Caminaba de regreso a casa esa tarde. Por desgracia su maldito coche se le había pinchado una yanta obligándola a regresar a pie. Agotada y con ganas de irse a la cama forzaba a sus pies a avanzar. Bueno tampoco es que aquellos tacones ayudaran mucho, eran demasiado altos.
El recorrido por el museo la habían dejado exhausta ese día, quién lo diría que llevar las riendas de uno le restara tanto tiempo a su vida. Pero asumía una labor muy importante, y era mantenerlo a flote. Ya que muchos idiotas la acosaban para que convenciera a su jefe de vender.
Pero Eileen Smith, no estaba dispuesta a ceder. Ese museo era muy importante para ella, había sido su primer empleo. Quien le brindó la oportunidad de salir adelante sin la ayuda de nadie. No pensaba dejárselo a los buitres. Sabía que su envejecido jefe no quería venderlo, pero por su estado de salud ya no estaba tan segura.
Esos tipos presionaban mucho, y las constantes amenazas que recibía por parte de ellos ya no le estaba agradando. No es que les tuviera miedo, pero era molesto recibir tantos ataques. Sospechaba fielmente que la razón de su yanta espichada se debía a esos jodidos mafiosos.
Eileen sujeto con más fuerza la bolsa de papel marrón con los víveres que llevaba sobre los brazos… Odiaba a esos tipos, en todo estaban metidos. Seguramente para nada bueno querían comprar el museo. La chica bufo. Esa tarde hacía demasiado calor.
Al dar la vuelta en una esquina, un Nissan negro se detiene abruptamente ante ella. Eileen se detiene abriendo enormemente sus potentes ojos ámbar. Del coche se baja un tío enorme con gafas oscuras, enfocándola especialmente a ella. La chica da un paso hacia atrás ante la imponencia de aquel sujeto.
El manganzón se aproxima a ella rápidamente, y con mucha violencia le tira al piso la bolsa con comida. Luego de un empujón pega a Eileen contra una cerca metálica.
—¿Pero qué carajos te pasa? Le grita la joven furiosa.
—Dile a tu maldito jefe, que reconsidere la propuesta de vender el museo.
El sujeto se dio la vuelta para regresar al coche, dejando a Eileen aun pegada contra la verja de metal. La chica pestañea rápidamente dándose cuenta que los tíos se habían ido, y también pensando que las amenazas estaban pasándose de la raya.
Con manos temblorosas la joven recogió las cosas que le habían tirado al suelo, y de pronto la chica se derrumbó en el piso. No podía detener las enormes lágrimas que salían de sus ojos. ¿Cuánto más aguantaría tanto acoso? ¿El museo valdría tanto la pena? No se merecía tanto maltrato, ella solo quería que algo antiguo prevaleciera. No deseaba que lo derrumbaran solo para construir otra cosa que no sea importante para la ciudad.
La rubia limpio las lágrimas de sus mejillas, aun con manos temblorosas término por recoger la fruta. Se puso en pie, limpio la parte trasera de sus nalgas para disponerse a proseguir el camino a su casa. Debía ser fuerte, por el museo y por Romel. Su jefe, ese pobre hombre no tenía a nadie más que a ella.
No venderían el museo. Era una promesa que se había hecho, esos mafiosos no iban a ganar esa batalla…
[…]
Un atractivo hombre de ojos azules, de unos 1,90mts, cabello negro y mirada severa ingresaba en el casino más grande que existía en toda Tampa (Estados Unidos). Atraviado siempre de traje Armani, Lión Walker conducía sus pasos hasta el último piso de lo que era uno de sus tantos casinos.
En la entrada el portero lo saluda, a lo que él solo asiente. No era un hombre muy comunicativo con sus empleados. Era catalogado como arrogante y prepotente, y sin hablar de su lado oscuro. Uno que ya era conocido por todo su personal, Lión era un hombre peligroso.
Y aunque este reservado jefe no articulara muchas palabras, sabía y conocía cada movimiento de todos los que trabajaban para él. Que alguien le robara en su casino era como no volver a ver a esa persona nunca más. Los empleados lo sabían, ya que muchos habían desaparecidos misteriosamente después de que fueran descubiertos haciendo tratos no permitidos.
Walker no se andaba por las ramas, era un empresario exitoso en el mundo de los casinos. Contaba con 7 casinos activos, los más grandes que se hayan podido ver. El magnate quiso innovar Tampa construyendo casinos, rompiendo con los esquemas de los típicos bares y antros de mala muerte. El ofrecía todo lo que buscaras… desde stripper hasta mucho más.
El imponente hombre pasa frente a la recepción donde se encuentra una guarnición de 5 chicas, las que se encargaban de atender a todo cliente que entrara al edificio. Ya que no solo era un casino, también era un majestuoso hotel con impresionantes vistas.
—¡Buenos tardes, señor Walker! Dicen las chicas al unísono con aquellas sonrisas de zorras.
—Buenas tardes, chicas. Este les sonríe a todas por igual.
Sigue su camino directo hasta el ascensor… estando dentro del mismo, uno que por cierto era únicamente para él. Nadie más que él entraba en ese, este esotérico hombre mete las manos dentro de sus bolsillos mostrando una expresión imperturbable.
Subiendo al antepenúltimo piso, el que era su oficina principal. Ya que el último piso, era lo que podía decirse su hogar. Podría tener muchas mansiones, pero vivía más en el hotel que en cualquier otra parte.
En cuanto la puerta se abrió, lo primero que ven los ojos azueles de Lión fue a su secretaria Vilma. Parecía nerviosa acomodando su escritorio. Asumió que la chica había llegado tarde, como siempre.
—¡Vilma!
—Buenas tardes, señor Walker. ¿Desea que le lleve algo?
—¿Has llegado tarde?
La chica pareció asustarse con aquella pregunta, y por la extrema palidez de su rostro confirmo sus sospechas. Ella era menuda, blanca, pelirroja y pecosa. Ojos verdes, había sido la más guapa que había ido a buscar trabajo a su oficina.
Lión, al ver que no respondía. Se acercó a ella hasta quedar muy cerca de ella tanto que la chica quedo en medio del escritorio y el. La noto temblar, eso le agrado, le gustaba jugar con las mujeres.
Dejo una mano descansar en el escritorio, mientras que la otra seguía dentro del bolsillo. Nunca se había follado a su secretaria, pero podría ir planteándoselo esa tarde.
—¿Acaso si has llegado tarde? Le susurra a un suspiro de los labios de la pelirroja.
La piel de la pelirroja blanquece mucho más de lo que ya es… sus ojos parecían desenfocados por la cercanía de su jefe. Y mucho más con aquella semejante altura, la chica estaba casi que se arqueaba solo para evitar que este se acerca más a su rostro.—Lo lamen… lo lamento mucho señor Walker, no volverá a pasar. Dice ella rápidamente.—No. Este lleva los nudillos a la mejilla de ella. —No volverá a pasar, pero yo podría pasarlo por alto si tú…—Señor Walker, discúlpeme. Pero es que yo estoy casada.Lion afino los ojos, enfocando las pecas de la nariz de aquella chica que sudaba a mares. No recordaba que en el currículo de esta estuviera plasmado que estuviera casada.—No recuerdo haber visto esa opción marcada en tu currículo.—Me he casado hace dos días. Dice con nerv
Eileen regresa a su casa después del susto que había recibido… aun todo su cuerpo temblaba de miedo. Dejo las cosas sobre la mesa y noto que su contestador tenía un mensaje. Presiono el botón rojo para escuchar.Era su jefe, el señor Romel… le notificaba que la quería ver por la mañana, ella solo suspiro. Encamino sus pasos hasta la habitación, necesitaba una ducha para relajar su cuerpo. Y dormir, sobre todo dormir. Al día siguiente tendría que pasar buscando su coche para luego ir a casa de su jefe.[…]Lión sube hasta su piso, yéndose directo hasta el bar donde se sirve un trago. Unos segundos después el timbre de la puerta de su apartamento suena. Este camina hacia ella con la copa en su mano. En cuanto abre la puerta sonríe abiertamente.—Sabía que vendrías a mí.La pelirroja se queda en el marco de
Eileen mira fijamente al anciano postrado en la cama, este guardaba una sonrisa muy extraña en sus labios. Lo que la hizo pensar que su jefe estaba planeando algo de lo que ella no estaba enterada.—Necesitas esposo Eileen…—Señor Romel, yo no necesito un esposo. Como estoy, me va muy bien. Esta sonríe nerviosa.—No, no… y es por eso que he hecho una cita con el hijo de un viejo amigo mío. Estoy seguro que te ira muy bien con él.—¿Una cita? Esta se pone en pie. —A mí no me hace falta tener citas señor Romel, creo que está exagerando las cosas.—Ni hablar, he pautado una reunión entre ustedes mañana por la tarde. Así que no hagas ninguna cita. La señala con el dedo. —Quiero que te veas con ese joven, y luego me dices que tal te fue.—Señor Romel, no quiero ser grosera. Pero no quiero
Eileen escuchaba atentamente a esa mujer, si las cosas seguían así tendría que hablar con la policía… pero… el señor Romel le había dicho que eso solo empeoraría las cosas, pero entonces ¿Qué carajos iba hacer? Las constantes amenazas ya eran más fuertes.—Váyase de mi oficina.En un movimiento ágil la flaca llega hasta ella para tomarla por el cuello y apretar con evidente molestia. De sus ojos solo chispeaba ira, se notaba que no estaba para juegos.—Escúchame estúpida, como vuelvas hablarme de ese modo te juro que meteré una maldita bala en tu cabeza. Aprieta un poco más el cuello de Eileen. —Habla con el viejo, ¡que venda! O algo muy malo pasara.Cuando la suelta, Eileen tose frenéticamente… la chica se agarra el cuello como intentando recuperar todo el aire que no pudo tomar mientras
Eileen entro en aquel hermoso restaurante saturado de clientes adinerados, empezó a sentirse no muy cómoda yendo aquel lugar. Pero si allí estaba su cita que otro remedio tenia. Suspiro, siguiendo al cupiere hasta la mesa donde la esperaba el tal Williams. Al pillarlo de lejos noto que era bastante atractivo, pero ¿Qué tal era su personalidad? Se preguntó.—Señor Severu… la señorita Smith ha llegado.—¡Oh, Eileen! Este se pone en pie plantando un beso en su mejilla.—Hola, Williams. Esta le sonríe.—Siéntate por favor. Espero que te guste el champagne.—Sí, me gusta.Este le sirve una copa, para luego mostrarle una radiante sonrisa. Eileen se sonrojo un poco por las atenciones recibidas por parte de su cita. Pensó que quizás no iba a ser tan mala, si su compañero la iba a tratar de esa maner
Esa mañana Eileen redactaba un informe semanal que iba dirigido a Romel. Se encontraba metida de lleno en ello sin darse cuenta de la presencia masculina que se encontraba recostado de brazos cruzados en la entrada de su oficina.Lion observaba detenidamente aquella rubia que había visto la noche anterior en compañía de un idiota. Inclina un poco la cabeza, realmente parecía bastante distinta a la mujer que conoció el día anterior. La sexy rubia con aquel hermoso vestido de noche había desaparecido. Ahora solo veía a una rubia con el cabello recogido y una muy cubierta camisa.Era cómico, llevaba cinco minutos allí de pie y ella ni cuenta se había dado de él. ¿Acaso era tan distraída? Parecía interesante jugar un poco con ella. Pero, primero a lo primero.—¡Buenos días, señorita Smith!—¡Demonios! Exclama es
—¿Por qué eres tan cabezotas, Romel? Ya eres un viejo, no puedes hacerte cargo de ese lugar. Responde impasible.—Ese no es tu asunto.—Ya veo. Le has delegado poder a esa joven, ¿Qué puede hacer ella? Ya la he visto. El viejo palidece más de la cuenta. —Ella no sabrá qué hacer cuando tú te mueras, y por lo que veo no creo que dures mucho en esta vida. Camina hacia una repisa con fotos viejas. —Si me vendes a mí, no tendrás que preocuparte por nada más. Toma una foto de una mujer.—No toques esa fotografía. Ordena el anciano molesto. Este solo medio sonríe.—Piénsalo Romel, sabes bien que no tengo toda la paciencia del mundo. O lo haces por las buenas. O yo te obligo a que lo hagas por el lado muy malo. Lo mira por el rabillo del ojo.—No te tengo miedo. Mi muerte está muy cerca, no le temo a morir
Pero que estaba haciendo en su casa, no le había bastado con el atentado que su gente le dio. Tenía que ir personalmente hasta su casa para terminar con el trabajo. Con los nervios de punta, Eileen corrió hacia el teléfono para llamar a la policía. No estaba a salvo.—Por favor, necesito ayuda. Un asesino se encuentra en la puerta de mi casa. Vengan ayudarme por favor. Grito en pánico.La rubia se quedó sentada en el sofá comiéndose las uñas, esperando que la fueran auxiliar, miraba la puerta como si ese asesino la pudiera tirar en cualquier momento y lograr su objetivo (asesinarla)—Señorita Eileen… estoy esperando que me abra la puerta. No parece ser una mujer con malos modales. Y yo no soy un hombre con mucha paciencia.Ella lo escuchaba y más desconfianza sentía. ¿Qué pasaba si perdía la paciencia? Minutos después e