas y más personas ocupándolas, y cuando ella se sentó en su silla, el mesero le ofreció el menú con una sonrisa.
El mesero se retiró.
Mientras que Anastasia hojeaba el menú para decidirse en qué quería ordenar para cenar, a los pocos segundos, el mesero se volvió a aparecer en su mesa.
— Disculpe que la moleste, señorita, pero como usted podrá darse cuenta, el restaurante está muy lleno, no tenemos mesas disponibles, y como usted no está compartiendo mesa con nadie, quería preguntarle, si no tiene ningún tipo de problema en que el joven que está en la puerta, le pueda hacer compañía, le prometo que él no la molestará, si lo hace, me lo puede informar y le buscaré otro lugar donde sentarse — preguntó el mesero con amabilidad, y a la vez, con un poco de vergüenza por haber tenido que hacer eso.
Anastasia escuchó con atención, y miró hacia donde estaba el joven que el mesero le mencionó, ella no lo podía creer, era Dominic Sinclair, ella lo reconocía porque lo había visto en fotos en redes sociales, sin dudarlo, era él, andaba solo, sin su manada.
¿Sería correcto que ella aceptara hacerle el favor al mesero de dejar que Dominic se siente con ella aun sabiendo sus condiciones?
— Mm, bueno, está bien, déjalo que se siente aquí conmigo a compartir la mesa — accedió Anastasia.
El mesero le dedicó una pequeña sonrisa de timidez a Anastasia, y se alejó para acercarse a donde estaba Dominic, le dio la noticia, y Dominic con una sonrisa encantadora, comenzó a caminar en dirección hacia la mesa de Anastasia.
— Buenas tardes, un gusto en conocerla, disculpa la molestia, pero este es mi restaurante favorito y no había mesas para una sola persona, ¿Te molesta que te haga compañía por un rato? — vaciló Dominic con amabilidad, Anastasia no se hubiera imaginado que con su reputación, él hubiera sido un hombre muy educado.
Anastasia asintió, y le indicó a Dominic que podía sentarse en la silla vacía que estaba justo enfrente de ella.Ella estaba sorprendida por su educación, su cortesía, no esperaba que él fuera a ser así después de todo.Además, ella percibió que Dominic era un hombre encantador, a pesar de su condición de hombre lobo y del lazo inimaginable que él tenía con ella.Del cual, ella era la única que tenía conocimiento de él.— Por supuesto, no hay problema. Tómalo, como un intercambio de favores, parece que estábamos en busca de lo mismo para esta noche — respondió Anastasia con una sonrisa, tratando de mantener la calma después de todo lo que ha sido ese día para ella.Dominic siguió sonriente, y se acercó a la silla para acomodarse en ella.Anastasia estaba sorprendida, él no parecía para nada ser aquel hombre lobo feroz del que todo el mundo hablaba, y eso le estaba dando cierta tranquilidad en medio de la incertidumbre que la presencia de Dominic había dejado marcada en muchas de las pe
Dominic se ha quedado mirando a Anastasia con determinación, notando que ella siente un agotamiento en su mirada, más él sabía que dicho agotamiento no era por el trabajo. — Entiendo, es normal que todos tengamos días difíciles, no todo en esta vida es fácil, o se consigue con un chasquido de dedos y ahí mismo aparece — comentó Dominic, tratando de seguir con la conversación. Anastasia levantó la mirada, ella había estado todo ese tiempo mirando a su plato, y dando un pequeño sorbo a su soda italiana. — Sí, así es, son cosas que a todos nos suceden, no todos llevamos una vida muy fácil, así tengamos las mejores comodidades — respondió Anastasia. Dominic sonrió con suavidad, como si intuyera que había una especie de mensaje detrás de la respuesta de Anastasia. Pero ha decidido no querer presionarla más, porque era más que evidente que si le sucedía algo, más ella no lo quiere soltar tan fácilmente. La cena terminó, aunque ninguno de los dos parece haber querido seguir comiendo má
— ¿Qué es lo que has dicho? — preguntó Anastasia a Dominic sin querer darle un sorbo a su cóctel porque estaba demasiado nerviosa como para reaccionar, y haberlo hecho. Dominic le dio un gran sorbo a su cóctel, estuvo a punto de acabarlo de un solo trago, pero decidió guardar el último sorbo para más rato, para cuando Anastasia quisiera brindar. — Anastasia, sé que estás esperando un hijo, no me preguntes cómo, pero lo sé, mi instinto de hombre lobo me dice que estás embarazada, se siente como si yo pudiera oler a tu bebé, y de una vez te lo diré, será un niño, de eso estoy completamente seguro — insistió Dominic, mirando con tranquilidad a Anastasia. Anastasia suspiró, ella no quería, pero una voz interna le exigía que era el momento de decirle la verdad a Dominic. Ella no quería saber cómo era que él iba a reaccionar al darse cuenta de lo que ella iba a decirle, pero no tenía más alternativa, él debía de saber qué ella está esperando, un hijo de él, un hijo de su sangre que
Dominic salió del parque después de haber perdido por completo a Anastasia de su camino. Él no podía asimilar con rapidez lo que había acabado de escuchar. Se sentía abrumado por toda esa situación, sorpresa que había aparecido así tan repentinamente de su vida en ese momento. En lugar de querer saber cuál fue el camino que Anastasia usó para llegar a su casa e ir tras ella porque su olfato de hombre lobo era tan poderoso que podría haberlo hecho, él decidió que lo mejor en ese momento era dejar que ella estuviera un momento a solas, ya luego, como pudiera hacerlo, Dominic se encargaría de buscarla para conversar acerca de lo sucedido porque ese era un tema que no podía dejarse pasar. Dominic se adentró en lo más profundo del bosque para cuando siguió su camino. Su casa era una mansión ubicada en medio de un bosque frondoso, oscuro y frío. Al llegar a casa, Dominic se ha encontrado con la calidez de quienes eran integrantes de su manada. El aire fresco y helado de la noche le
Dominic no dijo nada frente a la burla de los demás hombres lobos, porque al final, él sabía que solo se trataba de eso; era una simple broma de la que nada más no tendría era que hacerle caso. Lo único que Dominic hizo fue mirar a sus compañeros con una mirada bastante sería para que ellos dejaran de decir estupideces porque él no quería que Sara fuera a sentirse peor de lo que ya se encontraba por culpa de las burlas de sus compañeros. Aunque la verdad era que a Dominic, en el fondo, sin tener que decírselo a nadie, a él le dolía mucho la situación Sara, él sabía que este no era el momento adecuado, peor en cualquier ocasión, él debía de conversar con ella y deberían aclarar todo esto para que no siga habiendo malos entendidos entre ellos, puesto que Dominic solo quería a Sara como a una gran amiga, y él no quería que ella tuviera que sufrir por un amor no correspondido de su parte para cuando, es posible que, ella pueda llegar a encontrar el amor en alguien más dentro de la manad
La conversación con Sara, finalmente, ha dejado a Dominic Sinclair, un poco más tranquilo, un poco más relajado de lo que podría haber deseado que él estaría. Parece que ahora sí, las cosas entre ambos se han arreglado como él esperaba que así hubiera sido, pues la verdad es que por una mala confusión de amores, él no hubiera querido desear tener a Sara de enemiga dentro de la manada, y más para cuando él, pronto, iba a ser el alfa. Finalmente, Dominic ha conseguido regresar a su habitación luego de haberse despedido de Sara con un delicado y pequeño abrazo. Sara se había regresado a su habitación, no sin antes, haberse quedado viendo a Dominic marcharse a su habitación sin que este se hubiera dado cuenta; ella le miró fijamente, sintiéndose atraída por él, mirando fijamente como se meneaba el trasero de aquel hombre alejándose poco a poco de su vista. Luego de haberse asegurado de que Dominic se había metido dentro de su habitación, Sara volvió a refugiarse dentro de la de ella,
A la mañana siguiente, el reloj despertador del celular de Anastasia comenzó a sonar alrededor de las cinco y cincuenta y tres de la mañana. Era demasiado temprano, pero Anastasia debía de hacer mil y una cosas para organizarse y marcharse a su oficina antes de que llegara tarde y perdiera tiempo valioso de minutos de trabajo. Ella se sentía fatal, por un instante, ella creyó estar enferma, ella había dudado de si la comida que había cenado con Dominic en el restaurante había sido la culpable de toda una noche entera de desvelo porque ella se la ha permanecido vomitando en el baño. De hecho, por aquella mañana, Anastasia no había despertado en su cama, envuelta en el delicioso calor de su cobija y durmiendo plácidamente en su cómoda cama. Ella había amanecido en ese día estando sentada en el suelo de su baño, con la cabeza recostada en el borde del sanitario porque se sentía tan mal que no tuvo más aliento de querer volver a irse a su cama para seguir durmiendo allí, y tener que
Para Anastasia, el tiempo parece haberse congelado mientras que ella yacía inmóvil en la cama, retorciéndose del dolor y preocupándose por la salud de su hijo, que en ese momento nada más era una pequeña semilla desarrollándose en su interior. Ella sentía como las punzadas en su estómago se hacían cada vez más fuertes. Anastasia se había aguantado, pero no había resistido las ganas que tuvo en ese instante de querer llorar, de tan solo pensar en el bienestar de su hijo. Cada segundo y cada minuto que pasaba, era para ella una eternidad, y solo ansiaba con inmensas ganas de que la ambulancia pronto llegara. Al poco tiempo de haber estado esperando, la ambulancia finalmente apareció, por suerte, Anastasia pudo hacer lo mejor que pudo para acercarse hasta la puerta y abrir a los paramédicos para que la atendieran. Fue tanto el esfuerzo que ella hizo que cuando llegó a la puerta y vio a los paramédicos, su cuerpo quiso desplomarse hacia el suelo, pero uno de los paramédicos fue vel