Dominic se ha quedado mirando a Anastasia con determinación, notando que ella siente un agotamiento en su mirada, más él sabía que dicho agotamiento no era por el trabajo.
— Entiendo, es normal que todos tengamos días difíciles, no todo en esta vida es fácil, o se consigue con un chasquido de dedos y ahí mismo aparece — comentó Dominic, tratando de seguir con la conversación.
Anastasia levantó la mirada, ella había estado todo ese tiempo mirando a su plato, y dando un pequeño sorbo a su soda italiana.
— Sí, así es, son cosas que a todos nos suceden, no todos llevamos una vida muy fácil, así tengamos las mejores comodidades — respondió Anastasia.
Dominic sonrió con suavidad, como si intuyera que había una especie de mensaje detrás de la respuesta de Anastasia. Pero ha decidido no querer presionarla más, porque era más que evidente que si le sucedía algo, más ella no lo quiere soltar tan fácilmente.
La cena terminó, aunque ninguno de los dos parece haber querido seguir comiendo más, y mandaron a llamar al mesero para pedirle que se llevara las pizzas, y se las trajera de nuevo a la mesa empacada para llevar.
— Y bien… Anastasia, ¿Quieres acompañarme a caminar por un rato? Digo, puede ser una buena excusa para conocernos más, y puedo acompañarte hasta tu casa para asegurarme que llegues sana y salva — ofreció Dominic.
Anastasia sonrió, una caminata bajo la luz de la luna llena esa noche no le iba a caer mal, a pesar de que estuviera acompañada de un “extraño”. Entonces, ella aceptó la propuesta de Dominic sin importarle nada, puesto que nada perdería si lo hacía, además, no es cómo que le fuera a importar realmente lo que diría la gente si la ve andando junto con él, porque Anastasia, hasta ahora, se ha dado cuenta de que él ha sido una muy buena compañía durante esa inesperada velada que tuvo lugar en el restaurante italiano favorito de ambos por esa noche.
Dominic decidió invitar la cena, él pagó la cuenta, no dejó siquiera dejar que Anastasia por cortesía, pagara la mitad de la factura que era lo que ella había cenado, el mesero se acercó con las cajas de las pizzas y Dominic las recibió al mismo tiempo en que este le entregó el dinero en efecto al mesero, y le entregó en sus manos, un billete de cincuenta dólares de propina solo para él.
Se levantaron de la mesa, despidiéndose del mesero, agradeciéndole por su servicio, y la pareja salió del restaurante con las miradas curiosas de los demás pendientes de sus movimientos. La brisa nocturna de esa noche, era suave, fresca, el cielo no reflejaba que pronto fuera a querer llover, era una noche perfecta para salir a caminar acompañados de una buena compañía.
Mientras caminaban por la calle iluminada de las farolas de la zona, Dominic los guio a él y a Anastasia hacia el parque central de la ciudad, que estaba nada más a un par de pasos de cruzar la calle cerca de ellos.
— ¿Quieres caminar por aquí? — preguntó Dominic luego de que él y Anastasia cruzaron la calle en dirección al parque.
— Sí, me parece buena idea — contestó Anastasia.
Siguieron caminando en silencio, adentrándose cada vez más al parque, y entonces, Dominic recordó que en ese parque, hay un lugar especial a donde los chicos llevan a las chicas para conquistarlas, para pedirles que sean sus novias, o incluso, hasta los mismos adultos llevaban a sus parejas para hacer propuestas de matrimonio, y aunque aquella no era la intención de Dominic para con Anastasia porque apenas la estaba conociendo, él decidió que ese lugar sería el más indicado para seguir conociendo a Anastasia, pues había algo en ella que realmente le atraía a él, a pesar de ser un hombre que no le gustaban los compromisos sentimentales.
Sin pensarlo, Dominic agarró la mano de Anastasia como si ella fuera su pareja, y comenzó a caminar con apuro hacia el lugar secreto.
Anastasia no sabía qué era lo que estaba haciendo él, pero decidió seguirle el juego porque al sentir que su mano se entrelazó en la de ella, Anastasia sintió una especie de cosquilleo recorrer todo su cuerpo, fue una sensación que ella nunca antes había vuelto a sentir que tenía por un hombre.
Corrieron hasta que llegaron al lugar que Dominic recordaba, este era un punto del parque, estaba decorado como si fuera un tipo de pícnic, había mantas regadas por el suelo, una decoración de luces amarillas que se entrelazaban en las ramas de los árboles, y una sesión donde había un hombre que preparaba cócteles por un valor de $13 dólares cada uno.
— ¿Qué es este lugar? — preguntó Anastasia con una mirada asombrada, lo que más le había gustado era haber visto un precioso jardín decorado con rosas de todos los colores que ella hubiera imaginado que existían.
— Este es un lugar donde las parejas vienen a declarar su amor, pero pues, cuando no hay parejas, puede ser un lugar especial para aquellas personas que comienzan a conocerse, ¿Quieres sentarte? ¿Se te antoja un cóctel sin licor para que no afecte tu tratamiento médico? — dijo Dominic, mirando fijamente la reacción de Anastasia frente a ese lugar.
— Sí, estaría perfecto, un cóctel sin licor, por favor — contestó Anastasia con una sonrisa dibujada en su mirada.
Dominic sonrió, y se acercó al puesto del señor de los cócteles, le pidió los cócteles que querían tomar, pidió de los mismos, salvo que uno de ellos, venía sin nada de licor.
Dominic pagó un total de $26 dólares por ambos cócteles, y cuando se los entregaron, con cuidado de no ir a dejarlos regarse al suelo y que se perdiera la bebida, Dominic se acercó hasta donde había dejado a Anastasia, ella ya estaba sentada en el suelo, esperándolo para mirar juntos hacia el cielo y disfrutar de la belleza que dibujaban las estrellas en ese instante.
— Gracias, caballero — dijo Anastasia para cuando recibió la copa de su cóctel en manos.
Dominic se sentó a su lado, y juntos hicieron un brindis.
— Este es brindis, es por tu bebé, que espero que nazca con salud, y sea el hijo que tanto anhelas tener — dijo Dominic antes de chocar las copas con suavidad para oficializar el brindis y beber juntos al mismo tiempo.
Anastasia abrió los ojos como platos preguntándose:
¿Cómo m****a lo había descubierto?
Ahora, ¿Qué iba a hacer? ¿Le iba a mentir a Dominic acerca de quién es el padre de su hijo?
¿Se arriesgaría y aceptaría las consecuencias de decirle la verdad?
La verdad era que Anastasia, se ha quedado en shock.
— ¿Qué es lo que has dicho? — preguntó Anastasia a Dominic sin querer darle un sorbo a su cóctel porque estaba demasiado nerviosa como para reaccionar, y haberlo hecho. Dominic le dio un gran sorbo a su cóctel, estuvo a punto de acabarlo de un solo trago, pero decidió guardar el último sorbo para más rato, para cuando Anastasia quisiera brindar. — Anastasia, sé que estás esperando un hijo, no me preguntes cómo, pero lo sé, mi instinto de hombre lobo me dice que estás embarazada, se siente como si yo pudiera oler a tu bebé, y de una vez te lo diré, será un niño, de eso estoy completamente seguro — insistió Dominic, mirando con tranquilidad a Anastasia. Anastasia suspiró, ella no quería, pero una voz interna le exigía que era el momento de decirle la verdad a Dominic. Ella no quería saber cómo era que él iba a reaccionar al darse cuenta de lo que ella iba a decirle, pero no tenía más alternativa, él debía de saber qué ella está esperando, un hijo de él, un hijo de su sangre que
Dominic salió del parque después de haber perdido por completo a Anastasia de su camino. Él no podía asimilar con rapidez lo que había acabado de escuchar. Se sentía abrumado por toda esa situación, sorpresa que había aparecido así tan repentinamente de su vida en ese momento. En lugar de querer saber cuál fue el camino que Anastasia usó para llegar a su casa e ir tras ella porque su olfato de hombre lobo era tan poderoso que podría haberlo hecho, él decidió que lo mejor en ese momento era dejar que ella estuviera un momento a solas, ya luego, como pudiera hacerlo, Dominic se encargaría de buscarla para conversar acerca de lo sucedido porque ese era un tema que no podía dejarse pasar. Dominic se adentró en lo más profundo del bosque para cuando siguió su camino. Su casa era una mansión ubicada en medio de un bosque frondoso, oscuro y frío. Al llegar a casa, Dominic se ha encontrado con la calidez de quienes eran integrantes de su manada. El aire fresco y helado de la noche le
Dominic no dijo nada frente a la burla de los demás hombres lobos, porque al final, él sabía que solo se trataba de eso; era una simple broma de la que nada más no tendría era que hacerle caso. Lo único que Dominic hizo fue mirar a sus compañeros con una mirada bastante sería para que ellos dejaran de decir estupideces porque él no quería que Sara fuera a sentirse peor de lo que ya se encontraba por culpa de las burlas de sus compañeros. Aunque la verdad era que a Dominic, en el fondo, sin tener que decírselo a nadie, a él le dolía mucho la situación Sara, él sabía que este no era el momento adecuado, peor en cualquier ocasión, él debía de conversar con ella y deberían aclarar todo esto para que no siga habiendo malos entendidos entre ellos, puesto que Dominic solo quería a Sara como a una gran amiga, y él no quería que ella tuviera que sufrir por un amor no correspondido de su parte para cuando, es posible que, ella pueda llegar a encontrar el amor en alguien más dentro de la manad
La conversación con Sara, finalmente, ha dejado a Dominic Sinclair, un poco más tranquilo, un poco más relajado de lo que podría haber deseado que él estaría. Parece que ahora sí, las cosas entre ambos se han arreglado como él esperaba que así hubiera sido, pues la verdad es que por una mala confusión de amores, él no hubiera querido desear tener a Sara de enemiga dentro de la manada, y más para cuando él, pronto, iba a ser el alfa. Finalmente, Dominic ha conseguido regresar a su habitación luego de haberse despedido de Sara con un delicado y pequeño abrazo. Sara se había regresado a su habitación, no sin antes, haberse quedado viendo a Dominic marcharse a su habitación sin que este se hubiera dado cuenta; ella le miró fijamente, sintiéndose atraída por él, mirando fijamente como se meneaba el trasero de aquel hombre alejándose poco a poco de su vista. Luego de haberse asegurado de que Dominic se había metido dentro de su habitación, Sara volvió a refugiarse dentro de la de ella,
A la mañana siguiente, el reloj despertador del celular de Anastasia comenzó a sonar alrededor de las cinco y cincuenta y tres de la mañana. Era demasiado temprano, pero Anastasia debía de hacer mil y una cosas para organizarse y marcharse a su oficina antes de que llegara tarde y perdiera tiempo valioso de minutos de trabajo. Ella se sentía fatal, por un instante, ella creyó estar enferma, ella había dudado de si la comida que había cenado con Dominic en el restaurante había sido la culpable de toda una noche entera de desvelo porque ella se la ha permanecido vomitando en el baño. De hecho, por aquella mañana, Anastasia no había despertado en su cama, envuelta en el delicioso calor de su cobija y durmiendo plácidamente en su cómoda cama. Ella había amanecido en ese día estando sentada en el suelo de su baño, con la cabeza recostada en el borde del sanitario porque se sentía tan mal que no tuvo más aliento de querer volver a irse a su cama para seguir durmiendo allí, y tener que
Para Anastasia, el tiempo parece haberse congelado mientras que ella yacía inmóvil en la cama, retorciéndose del dolor y preocupándose por la salud de su hijo, que en ese momento nada más era una pequeña semilla desarrollándose en su interior. Ella sentía como las punzadas en su estómago se hacían cada vez más fuertes. Anastasia se había aguantado, pero no había resistido las ganas que tuvo en ese instante de querer llorar, de tan solo pensar en el bienestar de su hijo. Cada segundo y cada minuto que pasaba, era para ella una eternidad, y solo ansiaba con inmensas ganas de que la ambulancia pronto llegara. Al poco tiempo de haber estado esperando, la ambulancia finalmente apareció, por suerte, Anastasia pudo hacer lo mejor que pudo para acercarse hasta la puerta y abrir a los paramédicos para que la atendieran. Fue tanto el esfuerzo que ella hizo que cuando llegó a la puerta y vio a los paramédicos, su cuerpo quiso desplomarse hacia el suelo, pero uno de los paramédicos fue vel
— ¿Sara? ¿Estás despierta? — ha preguntado Dominic a Sara, viendo que ella estaba acostada del otro lado de la cama, dándole la espalda a él. Sara seguía profundamente dormida, ella no quería levantarse de la cama, pero Dominic sí, pues él estaba sintiéndose demasiado raro con toda esta situación. ¿Habrá sido los efectos del alcohol de la noche anterior? Aunque, a decir verdad, Dominic se había sentido muy bien la noche anterior como para no recordar nada de lo que había sucedido; él sabía que había tomado más de una copa de un trago, pero aquello no había sido una excusa como para que él hubiera hecho lo que hizo con Sara inconscientemente. Por tanto, su noche de sexo ardiente, había sido producto consciente tanto de él como de Sara, ella había encontrado la manera saber cómo excitar a Dominic, y aquello era un atributo de mujeres que nadie conseguía hacer. — ¿Sara? ¡Despierta! — insistió Dominic. — ¿Mm? — murmuró Sara entre dientes. — Sara, despierta, ¿Qué carajos fue lo
Sara se ha quedado perpleja al haber escuchado las últimas palabras decisivas de Dominic salir de su boca. De hecho, hasta haber dicho esto último, había provocado que ella dejara de caminar alrededor de la habitación, así como lo ha hecho desde un principio. La mirada pícara de su cara se transformó a una mirada sería. — ¿Cómo? ¿De qué m****a estás hablando? ¿Es en serio, Dominic? ¿Vas a vetarme de la manada solo por una noche de pasión? Dominic pretendía querer mantenerse firme ante su decisión, y es que aunque él aún no era el alfa de su manada, de rodas maneras, ya estaba siendo completamente autorizado para querer tomar estas decisiones cuando fueran estrictamente necesarias de hacer. Su decisión estaba tomando un giro muy inesperado. — Sara, lo lamento, esto no debería haber sucedido, pero estamos afrontando las consecuencias de haber faltado al respeto de nuestra barrera de límite frente a nuestra relación. Hemos traicionado a nuestra palabra, y tú bien sabes que esto es al